~ Capitulo 46 ~

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Después de una semana por fin me van a quitar los puntos del hombro que llegan casi hasta mi codo, fueron aproximadamente unos veinte puntos, siendo sincera no había sido capaz hasta este momento de ver cómo quedó mi brazo, ya que cada vez que Matt me hacía las curaciones y quitaba las gazas para ponerme unas  nuevas no era capaz de mirar , ni el proceso curativo ni mucho menos la horrible sensación de saber que voy a tener esa herida de por vida.


- Listo, si ves que no dolió nada- me dice el Doctor – ahora vas a seguir con las fisioterapias y vas a seguir usando el vendaje y…


- Si si el cabestrillo – digo un tanto desanimada porque sé que no voy a volver a recuperar la movilidad del hombro y del brazo como antes.


- Ella va a seguir las indicaciones al pie de la letra – dice Matt por mí.


- Bueno no siendo más tu próximo control es dentro de un mes, veo mejoría en la cirugía – se acomoda los lentes para vernos mejor – pero recuerda que no debes esforzarte ni realizar actividades que afectan tu brazo.


- Claro Doctor como usted diga.- digo en un tono seco.


- Bueno chicos no siendo más ya pueden retirarse.


Matt le agradece por habernos atendido y salidos del consultorio.


- Ya le dije a Tamara que si iría al baile de primavera – me doy una miradita de reojo – después de pensarlo y meditarlo mucho le dije que si…
Nos quedamos un momento en silencio mientras el procesa lo que le acabo de decir.


- No vas a decir nada…

- Si eso es lo que quieres… - dice muy secamente.


No decimos y una palabra más, el trayecto a casa es muy silencioso e incómodo, cosa que me estresa, ya que hace rato no teníamos estos momentos tan distantes. A Matt le pasa algo que no me quiere decir, pero es mejor no preguntarle porque nunca vamos a tener una conversación normal, además de todo lo que me oculta creo que él nunca va a ser sincero conmigo.


- Será que puedes llevarme a mi casa? – enfatizó eso último y me ve extrañado.


- Y para que quieres ir?


- Solo llévame si… - elevo la voz más de lo que debería lo cual nos sorprende a los dos.


Él no objeta y me lleva hasta a mí casa, me desabrochó rápido el cinturón y abro la puerta haciendo una maniobra con mi mano vendada y así me duela como el infierno me adentro rápido a mi casa, escucho que él me llama detrás de mí pero no le prestó atención.


Voy corriendo escaleras arriba y me quito este maldito cabestrillo, me dirijo a la única habitación que me puede dar paz en estos momentos.


Abro la puerta y es como si los años no hubieran transcurrido, todo sigue en su lugar, respirar el aire de esta habitación me trae a los tiempos en… en los que mi madre estaba conmigo.


Observo las pinturas y los lienzos, todos acumulados en un rincón.


- Ay mamá, si tan solo estuvieras aquí conmigo todo sería más fácil… -
susurro a la nada – te extraño mucho – exclamo mirando hacia el techo.


Me quedo recorriendo cada lienzo que pinte, cada trazo que di en mi más profunda soledad, recuerdo que cuando llegaba de la escuela o cuando no podía dormir siempre llegaba aquí a pintar lo primero que se me venía a la cabeza y en eso estaba mamá, ella estaba presente cada que hacia o terminaba una pintura, ella siempre me decía que fascinante verme pintar ya que tenía un talento además del piano también era muy buena dibujante.


Recuerdo todas y cada una de las horas que pasaba aquí, con las manos llenas de pintura y sucias por el carboncillo que usaba.


Me resbaló por la pared llegando a sentarme en el suelo de mármol con las rodillas encogidas hacia mi pecho y la cabeza gacha, no se cuántos minutos pasan y escucho la puerta abrirse, y me percato de quién es pero aún sigo sin levantar la cabeza.

Reflejo del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora