~ Capitulo 24 ~

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Me encuentro en un largo pasillo, las paredes son totalmente blancas y con tonos grises, escucho personas gritar, más específicamente niños, estoy corriendo tratando de esconderme de algo o más bien de alguien, trato de abrir la primera puerta que encuentro pero se encuentra cerrada, intento con otra pero está igual.


- Elena, ven aquí- escucho una voz desconocida – ¡no trates de esconderte! – brama detrás mío.


Yo sigo corriendo y doy la vuelta por un corredor hacia la izquierda encontrándome con otro pasillo lleno de puertas pero estas son más silenciosas ya que no se escuchan ruidos y abro una puerta al azar y no me gusta lo que veo.


Es un tipo de laboratorio pero hay dos personas que que logro distinguir
- Ma- Mamá? – logro tartamudear – y tú? Pero que miér – mi madre me corta al instante.


- Elena? Pero que haces aquí – se va acercando a mi – debes de estar descansando – frunce el ceño – ¿no se supone que deberían de estar custodiándola? – se dirige y regaña a su acompañante.


- Si señora – esa voz, yo la conozco – ya mismo me encargo – deja de hacer lo está haciendo con no se qué experimento y se quita los guantes de látex para acercarse a mí.


- No me toques! – grito.


- Niñita es por tu bien.


- Yo no quiero volver allí – señalo hacia la puerta al borde del llanto.

- Todo va a estar bien, confía en mí – me quedo mirando sus ojos azules.
Todo se torna negro y me despierto de golpe casi cayéndome al piso y me sostengo de las sábanas para no resbalar.


Solo fue un sueño.

Miro el reloj de mi mesita de noche y son las tres de la madrugada.

Doy vueltas en la cama y no puedo volver a conciliar el sueño, me quedo mirando el techo de la habitación y prendo la lamparita que ilumina con luz tenue el lado de mi cama y me quedo pensando en el extraño sueño que acabo de tener, se sintió tan real y lo que más me da miedo es que eso haya sido un suceso real.


Es que mis sueños no me pueden estar dando una mala pasada, solo pensar en que mi madre y Matt se conocieran de antes me provocan náuseas.


Eso me hace recordar la nota que me entrego la amiga de mi madre, la busco entre mi armario en mis abrigos recordando en donde la dejé hasta que por fin doy con el papel releyendo las palabras escritas con sumo cuidado.


Salgo de mi habitación y me dirijo al despacho de mi padre suponiendo lo que ya sabía, está cerrado.


Pero no me voy a quedar de brazos cruzados así que decido ir a la habitación de mis padres y buscar el juego de llaves que son las réplicas que hay de todas las puertas de la casa.


Una vez mi madre me enseñó donde las guardaba por si llegaba a pasar cualquier emergencia, me dirijo al cajón donde ella guardaba sus joyas y cosas más preciadas hasta que descubro el juego de llaves en el último compartimento.


Ahora a probar todas las llaves, pasa un buen rato y ninguna es la indicada, solamente me queda una oportunidad y como si de un milagro se tratara la llave abre la cerradura.


Me adentro en el despacho y me dirijo al escritorio, prendo la lámpara para poder ver mejor, y empiezo a abrir todos los cajones, pero no hay nada útil que me ayude a descubrir el misterio que sobrelleva mi papá.


Solamente hay facturas, papelería y más facturas.


Me quedo sentada en el sillón mirando todo a mi alrededor a ver si hay algo que pueda darme una pista, y a lo lejos diviso una mueble de color gris que está en un rincón apartado de todo, es como un tipo de archivador, lo abro y encuentro un montón de documentos y carpetas por orden alfabético.

Reflejo del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora