dieciocho

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"La primera vez que le daba la espalda a un enemigo y fue para proteger a su hermano". Fue lo primero que pensó.

Aroa sintió como si el tiempo se detuviera. El aire alrededor se volvió denso, sus oídos zumbaban, y todo su ser se centró en la imagen de Ace, su rival, su amigo, su familia, sacrificándose por ellos. La mirada de Ace se encontró con la suya, sus ojos llenos de dolor pero también de una determinación inquebrantable.

—Ace...—murmuró Aroa, su voz quebrándose aún pálida de la imagen frente a ella. Lágrimas comenzaron a rodar por su rostro sin realmente notarlo. No quería dejar que Luffy viera esta escena, se rompería completamente.

Luffy, apenas consciente, miró a su hermano con horror y desesperación a pesar de que Aroa intentaba taparlo de su vista. Quería moverse, hacer algo, pero su cuerpo no respondía.

El crepitar de la piel quemándose de Ace frente a él era demasiado para cualquier persona. Akainu no mostró piedad en ningún momento, manteniendo su puño firme para asegurarse de quitarle la vida al pirata.

—¡No! ¡Ace!—gritó Luffy, su voz llena de angustia, cayendo hacia atrás por el impacto de la imagen.

Akainu, con una sonrisa cruel, retiró su puño, dejando a Ace de pie unos segundos antes de caer al suelo de rodillas. La sangre brotaba de su herida, mezclándose con el polvo y la lava.

Aroa cayó de rodillas junto a Ace, sosteniéndolo con desesperación. Luffy, con las pocas fuerzas que le quedaban, se arrastró hacia ellos, lágrimas cayendo por su rostro. La bruja intentó tocar la herida, intentó transferir su magia tal como lo había hecho consigo misma, pero no podía. Realmente, no podía. Gritó fuerte ante la frustración viendo sus manos llenas de sangre, sangre que no era suya. La herida era mortal. Akainu, en ese mismo instante, estaba siendo atacado por el resto de los piratas que buscaban venganza por la derrota de su compañero.

—Pensé que morirías al instante, Puño de Fuego Ace—dijo Akainu, su voz demasiado cerca para el gusto de Aroa, que miró en su dirección al instante. Akainu alzó otro brazo en su dirección.

—¡BASTA, YA BASTA!—Luffy sostenía a su hermano, tratando de alejarse del marine. El impacto estaba cerca; un segundo ataque y no sobreviviría ninguno de los tres.

—Tu oponente soy yo—dijo Jinbe, interponiéndose en el ataque del almirante y quemándose las manos sin importarle nada. Aroa se sorprendió pero no lo suficiente; aún intentaba transferir su energía a Ace.

Jozu y Marco se acercaron para atacar al marine y apoyar a Jinbe.

—Ace... Ace—murmuraba Aroa, manteniendo sus manos en la herida. Luffy intercambiaba su vista entre la bruja y su hermano, buscando esperanza en alguien que no le había fallado.

—Ace... no. Oye, ¿estarás bien, no? Ace, Aroa te está ayudando, ella es genial con la magia...—dijo Luffy entre sollozos, abrazando a su hermano. Portgas escupió sangre por la boca al intentar responder, pero se obligó a hacerlo.

—Perdóname, Luffy—respondió Ace con dificultad.—Fuiste... el mejor. Gracias por venir hasta aquí a salvarme, tú igual, Aroa. Pero creo que estoy algo cansado, perdónenme.

—Ni se te ocurra, Portgas—advirtió Aroa entre lágrimas. La magia se transfería, pero no estaba viendo buenos efectos; era demasiado lento, no era funcional en estas circunstancias para una herida de ese calibre.

—No digas eso, ¡vas a recuperarte!—sollozó Luffy. Buscó con la mirada a su amiga, viéndola esforzarse por ayudar de alguna manera.—¿Aroa?—La chica lo miró con duda y negó lentamente con la cabeza, provocando un quejido en Luffy. Con la mirada buscó a otra persona que pudiera ayudar.—¡Por favor, ayuden a Ace, no se queden ahí! ¡Ayuden a Ace!

witch | portgas d. aceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora