veintinueve

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Incluso desde afuera sintieron el olor a alcohol y tabaco que expulsaba el lugar.

La puerta del bar, que traía una cabeza de cerdo colgando, se abrió con un rechinido, y Ace y Aroa cruzaron el umbral, inmediatamente atrapados por la atmósfera vibrante y cargada. El lugar era mucho más amplio de lo que habían anticipado. Un techo alto, soportado por gruesas vigas de madera, resonaba con las voces de los clientes, mientras las paredes decoradas con redes de pesca y objetos marinos reflejaban la vida costera del archipiélago. El aire estaba denso con el olor a alcohol, tabaco y mar, un recordatorio constante de la proximidad del océano.

Habían muchas personas, todas con una sonrisa ebria en la cara cuando ni siquiera era media noche. Hombres, mujeres, ancianos e incluso uno que otro adolescente que probablemente se había colado entre las mujeres.

Ace y Aroa intercambiaron una mirada silenciosa. Ambos sabían que este era el momento perfecto de investigar, de mezclarse con los locales y recopilar la información que necesitaban de Newt de alguna manera. Sin decir una palabra, se separaron, cada uno tomando un rumbo diferente dentro del bullicioso bar.

Ace se dirigió hacia un grupo de pescadores que reconocía a la vista, reunidos cerca de la barra. Los hombres, curtidos por el sol y la sal del mar, lo reconocieron de inmediato, aunque no por su verdadero nombre. Pike fue el primero en hablar.

—¡Kaien! —exclamó uno de ellos, un hombre robusto con una barba desordenada— ¿Cómo estás hombre? Nos robaron todos los peces con la hermosa de Sen la última vez que nos vimos.

Ace sonrió forzadamente, asintiendo con la cabeza mientras tomaba asiento con los pescadores. Sabía que tenía que seguir el juego, así que aceptó el apodo sin corregirlos para entrar en confianza.

Los pescadores, ya estaban bastante animados por el alcohol, comenzaron a hablar sobre un próximo evento de peleas que se celebraría en el puerto. La emoción en sus voces era palpable, y Ace se vio arrastrado por la conversación, aunque mantenía su mente alerta para captar cualquier información útil.

—Va a ser un espectáculo, te lo digo —dijo uno de los hombres, golpeando la mesa con su jarra de cerveza—. ¡Los mejores luchadores de las islas estarán ahí!

—Dicen que el premio son quinientas monedas de oro, ¡ni siquiera son berry's! Me pregunto de dónde sacan el dinero.—El de barba más larga bebió hasta el último sorbo de su jarra antes de llamar al camarero para que le rellenara el vaso.

—Dicen las malas lenguas que los hijos del gobernador están dentro y ellos pusieron el premio.

—¡Entonces Dawkins si dará su espectáculo arreglando caras!—Todos soltaron risas y Ace se rió fingiendo entender a qué carajos se referían.

—Kaien, ¿Entrarás en la pelea? Tienes un buen físico, muchacho.—Ace lo miró con una sonrisa confianza mientras flexionaba su brazo para mostrar sus músculos, ganándose gritos y silbidos exagerados de parte de ellos.

—Tal vez lo haga, no lo sé.—Se encogió de hombros acomodando su cabello mientras comenzaba a beber de la jarra que le regalaron.

—¡Tiene que preguntarle a Sen si lo deja!—Y las risas le siguieron. Ace ignoró lo que sea que estaban haciendo y de quién estaban burlándose —de él— y se concentró en ese líquido color ámbar que se adueñaba de sus papilas gustativas. ¿Por qué diablo la cerveza de ese lugar era tan exquisita? Bebió todo el contenido de una sola vez, golpeando el vaso en la mesa de madera cuando terminó. Sin embargo, su atención se desvió cuando uno de los pescadores lo miró de reojo y soltó una pregunta inesperada.

—Oye, Kaien, ¿y Sen? ¿Dónde está?

Ace parpadeó, la confusión nublando momentáneamente su mente. El alcohol estaba haciendo su efecto más rápido de lo que recordaba. Ya no tenía la resistencia de su antiguo poder, y ahora, sin la protección de su fruta del diablo, el licor se mezclaba en su sangre con una intensidad que casi había olvidado, ya no se oxidaba rápidamente.

witch | portgas d. aceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora