Esta vez había sido mucho peor.Aroa fue sacada de su celda en plena madrugada, mientras la mayoría de los prisioneros dormían, incluido Ace. El joven pirata ni siquiera notó cuándo la llevaron hasta su celda, solo la vio cuando la arrojaron dentro y la esposaron por los tobillos.
—¿Aroa? —preguntó cauteloso al ver que la chica no se movía y, para sorpresa de todos, no se quejaba. Preocupado, Ace se removió en su lugar, intentando que las cadenas de sus brazos cedieran un poco para poder alcanzar a Aroa, que se encontraba cerca pero inalcanzable. Sus intentos fueron en vano, y gruñó de fastidio, haciendo sonar las esposas y grilletes con fuerza.
Pasaron horas, casi cuatro horas contadas por Ace, hasta que la chica empezó a despertar, entre quejas.
—Aroa. —La llamó, viendo cómo se retorcía en el suelo.—¡Aroa!
La pelinegra se giró, quedando frente a Ace pero aún tendida en el suelo.
—¿Podrías no gritar? Estoy tratando de sobrevivir aquí. —Habló con dificultad, tosiendo y dejando un rastro de sangre.
—¿Cómo estás? Llegaste inconsciente hace casi cuatro horas... —Preguntó con cautela, viendo las condiciones de su compañera de celda y preocupándose por su estado. La sangre corría desde su cabeza, había un hematoma creciendo en su estómago y pómulo derecho, y un rastro de sangre manchaba sus labios después de toser. Además, parecía tener dificultad para respirar mientras protegía su estómago con ambos brazos.
—Hoy fue horrible. —Respondió Aroa en voz baja y con dificultad, sin siquiera intentar limpiarse la sangre que le escurría por la boca. Su energía se veía agotada.—Fue horrible, eran como 20 personas, creo. Todos me golpearon.
Ace recordó cómo le habían hablado sobre las terribles torturas que los prisioneros enfrentaban, pero ver a Aroa en ese estado le provocaba una sensación de impotencia. No podía hacer nada desde el lugar donde estaba, y eso lo frustraba.
—Duerme un poco, así no sentirás tanto dolor. —Sugirió, sabiendo que era lo único que podía hacer por ella en ese momento.
—Si me vuelvo a dormir, me volverán a tomar desprevenida. No puedo bajar la guardia de nuevo.
¿Qué debería hacer? El comandante de la tripulación de Shirohige se sentía atrapado de todas las maneras posibles, sin poder ayudar a su amiga.
—Ven acá. —Aroa lo miró sin entender, estaban en el mismo lugar.—A mi lado, idiota. Yo estaré alerta por si vuelven los guardias.
—No es necesario, tú también debes descansar.
—No seas terca, mujer. A mí no me van a sacar hasta que me lleven a mi ejecución. —Puso los ojos en blanco.—Ven aquí, no seas orgullosa.
Aroa soltó una risa divertida y, con lentitud y dificultad, se acercó a Ace y se sentó a su lado. Luego, pensándolo mejor, lo miró de reojo.
—Serás mi almohada. —Sin esperar respuesta, Aroa se recostó nuevamente en el suelo, usando las piernas de Ace como almohada, bajo la mirada atenta del chico.—Al fin siento que no tendré tortícolis, genial.
—Claro, úsame de almohada. —Habló irónicamente Ace, observando cómo Aroa cerraba los ojos.—No me refería a esto cuando te pedí que estuvieras alerta.
—No me importa. —Lo ignoró la chica.—¿Me sigues contando anécdotas con tus hermanos? Tu aburrida voz me hará quedarme dormida.
Ace rió a carcajadas, sabiendo que Aroa no hablaba en serio.
—Si insistes. —Murmuró por lo bajo, soltando un suspiro mientras relajaba su cuerpo.—¿En dónde había quedado?
Con los ojos cerrados, Aroa respondió automáticamente.
—Luffy había descubierto tu escondite del tesoro junto a Sabo.
—¡Cierto! Entonces, el idiota quería unirse a nosotros. Con Sabo, queríamos silenciarlo, así que pensamos en matarlo. —Aroa soltó una risa con dificultad.—Por supuesto, no lo hicimos, pero uno de los piratas de Bluejam nos estaba buscando por el oro que habíamos robado, Luffy se dejó atrapar, él era un idiota...
Y así, Ace siguió relatando su recuerdo con emoción al revivir esas memorias que tanto amaba. Mientras tanto, Aroa pudo descansar lo suficiente mientras se perdía entre las palabras de Ace. Ambos encontraron un poco de alivio y consuelo en ese pequeño momento de compañía en medio del infierno que era Impel Down.
[• • • • •]
Ace observaba detenidamente a Aroa mientras dormía sobre sus piernas. Admiraba sus rasgos, esos lunares esparcidos por su cara, y decidió que su lunar favorito sería el que tenía bajo el ojo. Para Ace, resultaba irreal estar viviendo esta situación, y mucho menos con ella, a quien en algún momento había considerado como su rival. Recordaba las primeras veces que se cruzaron en distintas islas, cómo ella llegó al Moby Dick con total confianza, presentándose al hombre más fuerte del mundo como si fuera algo natural, sorprendiéndolo cuando el viejo Shirohige la abrazó con nostalgia.
Aroa era una pirata extravagante, inhumanamente fuerte para el físico que tenía, con una belleza excepcional que podría haberlo dejado embobado por ella, si no fuera porque la chica decidió abrir la boca y hablar con una actitud que le quitó todo el encanto, desafiándolo directamente y jactándose de ser mucho más fuerte que él.
Por supuesto, en aquel entonces, Ace no creía que una pirata altanera y arrogante podría vencerlo jamás en una pelea. Por eso, después de su primer enfrentamiento formal en una isla deshabitada, pero de dominio de Barbablanca, donde pelearon durante una semana sin descanso, tuvo que aceptar su derrota cuando Aroa lo venció limpiamente.
Eso debió haber sido hace dos años o menos, no lo recordaba con precisión.
—¿En qué piensas? —preguntó Aroa con voz adormilada, manteniendo los ojos cerrados, aún recostada en las piernas de Ace y sin intención de moverse de ahí.
—En nuestra pelea de hace dos años. —respondió Ace sin sorprenderse de que ella estuviera despierta, aunque la miraba de manera superficial.
—Te gané. —dijo Aroa con una sonrisa de suficiencia al recordar ese suceso. Ace sonrió ante el tono de voz.
—Lo hiciste. —admitió sin culpa, había sido un combate honorable.
—Yo creo que te volvería a vencer. —alzó ambas cejas con obviedad.
—En estas condiciones, no creo.
—Si fueran condiciones normales, te vencería igualmente. —admitió Aroa, abriendo los ojos, lo que los llevó a ambos a mirarse directamente.
—Eso habría que comprobarlo. —le desafió el pecoso con una sonrisa juguetona.
—Si logramos salir de aquí, tendremos que tener otra pelea. ¿De acuerdo?
Portgas sonrió sin ánimo, sabiendo que la próxima vez que saliera de ahí, no sería precisamente para eso.
—Claro, ahora sí perderás.
Sin embargo, no quería quitarle la ilusión. La convicción de Aroa y su confianza en sus habilidades eran algo admirable, y en el fondo, agradecía tener a alguien con quien compartir ese tipo de conversaciones incluso en medio de la terrible situación en la que se encontraban. A pesar de estar encerrados en Impel Down, ambos podían encontrar momentos de ligereza y amistad en medio del caos. La cercanía y la calidez del contacto con Aroa en aquel momento le brindaron a Ace un extraño consuelo que no sabía cómo catalogar. No estaba solo, había encontrado una compañera inesperada en aquella peligrosa prisión submarina.
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witch | portgas d. ace
FanfictionDebido a un plan fallido, Aroa, una hábil pirata, se ve envuelta en la inminente ejecución de Puño de Fuego Ace. Unidos por la determinación y los lazos forjados en prisión, lucharán contra el destino y desafiarán los límites en una carrera contrar...