quince

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Cuando Edward Newgate pisó el campo de batalla, la atmósfera cambió drásticamente. La bahía congelada, que antes había sido un terreno hostil, ahora parecía aún más peligrosa. Los marines, al notar su presencia, comenzaron a moverse nerviosamente, abandonando sus posiciones. Aroa, mientras esquivaba balas de cañón junto a Luffy, notó este cambio. ¿Era otro plan de ataque? No tenía tiempo para averiguarlo; su prioridad era seguir esquivando las balas de cañón que le rozaban la cabeza y dejando que las balas más pequeñas rebotaran en su piel, protegida por su haki.

De repente, sintió una ligera vibración en el aire, algo muy extraño. Luego, la sensación llegó a sus pies, desestabilizándola. Miró a su alrededor y vio cómo el hielo comenzaba a inclinarse, causando que muchos piratas y marines cayeran al suelo. Luffy fue uno de ellos.

—¡Sigue corriendo! —le gritó Aroa, tomándolo del brazo para estabilizarlo.

—¡¿Cómo no te caes?! —exclamó Luffy, sorprendido, a los ojos de Luffy ella ni siquiera se tambaleó.

—Tienes que cubrir tus pies con h... —Aroa intentó explicar, pero se interrumpió—. ¡No hay tiempo para explicaciones que no entenderás, solo corre!

Luffy aún no manejaba los conceptos del haki y sus usos. Aroa sabía que le enseñaría a no perder el equilibrio cuando fuera capaz de usarlo. Por ahora, su plan era aprovechar el caos.

Luffy de repente se detuvo, llamando la atención de Aroa.

—¡Mira el mar...! —dijo, atemorizado. Aroa lo miró y comprendió de inmediato.

Barbablanca estaba utilizando su aterradora fuerza descomunal. Las olas gigantescas se levantaban, y el hielo bajo sus pies se quebró en un segundo.

—Ay no...

Luffy cayó primero por una grieta, gritando asustado. Sin dudarlo, Aroa se lanzó tras él para sostenerlo. Luffy estiró sus brazos hasta ella y se aferró, pero Aroa no se agarró a nada de la superficie y cayó. Rió ante su propia estupidez.

—¡Sostén muy fuerte a Luffy!—Jinbe apareció en el momento justo. El gyojin agarró los tobillos de Aroa y, con fuerza, los lanzó de vuelta a la superficie. Aroa cayó nuevamente al suelo, sintiendo dolor en los pies por no amortiguar bien la caída.

—Justo a tiempo, Jinbe.—Suspiró Aroa mientras ponía sus manos en su cintura. Casi murió, otra vez.

—Nos salvaste, muchas gracias —agregó Luffy, sonriendo en cuclillas.

—No me agradezcas —respondió Jinbe. Luffy miró la turbulencia del mar a la distancia.

—El viejo está loco, acabará hasta con su tripulación —se quejó en medio de su asombro.

—Créeme, deben estar acostumbrados —dijo Aroa, haciendo un gesto con la mano. En ese momento, Barbablanca golpeó a un vicealmirante gigante, provocando una ola expansiva que casi llegó al patíbulo donde se encontraba Ace, pero los tres almirantes la desviaron a tiempo. Habían vuelto a sus posiciones originales; debían pasar por los almirantes para llegar hasta Ace. Luffy intentó escalar los muros pero fue interceptando siendo derribado brutalmente.

—¿Muros? —murmuró Aroa al ver cómo Luffy fallaba al intentar trepar los nuevos muros que aparecieron desde el suelo. Miró a Jinbe para preguntarle, pero él también estaba consternado.

Lo relacionó con el abandono de posiciones de los marines hace unos minutos. Los nuevos muros que circundaban los anteriores eran al menos tres veces más altos, hechos de acero reforzado y concreto, con rendijas para los cañones. Eran impenetrables.

Muchos piratas intentaron destruirlos con sus armas, pero no lograron hacerles ni un mísero rasguño. Estaban rodeados, siendo apuntados por los cañones. Sería un fusilamiento completo de todos los piratas.

witch | portgas d. aceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora