witch | portgas d. ace

veinticuatro

[ no a los lectores fantasmas; comenten para reírme y motivarme (es una amenaza) :) ]

El agua caliente caía en cascada sobre los hombros de Aroa, relajando sus músculos después de un día pesado. Mientras se enjabonaba, escuchaba el murmullo de voces provenientes de la casa. Ace y Newt estaban hablando sobre algo, probablemente una de las historias exageradas de Ace para entretener al niño. Sonrió, recordando la reciente pequeña discusión con Ace sobre su bienestar y cómo quedaron de acuerdo en hablar mutuamente con el otro para conocer su estado. Había pasado una semana desde que Ace había finalmente despertado.

Mientras se enjuagaba, notó algo inusual en su hombro izquierdo: una mancha oscura, casi como si la piel estuviera sucia. Frunció el ceño y comenzó a frotarla con el jabón con más fuerza, intentando quitarla, pero la mancha no se desvanecía. Confundida, levantó la vista hacia el espejo empañado, tratando de inspeccionar mejor su hombro.

—Debe ser un moretón o algo—pensó, intentando no darle demasiada importancia. Quizás era solo el resultado de un golpe que no recordaba haber recibido. Después de todo ayer estuvo transportando madera en su hombro y pudo haberse golpeado.

Cuando salió del baño, envuelta en una gran toalla, se encontró con Ace en la cocina, quien estaba peleándose con la cafetera. Newt, por su parte, estaba concentrado en una vieja radio de caracol, ajustando la sintonía para captar alguna señal.

—¿Todo bien, Ari? —preguntó Ace, levantando la vista del café que por fin comenzaba a hervir.

—Sí, todo bien —respondió ella, sonriendo levemente mientras se dirigía a su habitación para vestirse. No debía ir al muelle ese día pero sí debía trabajar en la casa, arreglar ese viejo techo que esperaba que no fuera un gran problema.

A lo largo de la mañana, Aroa no pudo evitar notar que su brazo izquierdo se sentía extrañamente caliente. Al principio lo ignoró, pensando que era un simple efecto del clima o el esfuerzo físico, pero a medida que avanzaba el día, la sensación se volvió más persistente, casi como una fiebre que se concentraba en esa área.

La sensación en su brazo izquierdo se volvió cada vez más extraña. Mientras cocinaba, sintió que el brazo le quemaba, como si tuviera fiebre. Se le cayeron varios utensilios, algo inusual en ella, pero lo atribuyó al cansancio, llevaba días sin descansar, solo ahora que Ace había despertado, podía ayudarle con la casa y cuidar medianamente de sí mismo, había bajado la intensidad de su esfuerzo pero seguía siendo extremo. Aroa siempre había sido fuerte, y no era común que experimentara debilidad en sus extremidades, pero decidió no preocuparse por solo un día.

Comieron a gusto, Ace repitiéndose por lo menos tres veces el plato con Newt intentando imitarle pero solo logrando terminar la mitad del segundo plato de spaghettis con albóndigas de carne gigante.

Después de comer, acordaron las tareas del día. Aroa se encargaría del techo y Ace junto a Newt estarían limpiando y ordenando la casa tomándose su tiempo. Se dirigió al patio trasero donde tenía apiladas algunas maderas. Había estado planeando reparar el techo desde hacía semanas, pero solo ahora había encontrado el tiempo para hacerlo. Con el brazo aún sintiéndose extraño, se puso a trabajar, cortando las maderas para hacer tablas que pudieran cubrir los agujeros en el techo. El sol estaba en su punto más alto cuando finalmente terminó y subió al techo con las herramientas en mano.

—¡Ari! ¿Ya tapaste ese agujero? —La voz de Ace se escuchaba desde el interior de la casa, un tono de impaciencia mezclado con preocupación. Probablemente había visto la tormenta que se asomaba desde el horizonte. Tendrían unas nubes lluviosas en unas horas si el viento no cambiaba la dirección pronto.