veinte

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Al día siguiente, cuando el doctor Jack volvió para revisar a Ace, Aroa se encontraba inquieta en su lugar, observando con atención el minucioso trabajo que realizaba el anciano. Sus pensamientos no dejaban de divagar en la posibilidad de que Jack pudiera delatarlos en cualquier momento.

El doctor Jack no solo era experto en su área médica, sino que también parecía estar muy bien informado sobre la realidad del mundo, algo poco común en esa isla. Había mencionado a Ace, y si sabía de su existencia, conocía la magnitud de su situación. Con una simple llamada podría entregarlos a la Marina, enviándolos de vuelta a Impel Down o, peor aún, a una ejecución directa sin aviso.

—Y... Doctor Jack —comenzó Aroa, tratando de sonar casual—, ¿cómo se convirtió en médico? Esta isla está bastante alejada del Grand Line, y me imagino que debe ser difícil incluso salir a pescar, como para estudiar medicina...

El doctor no apartó la vista de la herida de Ace mientras respondía.

—Oh, soy un ex marine —se encogió de hombros.

Aroa abrió tanto los ojos que sintió que se le podrían salir de su cara. Tosió sutilmente sobre su puño, intentando disimular su sorpresa. El anciano ignoró su reacción exagerada y continuó limpiando la herida de Ace con precisión, murmurando para sí mismo alabanzas al ver que había mejorado levemente.

—¿Un ex marine? Qué interesante... —se rió sutilmente, sabiendo que ayer había mencionado que Ace era un pirata. Ya lo había arruinado, eso de ser sutil no va con su personalidad.

—Vicealmirante Jack Dawkins, médico naval —se presentó, alzando una mano extendida sobre su sien en un saludo formal. Aroa sintió que palidecía al prestar más atención al hombre. Aunque era alto, su figura escuálida no coincidía con la imagen típica de un marine retirado. Bajo esa ropa holgada que usaba y la bata desgastada podría estar ocultando sus años de entrenamiento.

—¿Vicealmirante, dice? Dicen que son muy fuertes.

—Así es. Y por supuesto, fui uno de los mejores. ¿Conoces al Héroe de la Marina? Garp y yo fuimos un buen dúo hasta que nuestros caminos se separaron. A pesar de ser un cascarrabias, Garp es un muy buen amigo mío —añadió Jack, haciendo un fuerte amarre en las vendas que rodeaban el torso de Ace.

Aroa sintió un escalofrío recorrer su espalda. ¿Cuántas cosas más sabía este hombre?

—¿Sabes que una parte de la Guerra se transmitió en vivo? —continuó Jack—. El viejo John, el dueño del bar más nefasto de este pueblo, tenía un den den mushi en su bar ese día...

El corazón de Aroa se aceleró. Estaban atrapados. Cerró los ojos por un segundo y, al abrirlos, se encontró con la mirada penetrante del doctor Jack. El anciano sostenía un bisturí, presionándolo levemente contra el cuello de Ace mientras le sonreía con una calma perturbadora.

—Así que, ¿Bruja de Jade, Aroa? Un gusto. No nos habíamos presentado formalmente —dijo Jack, su tono burlesco que no coincidía con esa amable expresión.

La rabia y el miedo se mezclaron en el interior de Aroa. Sus ojos brillaron con un tono verdoso mientras la magia comenzaba a emanar de su cuerpo. Se preparaba para atacar cuando el doctor Jack estalló en carcajadas, retirando el bisturí y apartándose de Ace.

—¡Relájate, niña! —dijo entre risas—. Si quisiera dañarlos, eso ya habría ocurrido hace tiempo.

Aroa, aún tensa, bajó lentamente su guardia, aunque sus ojos seguían lanzando chispas en un verde despampanante.

—¡Me habías preocupado! —se quejó, cruzándose de brazos.

—Vamos, vamos, no te pongas así —respondió el doctor Jack, todavía sonriendo—. Soy amigo de Garp, te lo acabo de decir, conozco a Ace desde que era un mocoso insolente que pateaba mis espinillas. Si realmente quisiera hacerles daño, no me habría molestado en curar esa herida.

witch | portgas d. aceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora