35.

24 6 3
                                    

Uno de los guardias se acercó para avisarle algo a Oliver. Le hablo sobre el hombro pero Keith no escucho hasta que Oliver habló.

—puedes hablar con libertad frente a él.

—perdón señor bennet, sun nos dijo que no lo alteraramos. —dijo el guardia. —sun nos llamó y dijo que llegó su abuelo a la mansion, que quiere entrar pero ellos no abrieron las rejas.

—¿y los guardias?

—ellos impiden el paso de los extraños, sin embargo lleva más de tres horas ahí.

—¿por qué no envías a la guardia del rey? —ambos vieron a Keith como si dijera algo gracioso.—no me vean así, la madre de otis esta de vacaciones en su casa de campo hace semanas, ahí fui con mis padres la última vez, tiene al menos 40 personas con ella, siendo el duque no negara ayuda, incluso puedo decirle que vaya a la mansion con sus guardias.

—¿la madre de otis? —Oliver rodó los ojos pensando en si conocía a la mujer. Recuerda que la madre de otis también estuvo en la guerra hace 20 años. Pero él solo era un niño y ambos regente, se mantienen muy al margen.

—si, invitemosla, te gustara. Ella es como decirlo, una mujer especial, se parece a mi abuelo. También regresemos a casa, los mellizos están ahí, si ella va llegara en menos de una hora desde su casa...

—quería pasar otra noche contigo aquí. —refunfuño Oliver. El guardia blanqueo los ojos, dicen que hasta el perro más salvaje tiene su debilidad.

Keith afirmó el codo en la mesa y olvidando que estaba el guardia, en un intento por convencerlo.

—mi habitación está a 3 metros de la tuya y de tu oficina. Puedes dormir ahí cuando quieras.

—¿puedo?— El tutor asintió con una sonrisa—recojan nuestras pertenencias en el hotel, terminaremos de comer, ustedes también deben comer antes de irnos.

—y sobre su abuelo.

—yo llamaré —dijo Keith y el guardia asintió para luego irse.

Keith tomo su teléfono, oliver sabe que la conexión qué tiene Keith con la familia de otis no es normal, son muy apegados al tutor de alguna forma que es difícil de descifrar para él.

—¿madre yena?

—corazón, días sin saber de ti,
supe que estabas enfermo pero
Otis tuvo que volver a casa.

— Tanto tiempo sin escuchar
tu voz, lo estuve pero
fue lo de siempre,
nada de que preocuparse,
quería pedirte un pequeño favor,
si sigues en la casa de campo...

—sigo aquí, hasta que mi
esposo venga a pedir perdón.

—alguien está en la casa
del duque de alburi pero
aunque su guardia lo eche sigue molestando a su familia mientras estamos de viaje, podrías prestarnos un poco de tu poder, si vas a la mansion, te devolveré el favor.

—voy en amino, y así me explicas la situación.

—Es su abuelo.

—comprendo,
entonces nos vemos más tarde.


Colgó la llamada y miro a Oliver, volvió a soltar esa sonrisa suave.

—termina de comer, si quieres pedir algo más...

—mmm—respondió comiendo un bocado, de nuevo se sonrojo —no puedo comer demasiado ahora. Haré la cena cuando lleguemos con los mellizos.

Oliver lado su cabeza y asintió, él si podía seguir comiendo todo lo que había, ni siquiera sabía porque tenía un hambre tan voraz.

Oliver le escribió a su que la esposa del rey iba en camino y disfruto de los pocos minutos que le quedaban en la ciudad.

Una vez listo fueron acompañado de los guardias a abordar y regresaron a casa.

El anciano callahan llevaba horas esperando afuera de la mansión, su poder era limitado al lado del duque, sus guardias eran menos y sus derechos sobre la familia también, el poco poder que le quedaba solo era por estar relacionado con su nieto, de no ser así, la familia habría quebrado hace mucho tiempo.

Su esposa dentro del auto junto a su hijastra, lo vieron sin emoción, la mujer solo llegó a esa familia pensando que podría tener algo de poder y por un corto tiempo así fue. Sin embargo, nunca obtuvo aprecio del actual duque, menos su abuelo que más bien era repudiado y ella sabía muy bien que el anciano ya no tenía una pizca de autoridad sobre sus nietos.

Oliver agradeció que Keith se durmiera en cuanto bajaron del avión, apenas eran las siete de la tarde pero habían tenido un día ajetreado. Su auto se detuvo frente al auto de su abuelo y otro más. La guardia real, tal como dijo Keith,  aguardaba en orden en la puerta.

—te dije que tienes prohibida la entrada por los mismos trucos qué intentas hacer siempre y lo vuelves a hacer, peor aun, vienes después de eso a mi propia casa.

—traje a antonella, quiero que la recibas aquí, se casara contigo.

Oliver sonrió de lado y vio a su guardia. El hombre sacudió la cabeza con fuerza.

—tú no tienes ese poder sobre mi, y aunque lo tuvieras, no obedeceria, así que vete, fueron demasiado amables, no quería que Keith viera a esta gente aquí, disparales a alguna extremidad y arrastralos hasta sacarlos del terreno.

Oliver sintió como alguien corrió por la tierra y piedra del suelo hasta llegar a él.

—Oliver, tenía muchas ganas de verte. —dijo con voz chillona y sonrió como una niña. Una desagradable niña de 25 años.

Oliver quiso tomar aire antes de gritarle con su voz de mando, sin embargo cuando la empujó sintió que se movió muy fácilmente. No lo había notado, el auto estaba demasiado lejos. Pero cuando vio la escena sintió que pasaba en cámara lenta. Las uñas de Keith se enterraron en su cuello y mejillas, la jalo hacia el piso haciendo que cayera como un costal contra la tierra.

Todos se activaron de la nada y parecían querer atacar a Keith mientras el anciano empuño su bastón para azltsrlo contra Keith pero el omega solo le dio una mirada desinteresada y uno de los guardias, golpeó al viejo con la parte de atrás de su rifle y le apuntó a la cabeza.

—¿Keith, te encuentras bien? —Pregunto el guardia.

—muy bien Fabián, gracias.

El hombre sonrió con rostro felino y le habló nuevamente.

—yena nos dijo que siguiéramos las ordenes del duque.

El alfa asintió y agradeció.

—sáquenlo de aquí con toda su prole. Si es necesario recurrir a la violencia, pueden hacerlo.

El omega del duque Donde viven las historias. Descúbrelo ahora