ZENITSU

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=Tu esposo se pone celoso.


Era una mañana soleada en la casa que compartías con tu esposo, Zenitsu, y tu hija, Ayame. El sol brillaba a través de las ventanas, llenando la casa con una luz cálida y acogedora. La vida era pacífica y feliz, y la risa de Ayame resonaba en todas las habitaciones, llenándolas de alegría.

Zenitsu estaba en la cocina, preparando el desayuno. A pesar de su naturaleza a veces asustadiza, había encontrado una increíble paz y felicidad en su vida familiar. Te adoraba a ti, su esposa, y a Ayame, su preciosa hija.

—¡Papá, mamá, miren lo que me dieron! —gritó Ayame, entrando corriendo a la cocina con una gran sonrisa y un ramo de flores en las manos.

Zenitsu se dio la vuelta, y al ver las flores, su sonrisa se desvaneció rápidamente, reemplazada por una expresión de celos intensos.

—¿Quién te dio esas flores, Ayame? —preguntó, tratando de mantener la calma pero sin poder evitar que su voz sonara un poco tensa.

—Un chico de mi clase, papá. Me dijo que eran para la niña más linda de la escuela —respondió Ayame inocentemente, mientras se subía a una silla para mostrarte las flores.

Zenitsu se quedó congelado por un momento, y luego su expresión se transformó en una mezcla de incredulidad y celos.

—¿Un chico? ¿Qué chico? ¿Cómo se llama? ¿Dónde vive? —empezó a preguntar rápidamente, su voz cada vez más alta y aguda.

No pudiste evitar reírte ante la reacción exagerada de tu esposo. Te acercaste a él y le acariciaste la mejilla, tratando de calmarlo.

—Zenitsu, cálmate. Ayame es solo una niña. Es natural que los chicos se sientan atraídos por ella. Además, es solo un ramo de flores —le dijiste suavemente, aunque con una risa en tu voz.

—¡Pero es nuestra hija! No quiero que ningún chico se le acerque —respondió Zenitsu, cruzando los brazos con una expresión de terquedad.

Ayame, mientras tanto, había comenzado a hacer un ramo más pequeño con las flores, canturreando felizmente para sí misma, ajena a los celos de su padre.

—Zenitsu, amor, ella eventualmente crecerá y tendrá amigos, incluso chicos. Es parte de la vida —le recordaste, envolviendo tus brazos alrededor de su cuello y dándole un beso en la mejilla.

Zenitsu suspiró, relajándose un poco en tus brazos.

—Lo sé, lo sé. Pero es difícil. No quiero que crezca tan rápido. Y definitivamente no quiero que ningún chico la haga llorar —dijo, su voz ahora más suave y vulnerable.

Le diste otro beso, esta vez en los labios, y sonreíste.

—Siempre estaremos aquí para protegerla y guiarla. Y, además, ella tiene un papá increíble que la ama mucho. No hay nada que temer —dijiste, mirándolo a los ojos con amor.

Zenitsu finalmente sonrió y te abrazó con fuerza.

—Tienes razón. Lo siento, solo soy un padre sobre protector —admitió, riendo un poco.

En ese momento, Ayame se acercó a ustedes con su nuevo ramo de flores.

—¿Mamá, papá, miren lo que hice? —dijo, mostrando el ramo con orgullo.

—Es hermoso, Ayame. Eres muy talentosa —le dijiste, acariciando su cabello.

—Sí, es realmente bonito. ¿Puedo quedarme con una flor? —preguntó Zenitsu, sonriendo ahora con más tranquilidad.

—¡Claro, papá! —respondió Ayame, dándole una flor con una gran sonrisa.

Zenitsu aceptó la flor y la colocó detrás de su oreja, haciéndote reír.

—¿Qué? ¿No me queda bien? —preguntó Zenitsu, fingiendo indignación pero con una sonrisa juguetona.

—Te queda perfecta, cariño —dijiste, riendo y besándolo de nuevo.

La vida en tu hogar continuó con risas y amor, y aunque Zenitsu podía ser un poco celoso y sobreprotector, sabías que todo lo hacía por el amor profundo que sentía por su familia. Y eso, al final del día, era lo que hacía que cada momento fuera tan especial y lleno de alegría.

 Y eso, al final del día, era lo que hacía que cada momento fuera tan especial y lleno de alegría

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Mi hombre 

𝙆𝙞𝙢𝙚𝙩𝙨𝙪 𝙉𝙤 𝙔𝙖𝙞𝙗𝙖 [ᴏɴᴇ ꜱʜᴏᴛꜱ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora