Mis días son tranquilos, simples. No pido mucho en la vida; nunca he sido de los que necesitan grandes lujos o extravagancias. Lo que realmente aprecio son las pequeñas cosas, las que dan significado a mi existencia. Y la razón principal de mi felicidad es T/N, mi esposa, mi amiga, mi compañera de vida.
T/N es una mujer increíble. Trabaja arduamente, enfrentando cada día con una fuerza y determinación que me dejan asombrado. Ella se encarga de todo, asegurándose de que nunca me falte nada. Aunque sé que no tiene que hacerlo, ella insiste en darme todo lo que quiero y más. Es un gesto que valoro profundamente, pero la verdad es que todo lo que realmente necesito es a ella.
Mis días suelen comenzar temprano. Voy al mercado, eligiendo cuidadosamente los ingredientes para la cena que prepararé más tarde. Me gusta cocinar para ella, asegurarme de que, cuando llegue a casa, haya una comida caliente esperándola. Es mi manera de devolverle algo de todo lo que ella me da.
Después del mercado, me dirijo al gimnasio. Mantener mi cuerpo fuerte y en forma es importante, no solo por mí, sino también por ella. Sé que a T/N le gusta cuando estoy en buena forma, y me encanta verla sonreír al notar los resultados de mi esfuerzo. Es una forma de demostrarle que su cuidado y amor no pasan desapercibidos.
A pesar de mi apariencia seria, hay momentos en los que la extraño mucho. A veces, mientras estoy en el gimnasio o en el mercado, me encuentro pensando en ella, deseando que el día pase más rápido para poder verla nuevamente. La casa se siente vacía sin ella, y aunque soy un hombre fuerte, guapo y serio, su ausencia crea un vacío que solo su presencia puede llenar.
Cuando finalmente llega el momento de recibirla en casa, me planto en la puerta, esperando con mi habitual expresión seria. Pero tan pronto como la veo, levanto los brazos, y ella corre hacia mí, hundiendo su rostro en mi pecho. En esos momentos, siento cómo todo el estrés y el cansancio del día desaparecen, reemplazados por la calidez de su abrazo. Es como si su energía se recargara en mi pecho, y yo no podría estar más feliz de ser quien la recibe cada día.
T/N me ama profundamente, lo sé. Lo veo en la forma en que se preocupa por mí, en cómo trabaja sin descanso para asegurarse de que esté bien. Ella haría cualquier cosa por mí, por mantenerme a salvo, por darme todo lo que merezco. Y aunque a veces me pregunto si realmente merezco todo esto, me siento increíblemente afortunado de tenerla en mi vida.
Ella es más que mi esposa; es mi amiga, mi confidente, mi compañera en esta vida. No hay nada que pueda pedirle al destino, porque ya tengo todo lo que necesito en ella. Su amor, su cuidado, su dedicación, son lo que me mantienen enamorado, día tras día.
Y sé que, pase lo que pase, siempre estaré aquí para ella, con los brazos abiertos y el corazón lleno de amor, listo para recibirla cuando llegue a casa. Porque, al final del día, es su amor lo que me da fuerzas, y su felicidad es lo único que realmente importa.
Nuestro amor es simple, pero es perfecto en su simplicidad, y eso es lo que lo hace tan hermoso.
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