𝙆𝙞𝙢𝙚𝙩𝙨𝙪 𝙉𝙤 𝙔𝙖𝙞𝙗𝙖 [ᴏɴᴇ ꜱʜᴏᴛꜱ]

IGURO

=Iguro es un amor :)

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T/N estaba preocupada. Hacía semanas que notaba un comportamiento extraño en Iguro Obanai, el Pilar de la Serpiente. Cada vez que su mejor amigo Tanjiro se unía a ellos para comer, Iguro le ponía un entrenamiento extremo, casi mortal, mientras que a ella le daba ejercicios ligeros con descansos frecuentes y comidas deliciosas. Esta situación era confusa y preocupante.

Un día, decidida a aclarar las cosas, T/N se acercó a Iguro después de uno de esos entrenamientos. Lo encontró en el jardín del cuartel de los Cazadores de Demonios, sentado en silencio mientras miraba el cielo. T/N respiró hondo y se dirigió hacia él.

—Iguro-san, ¿podemos hablar? —preguntó, tratando de sonar calmada.

Iguro se giró para mirarla, su expresión imperturbable como siempre. Asintió levemente y se levantó, indicándole que se sentara a su lado.

—Quería preguntarte por qué... —comenzó T/N, pero justo en ese momento, tropezó con una piedra y cayó hacia adelante.

Antes de que pudiera reaccionar, cayó encima de Iguro, quedando ambos en una posición comprometedora. Sus ojos se encontraron, y T/N notó que las mejillas del Pilar de la Serpiente se teñían de un intenso color rojo. El tiempo pareció detenerse por un instante, y ambos se quedaron inmóviles, sin saber qué hacer.

Finalmente, T/N se levantó apresuradamente, avergonzada por la situación.

—¡Lo siento! —exclamó, sin poder evitar reírse nerviosamente.

Iguro también se levantó, intentando recomponerse. Pero antes de que pudiera decir algo, T/N notó algo en sus ojos, algo que no había visto antes. Era una mezcla de ternura y nerviosismo.

—¿Estás bien? —preguntó él, su voz más suave de lo habitual.

—Sí, estoy bien. Solo quería saber por qué tratas a Tanjiro tan duramente en los entrenamientos y a mí de forma tan diferente —dijo T/N, todavía sonriendo.

Iguro pareció dudar por un momento, pero luego respiró hondo y decidió ser honesto.

—Es porque... porque me importas mucho, T/N. No quiero verte sufrir. Tanjiro puede soportarlo, pero tú... no quiero que te lastimes —confesó, su voz llena de sinceridad.

T/N sintió cómo su corazón se aceleraba. No esperaba una respuesta tan directa. De repente, todos los momentos extraños, las miradas furtivas y los entrenamientos desiguales cobraron sentido.

—Iguro-san... —comenzó, pero antes de que pudiera continuar, él se adelantó.

—No sé cómo expresarlo bien, pero me he dado cuenta de que me importas más de lo que debería. Quiero protegerte, cuidarte. Y cuando Tanjiro está cerca, me pongo celoso porque él puede pasar tiempo contigo sin restricciones. Sé que suena infantil, pero no puedo evitarlo —dijo, mirando al suelo.

T/N se quedó sin palabras por un momento, pero luego sonrió ampliamente.

—Iguro-san, me alegra escuchar eso. Siempre me has importado mucho también —dijo, acercándose un poco más.

Antes de que pudieran decir algo más, Tanjiro apareció corriendo hacia ellos, con una expresión preocupada.

—¡T/N! ¡Iguro-san! ¿Están bien? Escuché un ruido y pensé que algo malo había pasado —dijo, respirando con dificultad.

T/N y Iguro se miraron y luego estallaron en carcajadas. La situación era demasiado ridícula para no reírse.

—Estamos bien, Tanjiro. Solo hablábamos —dijo T/N, todavía riendo.

Tanjiro se unió a la risa, sin entender del todo lo que había sucedido, pero contento de ver a sus amigos felices.

A partir de ese día, las cosas cambiaron para mejor. Iguro comenzó a entrenar a Tanjiro con un poco más de moderación y se volvió más abierto con sus sentimientos hacia T/N. La tensión entre ellos desapareció, reemplazada por una nueva comprensión y cariño.

El final fue cómico y feliz. T/N y Iguro comenzaron una relación llena de amor y risas, mientras Tanjiro seguía siendo el amigo leal y protector que siempre había sido. Juntos, enfrentaron los desafíos del mundo de los Cazadores de Demonios con una sonrisa en sus rostros y amor en sus corazones.