Sabito, siempre calmado y atento, cuidaba de ti como si fueras lo más preciado del mundo. Desde el momento en que supo que estabas embarazada, se convirtió en una sombra constante a tu lado, asegurándose de que no hicieras ningún esfuerzo innecesario.
Esa tarde, mientras intentabas levantarte del sofá, Sabito rápidamente se acercó, con una sonrisa suave en los labios. "No te esfuerces, amor. Deja que lo haga yo", dijo, ayudándote a levantarte con una ternura que a veces parecía exagerada.
Había momentos en los que te miraba fijamente, sus ojos llenos de admiración. "Eres tan hermosa... ¿sabes? A veces pienso que después de este bebé, debería darte otro... solo por lo hermosa que te ves", te decía con una pequeña risa juguetona, pero sus palabras venían del corazón. Te abrazaba suavemente, protegiéndote como si fueras su tesoro más grande, temiendo que cualquier cosa pudiera hacerte daño.
Hotaru Haganezuka:
Hotaru, el serio y apasionado creador de espadas, nunca fue el tipo más expresivo, pero desde que supo de tu embarazo, se volvió aún más protector. Al principio, no sabía exactamente cómo actuar. Quería asegurarse de que estuvieras cómoda, pero a su manera, todo era un poco... extremo.
Un día, mientras intentabas cocinar algo ligero, Hotaru irrumpió en la cocina con una expresión de preocupación. "¡No! No deberías estar de pie, déjame hacerlo", insistió, quitándote las cosas de las manos. A pesar de que no era el mejor cocinero, se las arregló para preparar algo decente.
Cuando te veía descansando, a veces te miraba tan intensamente que no podías evitar reírte. "¿Qué pasa?", preguntabas, y él simplemente respondía: "Eres demasiado hermosa... es peligroso dejarte sola", como si tu belleza fuera algo que debiera proteger con más fuerza que cualquiera de sus espadas. En su mente, ya planeaba hacerte otro hijo en cuanto naciera el primero, sólo porque eras "perfecta".
Tengen Uzui:
Para Tengen, el pilar del sonido, todo era "extravagante", incluso cuidar de ti durante tu embarazo. Cada día era una oportunidad para hacerte sentir como una reina, no permitiéndote mover un dedo. Literalmente. "No, no, no, mi preciosa esposa no va a hacer nada que no sea descansar y verse espectacular", te decía con una sonrisa arrogante, siempre exagerando en todo lo que hacía.
Te rodeaba de lujos, llevándote flores, masajes y asegurándose de que siempre estuvieras rodeada de belleza y comodidad. Sin embargo, había momentos en los que te miraba, con una intensidad en sus ojos que no podías ignorar. "¿Sabes? Eres tan divina que después de este bebé... bueno, creo que es mi deber darte otro", decía con una risa confiada, abrazándote con firmeza y besando tu frente.
Kyojuro Rengoku:
Rengoku, siempre entusiasta y lleno de energía, se tomó su papel de protector con una pasión ardiente. Te seguía por toda la casa, asegurándose de que no hicieras nada que pudiera cansarte. "¡Deja que lo haga yo, mi amor! No quiero que te preocupes por nada", te decía mientras tomaba cualquier tarea de tus manos.
Cada día te miraba con una mezcla de admiración y asombro. "¡Eres la mujer más hermosa del mundo! A veces me pregunto si debería darte más hijos sólo para seguir viéndote así de radiante", decía con una risa fuerte y cálida. Estaba decidido a hacerte sentir amada y protegida, incluso si eso significaba exagerar en todo lo que hacía.
Douma:
Douma, con su actitud despreocupada pero encantadora, disfrutaba cada momento cuidándote. Siempre estaba cerca, asegurándose de que no hicieras nada que pudiera agotarte. "Oh, querida, no te preocupes por nada. Yo me encargaré de todo", te decía, sonriendo mientras te daba todo tipo de atenciones.
Te observaba con fascinación, como si fueras una obra de arte. "Eres tan hermosa que debería hacerte otro hijo sólo para que sigas viéndote así", te decía, medio en broma pero con un toque de verdad en sus palabras. Su obsesión por ti se volvía evidente, haciendo cualquier cosa para mantenerte feliz y segura.
Akaza:
Akaza, aunque fuerte y decidido, tenía un lado extremadamente protector cuando se trataba de ti. Desde que supo que estabas embarazada, no permitió que hicieras nada que pudiera ponerte en riesgo. Siempre estaba a tu lado, cuidando cada detalle.
Había momentos en los que te miraba fijamente, con una intensidad que sólo él podía tener. "Eres demasiado hermosa, T/N. Después de este bebé... creo que deberíamos tener otro", te decía con una sonrisa suave, pero sus ojos reflejaban una mezcla de amor y deseo. Estaba decidido a protegerte, incluso si eso significaba exagerar en cada aspecto de tu cuidado.
Muzan Kibutsuji:
Muzan, el rey de los demonios, no era alguien que dejara que las cosas se le escaparan de las manos. Cuidarte durante tu embarazo se convirtió en una obsesión para él. Te vigilaba constantemente, asegurándose de que estuvieras siempre a salvo. No permitía que nada, ni siquiera el más mínimo riesgo, te afectara.
A veces, te miraba con una mezcla de posesión y admiración. "Eres tan perfecta... debería hacerte otro hijo después de este. Sólo para mantener esa belleza intacta", decía mientras te acariciaba el vientre, su tono lleno de devoción y deseo. Su protección era intensa, casi abrumadora, pero siempre con el propósito de asegurarse de que estuvieras segura.
Enmu:
Enmu, con su naturaleza enigmática, se aseguraba de que todo a tu alrededor fuera cómodo y relajante. Le gustaba verte descansar, asegurándose de que no hicieras nada que pudiera ponerte en peligro. A veces, se acercaba silenciosamente, admirando tu belleza mientras dormías.
"Sabes, querida, eres tan hermosa... que me pregunto si deberíamos tener más hijos después de este", te decía con una sonrisa suave, pero en sus ojos había una chispa de deseo. Te cuidaba con una devoción casi obsesiva, haciendo cualquier cosa para asegurarse de que estuvieras siempre cómoda y segura.
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