La luna llena brillaba sobre la sede de los Cazadores de Demonios, iluminando suavemente los jardines y senderos. En una de las habitaciones más apartadas, el líder de los cazadores, Kagaya Ubuyashiki, descansaba en su futón, rodeado por una atmósfera de paz y serenidad. A su lado, T/N, el Pilar de la Sangre, se movía con cuidado, asegurándose de que todo estuviera en orden.
A diferencia de la calma que emanaba Kagaya, T/N era una ráfaga de energía y alegría. Siempre con una sonrisa en el rostro, contaba chistes y hacía bromas, incluso en los momentos más tensos. A pesar de sus personalidades opuestas, T/N sentía una profunda admiración y amor por Kagaya. Su serenidad, inteligencia y amabilidad la habían conquistado por completo.
—Kagaya-sama, ¿sabes por qué el tomate no pudo asistir a la reunión? —preguntó T/N, con una sonrisa traviesa.
Kagaya, con su habitual calma, sonrió débilmente y respondió:
—¿Por qué, T/N?
—¡Porque se quedó enlatado! —dijo T/N, soltando una carcajada.
Kagaya rió suavemente, apreciando el esfuerzo de T/N por levantar el ánimo en cualquier situación. Aunque su enfermedad lo debilitaba cada día más, la presencia de T/N siempre lograba iluminar su día.
—Eres increíble, T/N. Tu energía y alegría son contagiosas —dijo Kagaya, mirándola con ternura.
T/N se sonrojó ligeramente, pero no dejó que su entusiasmo disminuyera.
—Hago lo que puedo, Kagaya-sama. Además, no puedo evitarlo cuando estoy contigo. Eres la persona más increíble que he conocido —dijo, sentándose a su lado y tomándole la mano con suavidad.
A lo largo de los días, T/N pasaba cada momento posible con Kagaya. Leía para él, lo ayudaba con sus tareas, e incluso lo acompañaba en sus paseos por el jardín. Siempre había una broma o una historia divertida que contar, y Kagaya apreciaba cada momento.
Una tarde, mientras el sol se ponía, T/N y Kagaya se encontraban en el jardín, disfrutando del aire fresco. T/N se detuvo un momento, mirando el hermoso paisaje, y luego se volvió hacia Kagaya.
—Kagaya-sama, ¿puedo decirte algo? —preguntó, con una sonrisa nerviosa.
—Claro, T/N. Siempre puedes hablar conmigo —respondió Kagaya, mirándola con interés.
T/N respiró hondo y luego soltó:
—Sé que soy un torbellino de energía y a veces puedo ser un poco molesta, pero... estar contigo me hace realmente feliz. Eres tan fuerte, amable e inteligente. Me haces querer ser una mejor persona.
Kagaya, sorprendido pero conmovido, tomó la mano de T/N y la apretó suavemente.
—T/N, tú también me haces muy feliz. Tu alegría y dedicación son una luz en mi vida. Aprecio cada momento que pasamos juntos.
T/N sintió su corazón latir con fuerza. No pudo evitar reírse de la emoción.
—¡Lo sabía! ¡Sabía que no eras solo amable por ser amable! —bromeó, haciendo que Kagaya riera también.
La conexión entre ellos se fortaleció aún más. Pasaban los días compartiendo risas, historias y momentos de pura felicidad. A pesar de la enfermedad de Kagaya, su amor y admiración mutua crearon un ambiente de calidez y amor.
Una noche, mientras T/N contaba una historia especialmente divertida, Kagaya la interrumpió suavemente.
—T/N, quiero que sepas que cada día contigo es un regalo. Eres la persona más maravillosa que he conocido, y estoy agradecido por cada momento que pasamos juntos.
T/N, con lágrimas de felicidad en los ojos, se acercó y lo abrazó con fuerza.
—Yo también, Kagaya-sama. Eres todo para mí.
Y así, en medio de risas, bromas y momentos de ternura, T/N y Kagaya encontraron en su amor una fuerza que superaba cualquier obstáculo. A pesar de las dificultades, su relación floreció, demostrando que incluso en los momentos más oscuros, el amor y la alegría pueden iluminar el camino.
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