AKAZA

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= Se queda a tu lado


La luna iluminaba débilmente el pequeño pueblo donde vivía, sus pálidos rayos bañando las calles de piedra. Aunque no podía ver la luz de la luna, podía sentir su calma y serenidad. Mi mundo era un lienzo de oscuridad, pero mis otros sentidos estaban agudizados, permitiéndome percibir cosas que otros no podían.

Una noche, mientras regresaba a casa después de un largo día de trabajo en la tienda de té, escuché un ruido suave y sordo cerca del callejón detrás de mi casa. Era una respiración entrecortada, casi imperceptible para cualquiera que no estuviera prestando atención. Me acerqué cautelosamente, guiándome por el sonido.

Allí, en la penumbra, encontré a un hombre herido. Su presencia era imponente, pero había algo en su voz, una mezcla de fuerza y vulnerabilidad, que me hizo querer ayudarlo. "¿Estás bien?" pregunté, arrodillándome a su lado.

"Estoy bien," respondió, su voz profunda y controlada. "Solo necesito un lugar donde descansar por un momento."

Aunque no podía verlo, algo en su tono me hizo confiar en él. "Ven, te llevaré a mi casa," ofrecí, extendiendo mi mano para ayudarlo a levantarse. Sentí su mano fuerte y callosa tomar la mía con cuidado, como si temiera lastimarme.

Lo llevé a mi pequeña casa y lo ayudé a sentarse en una silla. "¿Cómo te llamas?" pregunté mientras buscaba vendas y agua para limpiar sus heridas.

"Akaza," respondió después de un momento de silencio. No sabía que estaba ayudando a uno de los demonios más poderosos de Muzan. Para mí, él era solo alguien que necesitaba ayuda.

Durante las siguientes semanas, Akaza se quedó conmigo, ocultándose del sol durante el día y saliendo solo por la noche. Yo hacía lo posible para mantenerlo cómodo y a salvo. Le ofrecía comida, aunque él raramente comía, y mantenía las ventanas cubiertas para que el sol no lo alcanzara.

Una noche, mientras compartíamos una cena sencilla, me sorprendí al escuchar una risa suave y genuina. Había dicho algo gracioso sin darme cuenta, y Akaza había reído. "¿Qué es tan gracioso?" pregunté, sonriendo.

"Tu sentido del humor," respondió, aún riendo. "Es refrescante."

Comenzamos a compartir más momentos así. A pesar de su apariencia imponente y su naturaleza reservada, descubrí que Akaza tenía un lado tierno y protector. Siempre estaba atento a mi seguridad, asegurándose de que nada me hiciera daño. A veces, podía sentir su mirada suave sobre mí, una mezcla de cariño y algo más profundo que no lograba descifrar.

Un día, mientras estaba en el jardín, sentí una mano cálida sobre la mía. "Gracias por todo lo que haces por mí," dijo Akaza suavemente. "No sabes lo mucho que aprecio tu ayuda y tu amabilidad."

"Es lo menos que puedo hacer," respondí, apretando su mano. "Eres mi amigo, y me alegra tenerte aquí."

Aunque Akaza siempre trataba de ocultar sus sentimientos, a veces dejaba salir su lado tierno. En una ocasión, me sorprendí al encontrarlo arreglando el jardín que tanto amaba. "Pensé que te gustaría," dijo, su voz llena de timidez.

"Es hermoso," respondí, sintiendo las flores con mis dedos. "Gracias, Akaza."

Nuestro vínculo se fortalecía con el tiempo, y aunque nunca hablábamos abiertamente de sus sentimientos, podía sentir su cariño en cada gesto y en cada palabra. Una noche, mientras estábamos sentados en silencio, le dije: "Eres muy especial para mí, Akaza. No sé qué haría sin ti."

Sentí su mano en la mía, apretándola suavemente. "Tú también eres especial para mí," respondió con una ternura que pocas veces dejaba ver.

Con el tiempo, Akaza se convirtió en una parte integral de mi vida. Su presencia me brindaba consuelo y seguridad, y nuestras noches estaban llenas de risas y conversaciones. Aunque sabía que ocultaba mucho sobre sí mismo, nunca dudé de su lealtad y cariño.

Una noche, mientras estábamos sentados bajo el cielo estrellado, sentí una paz profunda. "Gracias por estar aquí, Akaza," susurré, apoyando mi cabeza en su hombro.

"Siempre estaré aquí para ti," respondió, su voz firme y llena de amor. Y en ese momento, supe que, a pesar de la oscuridad que nos rodeaba, habíamos encontrado una luz en nuestra conexión, una luz que nos guiaría siempre.

 Y en ese momento, supe que, a pesar de la oscuridad que nos rodeaba, habíamos encontrado una luz en nuestra conexión, una luz que nos guiaría siempre

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𝙆𝙞𝙢𝙚𝙩𝙨𝙪 𝙉𝙤 𝙔𝙖𝙞𝙗𝙖 [ᴏɴᴇ ꜱʜᴏᴛꜱ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora