DOUMA

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=Eres su diosa


En un rincón oscuro del mundo, donde la luz apenas se atreve a entrar, se encontraba el templo de Douma, un demonio conocido por su crueldad y su retorcida obsesión por el placer y la belleza. El templo, una estructura majestuosa y siniestra, estaba decorado con estatuas y relieves que glorificaban su poder y su divinidad autoproclamada. Sin embargo, dentro de esos muros, se ocultaba un secreto aún más perturbador.

Eras tú, una joven atrapada en las garras de Douma. Desde el primer momento en que te vio, Douma había declarado que eras su diosa, la única razón de su existencia. Te había encontrado una noche, mientras caminabas por un sendero solitario, y desde entonces no había permitido que te fueras.

—No puedes irte, mi diosa —decía Douma con una voz suave y seductora, mientras sus ojos brillaban con una mezcla de adoración y locura. —Sin ti, mi vida no tiene sentido.

Estabas sentada en una lujosa habitación del templo, rodeada de riquezas y comodidades que Douma había acumulado para ti. Pero ninguna de esas cosas podía hacer desaparecer el miedo y la desesperación que sentías. Aunque Douma no te hacía daño físicamente, su obsesión y su constante vigilancia te hacían sentir como una prisionera.

—Douma, por favor, déjame ir —le suplicaste una noche, con la esperanza de tocar alguna fibra de humanidad en él. —No soy una diosa. Soy solo una persona.

Douma soltó una risa suave, casi musical, pero había un tono de amenaza en ella.

—Mi querida, eres mucho más que una persona. Eres mi diosa, mi razón de ser. Sin ti, moriría —dijo, acercándose a ti con una gracia inquietante. —¿No lo ves? Todo esto —hizo un gesto amplio hacia la opulenta habitación— es para ti. Todo lo que hago, lo hago por ti.

Su cercanía te hacía estremecer. Su apariencia, aunque hermosa y angelical, ocultaba una maldad profunda. Sus palabras, cargadas de amor enfermo, te hacían sentir atrapada en una pesadilla sin fin.

—No puedes seguir así, Douma —intentaste razonar con él. —Esto no es amor, es obsesión.

Douma inclinó la cabeza, como si estuviera considerando tus palabras, pero sus ojos seguían brillando con esa intensidad perturbadora.

—¿Obsesión? Quizás —admitió con una sonrisa torcida. —Pero es una obsesión hermosa, ¿no lo crees? Cada latido de mi corazón, cada pensamiento, cada deseo... todo es por ti, mi diosa. Y no permitiré que nada ni nadie nos separe.

Su descaro y su locura te dejaban sin palabras. Cada vez que intentabas encontrar una salida, Douma estaba allí, bloqueando tu camino con su presencia imponente y su amor distorsionado.

—Douma, esto no puede seguir así —dijiste con firmeza, tratando de mantener la calma. —Necesito mi libertad.

Douma suspiró y se sentó a tu lado, acariciando tu cabello con una ternura inquietante.

—Mi libertad está en ti, mi diosa. Si te pierdo, todo se desmorona. Mi existencia misma depende de tu presencia. ¿No entiendes cuánto te amo? —Sus palabras eran una mezcla de dulzura y locura, creando un torbellino emocional que te dejaba sin aliento.

A pesar de tus intentos de mantener la distancia emocional, había momentos en que su devoción enfermiza casi te hacía dudar. ¿Podría alguien amarte tanto que su propia vida dependiera de ti? Pero sabías que ese amor no era real; era una fantasía retorcida creada por un ser que no conocía límites.

Una noche, mientras contemplabas las estrellas a través de la ventana de tu prisión dorada, Douma apareció detrás de ti, envolviéndote en sus brazos fríos como el hielo.

—Las estrellas también te adoran, mi diosa. Todo en este mundo existe para venerarte —susurró en tu oído, su aliento gélido enviando escalofríos por tu espalda.

Luchaste por mantener la compostura y encontrar una forma de liberarte de su agarre.

—Douma, este no es el destino que quiero. Por favor, entiende eso —dijiste, con una desesperación creciente en tu voz.

Douma te giró para que lo miraras a los ojos, sus pupilas dilatadas reflejando una obsesión que parecía no tener fin.

—No necesitas un destino diferente, mi diosa. Aquí, conmigo, eres amada y adorada. Te protegeré de todo mal, incluso de ti misma, si es necesario —dijo, y su sonrisa se ensanchó con una ternura inquietante.

Te diste cuenta de que no había forma de cambiar su percepción. Douma estaba perdido en su propia locura, y no había palabras que pudieran sacarlo de ese abismo. La única esperanza que tenías era encontrar una manera de escapar de su amor enfermizo y retorcido.

Y así, cada día que pasaba, tu determinación crecía. Sabías que no podías seguir siendo la prisionera de un amor que no era real, de una obsesión que te robaba la libertad y la paz. Douma podía proclamarte su diosa, pero en tu corazón, sabías que eras mucho más que eso: eras una persona con derecho a vivir libre y a encontrar tu propio camino, lejos de las garras de un amor que no era amor, sino pura locura.

 Douma podía proclamarte su diosa, pero en tu corazón, sabías que eras mucho más que eso: eras una persona con derecho a vivir libre y a encontrar tu propio camino, lejos de las garras de un amor que no era amor, sino pura locura

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Riko :)

𝙆𝙞𝙢𝙚𝙩𝙨𝙪 𝙉𝙤 𝙔𝙖𝙞𝙗𝙖 [ᴏɴᴇ ꜱʜᴏᴛꜱ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora