KAIGAKU

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=Aún convertido en demonio no deja de coquetearte.

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El día había llegado. La Mansión Infinita era un lugar oscuro y laberíntico, donde el peligro acechaba en cada esquina. T/N, una cazadora de demonios con un espíritu valiente y un corazón decidido, había estado preparada para enfrentar cualquier cosa. Pero nada podía haberla preparado para la confrontación que ahora se desarrollaba ante sus ojos.

Kaigaku, el discípulo traidor que había abandonado la senda del honor para convertirse en un demonio, estaba frente a ellos. Sus ojos, antes llenos de arrogancia, ahora brillaban con una maldad que sólo un demonio podría poseer. Zenitsu, su antiguo compañero, estaba junto a T/N, su rostro mostrando una determinación que rara vez se veía en él.

—Zenitsu... —murmuró T/N, apretando el mango de su espada con fuerza. Sabía lo que debían hacer, pero el miedo y la tristeza la golpeaban con una fuerza inesperada.

Kaigaku, con su habitual desprecio, sonrió. —¿Miedo, T/N? Nunca pensé verte así. Es casi... decepcionante. —Su voz era una mezcla de burla y fascinación. Siempre había disfrutado del fuego que ella mostraba al defender a Zenitsu, pero ahora, ese fuego estaba mezclado con el miedo, lo que hacía la situación aún más interesante para él.

Zenitsu dio un paso al frente, interponiéndose entre Kaigaku y T/N. —No la toques, Kaigaku. Esto es entre tú y yo. —Su voz, aunque temblorosa, tenía una firmeza inusual.

T/N sabía que Zenitsu estaba decidido a acabar con Kaigaku, pero también sabía que no podía dejarlo hacerlo solo. Ella tenía que estar ahí, apoyándolo, incluso si su corazón estaba dividido entre el miedo y el deber.

—¿Realmente piensas que puedes vencerme, Zenitsu? —Kaigaku soltó una carcajada siniestra. —Siempre has sido un cobarde, y ahora piensas que puedes derrotarme solo porque has encontrado algo de valor. —Se lamió los labios, su mirada fija en T/N. —Aunque debo admitir que tener a T/N aquí hace todo esto mucho más... emocionante.

T/N sintió un escalofrío recorrer su columna. No era la primera vez que Kaigaku la miraba de esa manera, con una mezcla de deseo y malicia que siempre le había puesto los nervios de punta. Pero ahora, esa mirada era diferente, más oscura, más peligrosa.

—Kaigaku, no importa en qué te hayas convertido. —T/N levantó su espada, poniéndose en guardia al lado de Zenitsu. —Vamos a detenerte aquí y ahora. No eres más que un traidor, y vamos a hacer que pagues por lo que has hecho.

Kaigaku sonrió, mostrando sus colmillos afilados. —¿Así que finalmente has decidido enfrentarte a mí, T/N? Debo decir que me excita la idea de que seas tú la que intente detenerme. —Su voz era seductora y venenosa al mismo tiempo.

La lucha comenzó con una furia explosiva. Zenitsu, con su velocidad y precisión, atacó sin descanso, su espada lanzando destellos de luz. T/N lo seguía, moviéndose con una gracia mortal mientras intentaba apoyar a su amigo y compañero. Pero Kaigaku no era fácil de derrotar. Su poder como demonio era abrumador, y cada vez que se defendía, parecía estar jugando con ellos, disfrutando de la batalla.

—¡Zenitsu, cuidado! —gritó T/N cuando Kaigaku lanzó un ataque feroz. Pero Zenitsu, con un movimiento rápido, logró esquivarlo, contraatacando con una técnica que cortó el aire con un silbido agudo.

Kaigaku retrocedió, una expresión de sorpresa cruzando su rostro por un breve momento antes de que la burla volviera a aparecer. —Parece que has mejorado, Zenitsu. Pero no es suficiente. —Su mirada se desvió hacia T/N. —Y tú, T/N, siempre tan valiente. Me pregunto cómo sería tenerte a mi lado, luchando como una verdadera demonio. —Sus palabras eran un intento de distraerla, de desarmarla emocionalmente.

Pero T/N no cayó en la trampa. —Prefiero morir antes que unirme a un monstruo como tú. —Con esas palabras, lanzó un ataque directo, su espada dirigida al corazón de Kaigaku.

Kaigaku esquivó el golpe con facilidad, pero antes de que pudiera contraatacar, Zenitsu apareció a su lado, su espada brillando con una luz cegadora. —¡Ahora, T/N! —gritó.

Con toda su fuerza, T/N cargó contra Kaigaku una vez más, sus movimientos sincronizados con los de Zenitsu. La batalla se convirtió en un torbellino de espadas y relámpagos, una danza mortal donde cada paso podía ser el último.

Pero entonces, algo inesperado ocurrió. En medio de la feroz lucha, T/N notó un destello en los ojos de Kaigaku, una emoción que no había visto antes: desesperación.

—¡No! —gritó Kaigaku, lanzando un golpe desesperado que desvió la espada de T/N, dejándola vulnerable.

Zenitsu gritó el nombre de T/N, pero antes de que pudiera llegar a ella, Kaigaku la atrapó, sujetándola con una fuerza sobrehumana. —No puedo perderte... —murmuró Kaigaku, su voz llena de una extraña mezcla de rabia y desesperación.

T/N luchó, pero el agarre de Kaigaku era implacable. —Déjame ir, Kaigaku. ¡Déjame ir! —gritó, pero él no la soltaba.

Zenitsu, con los ojos llenos de furia, se lanzó hacia ellos, pero Kaigaku, en un último acto de locura, se preparó para matarla. —Si no puedo tenerte... nadie lo hará. —Con esas palabras, levantó su espada.

Pero antes de que pudiera hacer el golpe final, Zenitsu, con una velocidad increíble, lo alcanzó, clavando su espada en el cuello de Kaigaku. El tiempo pareció detenerse mientras Kaigaku caía al suelo, su cuerpo comenzando a desintegrarse.

—T/N... —susurró Kaigaku, sus ojos llenos de arrepentimiento y tristeza. —Lo siento... —Y con esa última palabra, desapareció, dejando atrás solo cenizas.

T/N cayó al suelo, exhausta y temblando, mientras Zenitsu la alcanzaba, tomándola en sus brazos. Ambos estaban cubiertos de sudor y lágrimas, sus corazones pesados con el dolor de la traición y la pérdida.

—Lo logramos... —susurró Zenitsu, su voz rota por la emoción.

T/N asintió, pero en su interior, sabía que había perdido algo más que una batalla. Había perdido a alguien que, a pesar de todo, había significado algo para ella, incluso si solo fue odio y miedo. Pero ahora, todo había terminado, y lo único que quedaba era el vacío dejado por esa lucha.

El final, aunque victorioso, estaba teñido de tristeza y desolación, dejando una marca en sus corazones que nunca desaparecería.

El final, aunque victorioso, estaba teñido de tristeza y desolación, dejando una marca en sus corazones que nunca desaparecería

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Lo vencieron con el poder de la amistad

𝙆𝙞𝙢𝙚𝙩𝙨𝙪 𝙉𝙤 𝙔𝙖𝙞𝙗𝙖 [ᴏɴᴇ ꜱʜᴏᴛꜱ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora