Desde pequeño, mi vida siempre fue un caos. Nací en una familia problemática, en un barrio donde las peleas y los gritos eran la norma. Mi actitud siempre fue distinta a la de los demás, no porque quisiera, sino porque no podía evitarlo. Soy depresivo, introvertido, y siempre he sentido una tristeza profunda que parece emanar de mi ser como una sombra que no me deja.
No es sorprendente que no tuviera muchos amigos. La gente evitaba acercarse a mí, como si mi tristeza fuera contagiosa, algo de lo que debían mantenerse alejados. Pero entonces llegó ella.
T/N. Una chica bajita de piel canela, con unos ojos cafés que brillan con una calidez que nunca había visto antes, y un hermoso cabello negro lacio que parece fluir como un río cuando se mueve. Latina, extrovertida, con una luz que irradiaba a su alrededor, haciendo que la gente se sintiera cómoda a su lado.
Nunca entendí cómo alguien como ella pudo fijarse en alguien como yo. Ni siquiera sé cómo terminamos siendo novios, pero de alguna manera lo hicimos. Y aunque no lo demuestre, soy muy feliz de estar a su lado. Ella es mi sol en medio de la tormenta, la única que ha logrado atravesar la oscuridad que siempre me rodea.
Pasar tiempo con T/N es lo que más disfruto. Aunque no siempre lo muestre con palabras o expresiones, tener su atención, sentir su presencia a mi lado, y ver cómo hace de todo para sacarme una sonrisa o levantarme el ánimo en mis peores momentos es algo por lo que estaré eternamente agradecido. No sé qué hice para merecerla, pero cada día agradezco a la vida por tenerla conmigo.
Cuando no la veo, la tristeza vuelve con fuerza. Mis hermanos se dan cuenta de inmediato cuando eso sucede, porque empiezo a derramar lágrimas sin poder controlarlo. No importa lo que esté haciendo, si no está ella, el vacío es demasiado grande. Entonces, ellos le marcan a T/N. Saben que es la única que puede calmarme, la única que puede devolverme la paz.
T/N tiene una forma única de hacerme sentir especial. Puede parecer que tengo una cara de inocente, pero cuando estamos en privado, la historia es otra. Me vuelvo meloso y atrevido, buscando cada oportunidad para tenerla cerca, para sentir su piel bajo mis manos. Me gusta deslizar una de mis grandes manos bajo su camisa, apretando suavemente uno de sus pechos mientras ella se pone nerviosa. Verla sonrojarse, sonreír tímidamente, solo para mí, es una sensación que no cambiaría por nada.
Nuestros besos no son menos atrevidos. Me encanta besarla profundamente, sin prisa, disfrutando de cada segundo, de cada reacción suya. Me gusta verla así, vulnerable, pero feliz. Saber que soy el único que puede hacerla sentir de esa manera me llena de una satisfacción que no puedo explicar.
Aunque mi vida sigue siendo complicada, y mi naturaleza depresiva nunca se irá por completo, tener a T/N a mi lado lo hace todo más llevadero. Ella es mi refugio, mi razón para sonreír, para seguir adelante. Y aunque no siempre lo diga, la amo con todo lo que soy.
El futuro es incierto, como siempre lo ha sido, pero mientras ella esté conmigo, sé que podré enfrentar cualquier cosa. Porque, al final del día, lo único que importa es que estamos juntos, enfrentando el mundo de la mano, con amor y una confianza que crece cada día más.
Y eso, para mí, es más que suficiente.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.