En la cima de un edificio de cristal, en una de las ciudades más poderosas del mundo, vivía T/N, una mujer cuya fortuna y poder eran incomparables. Su matrimonio con Tengen Uzui, un magnate empresarial de renombre, había sido un arreglo, una alianza entre familias que nunca tomó en cuenta los sentimientos. T/N y Uzui, aunque un dúo impresionante en sociedad, no compartían más que negocios fríos y conversaciones vacías. Todo era apariencia.
Uzui era encantador y atractivo, pero no logró tocar el corazón de T/N. Para ella, su vida con él era como estar enjaulada, luciendo perfecta ante el mundo mientras sus verdaderos deseos eran sofocados. Hasta que conoció a Giyu Tomioka.
Giyu era diferente, un hombre callado y serio, que trabajaba discretamente en uno de los negocios asociados a la empresa de Uzui. Era alguien que no destacaba a primera vista, pero algo en su naturaleza sumisa, obediente y reservada captó la atención de T/N. Donde Uzui la presionaba y le exigía ser una pieza más de su imperio, Giyu simplemente la escuchaba. La miraba con devoción, como si cada palabra que pronunciaba era un embrujamiento.
Comenzó de manera inocente. Algunas conversaciones robadas en los pasillos de la empresa, miradas cargadas de significado, y luego un encuentro en un bar discreto. Giyu jamás dudó. Se arrodillaba ante ella no solo con su cuerpo, sino con su alma. Sabía que T/N estaba casada, que su amor era prohibido, pero eso no lo detenía. Él la amaba profundamente, cada gesto suyo, cada palabra suave que susurraba era para él un bálsamo, un faro en su vida gris. Se entregó a ella sin reservas, permitiendo que T/N domine cada aspecto de su rostro, cada parte de su cuerpo.
En sus encuentros furtivos, él era todo para ella. Giyu, a diferencia de Uzui, la hacía sentir libre. Ella podía ser completamente ella misma, sin juicios ni máscaras. Giyu la adoraba, la complacía en todo, no solo por deseo, sino porque en su interior había nacido un amor incontrolable. Y aunque sabía que para ella quizás solo era una aventura, estaba dispuesto a seguir siendo su sombra, el refugio en el que podía encontrar consuelo.
Un día, T/N y Giyu escaparon juntos a un pequeño apartamento que ella había comprado secretamente. Allí, ella lo tenía completamente a su disposición, y él, obediente y sumiso, se dejaba llevar. En sus ojos solo había una devoción absoluta. Sin embargo, mientras sus cuerpos se fundían en un último abrazo apasionado, T/N sabía que este paraíso secreto no podría durar.
El peso de su vida con Uzui y el imperio que controlaban caía sobre sus hombros. Si él descubría esta traición, las repercusiones serían devastadoras, no solo para su reputación, sino para Giyu, quien sufriría las consecuencias. No podía permitir que eso pasara.
Esa misma noche, mientras Giyu dormía a su lado, T/N lo miró, el pecho apretado de dolor. Sabía que debía dejarlo ir, cortar ese lazo antes de que el mundo de su matrimonio los aplastara a ambos. Así que, al amanecer, dejó una carta en la mesita junto a la cama, sellada con un beso de despedida, y se marchó.
En la carta, le prometía que siempre lo llevaría en su corazón, aunque sus caminos no pudieran cruzarse de nuevo. Giyu despertó solo, con el corazón roto pero, al mismo tiempo, agradecido por haber tenido el privilegio de amarla, aunque sea por un breve tiempo.
Mientras tanto, T/N volvió a su vida de lujo con Uzui, pero algo en ella había cambiado. Aunque el matrimonio sigue adelante, su corazón ya no pertenece a ese mundo vacío. Ahora, una parte de ella siempre estaría con Giyu, y aunque nunca más volviera a verlo, sabía que había conocido el amor más puro que jamás volverá a experimentar.
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