Liam.
Tenía una crisis de identidad sexual. Bueno, igual ya era un poco tarde para eso. Teniendo en cuenta lo que había sucedido en las duchas del vestuario una semana atrás, la heterosexualidad quedaba descartada.
No era tan imbécil como para no ser consciente de ello. No sabía si era solo por Malik o de repente los chicos estaban en el menú del día para mí. La verdad era que, en los últimos días, me había encontrado observando a otros hombres en el campus en más de una ocasión, pero ninguno me provocaba nada ni remotamente parecido a lo que despertaba Malik. Ni de lejos.
En realidad, no me interesaba otro hombre que no fuera él.
El tipo me había roto. Ya ni siquiera conseguía mirar a una chica y encontrar algo interesante en unas tetas, y no hablemos de mis torpes y exasperantes intentos de satisfacerme a mí mismo.
Había perdido la cuenta de las veces que me había masturbado después de nuestro encuentro. Estaba constantemente cachondo e insatisfecho. Tenso como el jodido infierno y con un hambre eterna que no encontraba forma de saciar.
Con la certeza innegable de mi atracción por Malik flotando sobre mi cabeza a cada hora de cada día, y sabiendo que en el fondo quería repetir...
No, mentira, quería más de lo que habíamos hecho. Lo quería todo. Solo que no me atrevía a buscarlo o pedirlo, y él no parecía en absoluto interesado en mí.
Había afirmado que quería follarme antes de largarse y dejarme en la ducha exhausto y tembloroso y tan satisfecho como no recordaba haberlo estado antes. Mierda, nunca en toda mi vida había tenido un orgasmo como aquel. Lo que me había hecho ni siquiera tenía nombre. Me había obligado a suplicar, y al final sabía que habría dicho o hecho cualquier cosa para conseguir lo que deseaba.
—Hermano, vuelve a la Tierra. —Cop encajó su codo en mis costillas y casi me caigo de la silla.
Eché un rápido vistazo a mi alrededor. Estábamos en una de nuestras pocas clases comunes, rodeados de otros compañeros y con el profesor inmerso en una disertación tediosa y sin fin que no me ayudaba en absoluto a interesarme por sus cavilaciones. No sabía ni de lo que estaba hablando.
—Necesito que me confirmes lo del sábado para decírselo a Maddox, aunque deberías saber que ya cuenta contigo. Todos tienen que estar allí.
Rebusqué en mi mente. ¿Qué demonios había el viernes? En cuanto lo recordé, me derrumbé sobre el respaldo con un quejido.
—¿En serio tenemos que hacerlo?
Cop movió las cejas de un modo que pretendía ser insinuante, pero que resultó perturbador. Sonrió como un capullo y asintió.
—La subasta es por una buena causa, y la fraternidad tiene que ganar algunos puntos después del desastre de la última fiesta.
El sábado anterior las cosas se habían salido de madre en nuestra hermandad. La seguridad del campus había terminado por aparecer, el decano estaba furioso y se nos había limitado la realización de eventos festivos. Pero una recaudación de fondos benéfica siempre era bien recibida, solo que conseguir pasta en esa ocasión conllevaba que se nos subastara. A nosotros. Cada miembro tendría una cita con su compradora, una cena o algo por el estilo, que acabaría en sexo o no según el deseo de los implicados, aunque, como era obvio, esa última parte no constaba en el dosier que le habían pasado al decano para que aprobara el evento. Solo era uno de esos secretos a voces de los que nadie hablaba pero que todos conocían.
—Lexi ha dicho que pujará por mí —comentó Cop, frotándose las manos como un puto pervertido, aunque quién era yo para juzgarlo después de mi sesión con Malik.