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Zayn.

Tracé sus costados con la yema de los dedos sin apartar la vista de su rostro. La expresión de Liam era un puto festín para los sentidos. La forma en la que dejaba caer los párpados solo a medias, el aliento que silbaba a través de sus labios entreabiertos, cómo sus fosas nasales se expandían en determinados momentos y el suave rubor de sus mejillas.

Era precioso.

Le aparté la mano de mi erección para evitar que las cosas fueran demasiado deprisa; si no tenía cuidado, acabaría por correrme antes de metérsela. Y no estaba dispuesto a que eso sucediera.

Ni de coño.

Me incliné hacia un lado y saqué el lubricante y un condón del cajón superior de la mesilla. Liam me agarró de la muñeca antes de que pudiera lanzar el preservativo sobre la colcha y sostuvo nuestras manos unidas en alto.

—Has visto mis pruebas y yo las tuyas —comentó, y supe con exactitud lo que estaba diciendo. Lo que me preguntaba. Asentí y él añadió—: Quiero sentirte.

—Mierda, Liam.

Me precipité sobre su boca una vez más. Insaciable. Demasiado desbordado por las emociones como para encontrar algo más que decir.

A todos los atletas del campus se nos sometía a análisis periódicos y ya hacía días que Liam y yo habíamos compartido los resultados con el otro. Ambos estábamos limpios. Pero lo que aquello suponía iba más allá. Implicaba que esto era nuestro, que estábamos al cien por cien el uno con el otro.

—Solo tú y yo —murmuré contra sus labios.

—Solo tú y yo —repitió él, y no pude evitar gemir de aprobación ante la sincera aceptación.

Esa parte posesiva de mí que solo Liam despertaba se dio golpes en el pecho como un jodido animal. No quería algo casual con él; lo quería para mí. Solo para mí. Y de una forma aún más estúpida y egoísta, me sentí satisfecho de que fuera conmigo con quien iba a descubrir lo bien que podía sentirse estar con otro hombre.

Bajé por su cuerpo dejando un rastro de besos húmedos a mi paso. Entre beso y beso, no podía evitar levantar la vista para observar su rostro y comprobar que todo estaba bien. Que se sentía cómodo y tan excitado como yo, aunque su erección goteante dejaba pocas dudas al respecto y el calor que desprendían sus ojos prácticamente me quemaba la piel.

Me lo metí en la boca y gemí alrededor de su gruesa cabeza al probarlo. Olía y sabía tan bien. Joder, podría haberme pasado la vida chupándolo y, aun así, no habría tenido suficiente de Liam Payne.

Sin dejar de lamerlo, me embadurné los dedos de lubricante y los llevé hasta su entrada. Liam dio un respingo y se echó a reír. Fue una risita nerviosa que me hizo levantar la cabeza y brindarle una mirada tranquilizadora.

—Iremos tan lejos como desees. O no iremos en absoluto si eso es lo que quieres.

—No, quiero esto. Lo quiero todo —se apresuró a contestar.

Hundió la mano en mi pelo revuelto y tironeó de varios mechones, luego me empujó contra su polla con tal descaro que fui yo el que se echó a reír.

—Alguien está necesitado de cariño.

—Oh, cállate y chupa, Zayn —protestó, y yo aproveché sus quejas para presionar un dedo en su agujero.

Cualquier otra cosa que fuera a decir murió en su garganta y se transformó en un quejido ansioso. Lo tanteé con cuidado, muy lentamente; en un primer momento me limité a trazar círculos y a presionar de forma muy leve, intentando que se relajara. Pero luego me dije que había algo mucho más efectivo y que yo ya sabía que le haría perder la cabeza.

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