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Zayn.

—¡¿Qué demonios le has hecho a Liam?! —me gritó Cooper. Llevaba un buen rato haciéndolo y no podía culparlo por ello. Parecía evidente que me lo merecía.

En algún punto entre el momento en que me había despertado esa mañana y el instante en que abrí la puerta de entrada poco después, todo se había ido a la mierda. O a lo mejor no, quizá las cosas habían empezado a torcerse la noche anterior cuando decidí que era mejor ser un capullo egoísta y buscar refugio en el cuerpo de Liam y en su boca en vez de sentarme y tener una conversación incómoda con él.

—No estoy seguro —fue todo lo que se me ocurrió ofrecer como respuesta. Cooper parecía a punto de arrancarme la cabeza, mientras que Grayson me miraba receloso desde el otro lado de la cocina. Sinceramente, no sé cuál de sus dos actitudes me hacía sentir más avergonzado de mí mismo—. Mira, tengo que ir a solucionar algo...

—Y una mierda te vas a ir si no es a buscar a mi mejor amigo — prosiguió gritando, fuera de sí—. El mismo que ha salido de aquí casi a puñetazo limpio y se ha subido en un coche en dirección a solo Dios sabe dónde. Si le ocurre algo malo...

La posibilidad de que Liam sufriera algún tipo de daño me apuñaló el pecho. Dios, ni siquiera estaba muy seguro de cuánto la había cagado con él. Podía imaginar que había escuchado algo de la conversación con mi padre. Era lo único que se me ocurría. Que nos hubiera oído mencionar a Levy.

Joder, incluso debía de haberlo visto metido en el coche de mi padre.

Yo solo había vislumbrado su perfil a través de la ventanilla trasera y ni de coña pensaba acercarme a él hasta que no me quedara más remedio. Aún seguía aturdido por todo lo sucedido y no comprendía cómo demonios había acabado Levy con mi padre en la puerta de mi casa.

—Tengo que quitarme a mi padre de encima —dije, a sabiendas de que eso enfurecería más a Cooper.

Pero Matthew Malik no era de los que aceptaban un «no» por respuesta, y mucho menos que lo dejaran plantado. Tenía que arreglar aquel lío y descubrir cómo había llegado a producirse en primer lugar. Eso sin contar con que la idea de que Olson & Faulk quisiera representarme era justo la oportunidad que había estado esperando; por Dios, al parecer, los Rams ya los estaban tanteando y yo ni siquiera había firmado aún el contrato con la agencia.

Era una completa locura.

La clase de locura que habría querido compartir con Liam. Solo que él se había largado y no tenía ni idea de adónde podía haber ido.

—Voy a llamar a algunos de los chicos y a su hermano, pero si ninguno sabe nada de él ya puedes ir preparándote para salir por esa puerta y encontrarlo —repuso Cooper, y descubrí a Grayson asintiendo en silencio su conformidad—. Me importa una mierda lo que quiera tu padre. Como si tienes una cita con el puto presidente.

No podía culpar a Cop por demostrar lealtad hacia su mejor amigo, tampoco por preocuparse por él. Yo también estaba preocupado, joder. Mucho. Me sentía frustrado e impotente.

Cooper salió de la cocina maldiciendo.

—Ni siquiera sé por qué se ha ido —le dije a Grayson, aunque no era verdad. Tenía que ser por lo de Levy. El claxon del coche de mi padre resonó una vez más en el exterior y yo también maldije—. Llámame si os enteráis de algo. Tengo que... Volveré en cuanto pueda.

Grayson no dijo una palabra, aunque al menos asintió. Estaba claro que ninguno de mis compañeros de piso, a los que ya consideraba amigos, estaba demasiado contento conmigo en ese momento.

Joder, tampoco yo lo estaba.

Debería haberme metido en mi coche y haber seguido a Liam cuando se marchó. Hacerlo entrar en razón. O al menos pedirle que me dejara explicar lo que fuera que iba mal.

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