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Liam.

La victoria tuvo un sabor agridulce ese día, incluso cuando Chad no parecía demasiado preocupado y me felicitó por mi espectacular carrera como lo hicieron la mayoría de mis compañeros. Lo que había sucedido en el campo era solo una breve muestra de lo que podía ocurrirle a Zayn en la NFL, contra lo que tendría que luchar. Ser insultado, juzgado, señalado y vejado, y tener que morderse la lengua cada vez.

Me convencí de que él tomaría una buena decisión, más que nada porque me volvería loco mientras lo esperaba en el hotel si me dedicaba a creer lo contrario.

Pero aún quedaban más sorpresas desagradables por descubrir esa noche. Y un tropiezo con Matthew Malik fue solo la primera de ellas. El hombre no había obtenido la mejor primera impresión de mí, dado que solo nos habíamos cruzado el día en que apareció en nuestra puerta y yo abandoné la casa en estampida, pero, a decir verdad, yo tampoco tenía una buena opinión de él.

Así que supuse que estábamos a la par.

—Un buen partido —comentó una vez crucé la entrada de los vestuarios.

Mi novio ya se había marchado en busca de Foster, y muchos de mis compañeros iban de camino al hotel o al bar más cercano, al menos, los que tenían la edad legal para entrar en uno.

Deseé haberme ido con ellos.

—Señor Malik —lo saludé echándome la bolsa al hombro y poniéndome en marcha. Me había quedado clavado en el sitio al descubrirlo allí, pero no tenía ninguna intención de mantener una conversación con él—. Zayn ya se ha ido.

La verdad era que no se me había ocurrido pensar que, en realidad, estaba esperándome a mí.

—Mi hijo tiene una larga y prometedora carrera por delante —soltó a pesar de que yo ya había empezado a caminar por el pasillo.

«No te gires. No le hables.»

Me volví muy despacio, ignorando cualquier advertencia de mi cerebro. Quizá si no hubiera estado tan frustrado y nervioso, habría seguido adelante. Pero no pude evitarlo.

—Lo sé mejor que usted. Lo veo cada día en los entrenamientos y en cada partido que disputamos juntos.

Que el hombre estuviera allí esa noche ya era toda una novedad; nunca asistía a nuestros partidos, así que no entendía que pretendiera darme lecciones sobre el talento que yo ya sabía que tenía Zayn. La sombra de una media sonrisa asomó a su rostro y resultó curioso que, a pesar de que me recordarse mucho a la de Zayn, despertara el efecto contrario en mí. Mientras que yo tendía a gravitar de forma inevitable hacia Zayn Malik y sus preciosas, oscuras y sensuales sonrisas, la de aquel hombre solo me provocó un visceral rechazo.

—Ah, sí, pero los entrenamientos no es lo único que compartís, ¿no es así?

—Bueno, usted está casado, no seré yo quien tenga que explicarle cómo funcionan las relaciones y lo que conllevan.

Resultó evidente que el sarcasmo de mi respuesta no le gustó lo más mínimo y tampoco lo esperaba. Un hombre como él no estaba acostumbrado a que nadie le replicara. Agitó la cabeza de un lado a otro, pero su perturbadora mueca de desprecio no decayó.

—Descarado —señaló, y su mirada me barrió de pies a cabeza—. No puedo entender lo que Zayn ve en ti, pero sé lo rápido que se cansará...

Puse los ojos en blanco y me adelanté; ya estaba cansado de aquella pantomima.

—Mire, ahórrese el discurso. De lo que quiera que haya venido a convencerme, no va a funcionar. Si cree que este es el momento en el que usted me dice que no soy lo suficientemente bueno para su hijo y yo me derrumbo o alguna otra gilipollez por el estilo, va a llevarse una gran decepción. —La voz de mi madre me regañó por mis pésimos modales, pero, sinceramente, no tenía paciencia para soportar los alardes de alguien como Matthew Malik—. Le diré algo: es usted el que no conoce a su hijo y el que no lo merece, no yo. Ah, y permítame que le diga también que ejercer de chulo para Zayn es... asqueroso y una puta locura. Señor —escupí en el último momento, aunque sonó de cualquier modo menos respetuoso.

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