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Zayn.

Había planeado un ataque no tan directo para acercarme a Liam. Quizá incluso rondarlo un poco antes de hacerle saber que era yo. Pero Caleb, de algún modo, había sabido quién estaba bajo el casco en cuanto me había visto al otro lado de la sala. Y Liam tampoco parecía haber tenido ninguna duda al respecto.

Así que, visto que había intentado largarse e ignorarme otra vez, supuse que esto tampoco era una mala opción. Claro que la situación me estaba aturdiendo casi tanto como yo planeaba hacerlo con él. No había contado con que el tirón que Liam ya ejercía sobre mí, sin tener que hacer absolutamente nada que no fuera existir, aumentaría de forma exponencial cuando lo estuviera tocando de nuevo.

Era una tortura. Y el puto casco no ayudaba una mierda.

Dios, me moría de ganas de besarlo. Solo eso. Un beso. Llevaba demasiado tiempo sin poder saborearlo y... lo echaba de menos a un nivel en el que ya ni siquiera me iba a molestar en pensar.

Me arranqué el casco y lo lancé a un lado, pero no traté de hacer ningún otro movimiento que me llevase más cerca de su boca. Liam necesitaba oír
lo que tenía que decirle y, desde luego, yo no iba a poder explicarle nada con la lengua hundida en su garganta.

Me limité a dejar caer un roce de labios sobre su nuca y luego apoyé la frente en el mismo lugar. Liam se estremeció al percibir el gesto. Todo su cuerpo se aflojó, así que solté su brazo y moví los míos hasta colocarlos en la pared a ambos lados de su cuerpo.

Suspiré.

—Deja que te lo explique, Liam. Por favor...

No recordaba haber suplicado antes por nadie, ni siquiera estando con Levy. Ni siquiera cuando me encontré tan vulnerable después de hacer público que era gay y creí que ninguno de mis compañeros de equipo me miraría igual. Supongo que era un digno hijo de mi padre y no solo había heredado de él su arrogancia o la forma de exigir ciertas cosas. O tal vez solo se trataba de que nunca había deseado la atención y el perdón de alguien con tanta intensidad como lo hacía con Liam.

Cuando él no contestó, me dije que esa era toda la oportunidad que necesitaba.

—El chico que trajo mi padre, Levy —aclaré, aunque incluso decir su nombre hacía que la amargura me cubriera la lengua—, no es mi novio. Ni siquiera estoy seguro de que lo fuera alguna vez.

Nunca habíamos definido los parámetros de nuestra relación. Incluso cuando planeamos nuestra salida conjunta del armario, Levy seguía llamándonos «amigos». Yo siempre había creído que era porque le daba miedo admitir que éramos algo más mientras tuviésemos que escondernos; había supuesto que eso cambiaría cuando por fin no tuviésemos que hacerlo.

De todas formas, eso ni siquiera era lo realmente importante ahora.

—No lo he visto desde hace casi un año —proseguí, con la frente aún apoyada contra su nuca, respirándolo. Sintiéndolo con todo el cuerpo de una
manera que me hacía desear envolverlo con los brazos y no dejarlo ir jamás—. Te aseguro que ya no hay nada entre nosotros. Y tampoco lo va a haber.

—Lo oí, Malik —murmuró Liam. No podía verle la cara, pero estaba seguro de que había cerrado los ojos y hablaba entre dientes. Casi... dolido —. Oí lo que tu padre dijo y también lo que dijo tu agente. Olson & Faulk te quiere controlado, y no deja de ser tu mejor oportunidad para llegar a la NFL. Por Dios, era el puto Jeremy Foster el que estaba en nuestra puerta, y ya sabes cómo son las cosas en la liga profesional. Tu vida será un espectáculo, dentro y fuera del campo...

Lo agarré de los hombros y lo hice girar, pero no le di margen para escabullirse de entre mis brazos. Su sonrisa de chico de oro estaba ausente y había arrugas de tensión por todo su rostro. Y en todo en lo que yo podía pensar era en hacerlas desaparecer a base de toques suaves con las yemas de los dedos. Quería que sonriese de nuevo.

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