28.

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Zayn.

Liam había dejado muy claro que no quería saber nada de mí, lo cual había sido un duro y doloroso golpe. Uno muy grande que no había esperado. O sí. Pero que no encontraba manera de soportar. Los siguientes días fueron... Bueno, apestaron. No había mejor manera de resumirlo. Intenté hacerlo lo mejor posible para que la hostilidad de su trato no afectara a mi desempeño en los entrenamientos y el resto de nuestros compañeros no tuviera que lidiar con el malestar de los entrenadores.

No supe si lo conseguí del todo, aunque he de decir que Liam parecía estar esforzándose también por el bien común del equipo. En casa, la historia era muy diferente. Me ignoraba, pasaba mucho tiempo encerrado en su dormitorio o simplemente se largaba a la casa de la fraternidad, la biblioteca o solo Dios sabe dónde para no tener que verme.

Cooper y Grayson se quedaron varados en medio. No les envidiaba el lugar, la verdad. Incluso cuando yo sabía que Cop apoyaba a muerte a su mejor amigo, se mantuvo más o menos al margen y no alteró el comportamiento que tenía hacia mí; fue una suerte, porque la mierda parecía venirme de todos lados en esos días.

Acumulaba varios correos de Foster y llamadas de mi padre sin contestar, y sabía que no podía retrasarlo mucho más. También había recibido unas cuantas llamadas de un número desconocido que podía imaginar a quién pertenecía, pero al que tenía claro que sí que no contestaría. Nunca.

Para colmo, estaba hasta arriba de trabajos de clase y Maddox se había empeñado en que todos colaborásemos con la preparación de Halloween; al final, había logrado convencer de alguna forma al decano Davis de que éramos lo suficientemente responsables como para tener derecho a celebrar más fiestas.

Otro pobre al que le iban a caer hostias más temprano que tarde. No había manera de que una festividad como Halloween terminara sin alguna escenita, disturbio o incluso con media hermandad borracha y corriendo por el campus vestidos tan solo con una máscara o algún lamentable espectáculo similar. Si el decano hubiera sido listo, le habría prohibido a Maddox cualquier cosa que supusiera tener alcohol y hermanos en una misma estancia. Pero a saber en qué estaba pensando ese tipo.

Así que, para cuando la semana llegó y pasó, y el martes previo a Halloween se nos echó encima, todo lo que sabía de Liam era que su hermano vendría a pasar unos días. Y que me odiaba, eso también había quedado bien claro.

Las cosas no pintaban bien para mí. Había dejado de intentar hablar con él o darle cualquier tipo de explicación. Era terco como él solo, había que reconocérselo. Y yo estaba que me subía por las paredes.

Siempre que Liam entraba en la cocina o en el salón y yo estaba allí, mis nervios se iluminaban como un árbol de Navidad. Ese hecho continuaba sorprendiéndome y pillándome desprevenido por muchas veces que ocurriera. Y se volvía peor según los días avanzaban.

Estaba desesperado. Y jodido. Como no lo había estado nunca antes.

Sentado en el sillón, continué mirando la pantalla de mi móvil. Tenía un e-mail de Foster abierto y llevaba alrededor de veinte minutos leyéndolo y releyéndolo, y aún no sabía qué contestar.

Cuando oí la puerta principal abrirse, me incliné hacia atrás para contemplar cómo una versión más pequeña y algo más joven de Liam irrumpía en la casa. Miró alrededor y enseguida me descubrió allí sentado. Por algún motivo estúpido, me puse en pie mientras él avanzaba hacia mí dando saltitos con un entusiasmo que resultó encantador, incluso logró hacerme sonreír un poco.

—Hola —me saludó alegremente.

—Hola.

—Tú debes de ser Malik —dijo dándome un nada disimulado y concienzudo repaso de pies a cabeza.

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