Zayn.
—¿Te das cuenta de que Cooper o Grayson podrían haber entrado en cualquier momento? —señaló Liam—. Todavía pueden hacerlo.
Estábamos tirados en el suelo uno al lado del otro, medio desnudos aún y con la espalda apoyada contra los armarios de la cocina. Liam todavía trataba de recuperar el aliento y a mí me temblaban las piernas y me dolía el culo, aunque era un dolor agradable y más que bienvenido.
Había pasado un tiempo desde la última vez que había dejado que un tipo me follara. Mucho tiempo. Algo que no había compartido con Liam. De algún modo, pensaba que eso haría las cosas raras, algo estúpido seguramente. Pero hacerle saber que era la segunda vez que hacía algo así y que la primera había sido cuando era un adolescente cachondo y estaba aún en el instituto... Bueno, me hacía sentir vulnerable y expuesto.
Y, sin embargo, no habría cambiado nada de lo sucedido en aquella habitación. Lo había deseado. Lo necesitaba. Y Liam había cumplido de una forma brutal y había superado cualquier expectativa que tuviera al respecto.
Quería repetir. Pronto.
Me eché a reír. A pesar de la mierda de la reunión. A pesar de todo. Porque Liam hacía eso conmigo. Me hacía reír, me excitaba y arrastraba mis emociones de un lado a otro como si yo no fuera más que un maldito muñeco de trapo.
«Joder, chico de oro. ¿Qué has hecho conmigo?»
—No te reirías tanto si Cop nos hubiera pillado con los pantalones bajados y mi polla en tu culo —repuso Liam, malinterpretando el motivo de mis carcajadas.
—Habría sido divertido ver su cara, no te creas.
Cop y Gray se lo habían tomado muy bien esa mañana, pero apostaría a que saldrían corriendo si nos encontraban en una posición tan comprometida.
—¿Y bien? ¿Vas a contarme qué ha pasado?
Era de esperar que Liam preguntara y yo no sabía muy bien qué decirle. Qué confesar. Cuánto contar. Cuánto pedirle. Parecía una locura exigirle comprometer su futuro cuando acabábamos de empezar a salir. Ni siquiera estábamos en el mismo punto de nuestras vidas. Yo llevaba años sabiendo que era gay, y en el último no lo había escondido en absoluto, y Liam aún estaba... asumiendo que le gustaban los hombres. O al menos que yo le gustaba.
—Mi padre estaba en la reunión. Y Levy —añadí. Liam se sentó de lado y me encaró.
—¿Bromeas?
—No, por desgracia estaba allí. Aunque se levantó y salió en cuanto exigí que lo hiciera. También le aseguré a Foster que no firmaría para esconderme.
Los dedos de Liam se enredaron en un mechón de mi pelo, y suspiró.
—Podría costarte mucho... Agité la cabeza.
—Hace un año, yo no quería salir. Pero me niego a volver a ocultar lo que soy ahora que estoy fuera. Si Olson & Faulk no tienen los cojones para representar a un jugador gay, buscaré a otro. Tiene que haber alguien dispuesto a pelear por mí.
Liam envolvió mis hombros con un brazo y me deslicé sobre su pecho. Me abrazó y me apretó contra su cuerpo, y me sentí reconfortado. Y feliz. Quería aquello cada día. Dentro y fuera de casa. No quería tener que fingir o negarme a besar a Liam si él quería hacerlo en plena calle..., algo que no estaba seguro de que fuera a suceder.
Además, sabía que estaba arriesgándolo todo. Mi futuro y mis sueños. Aunque encontrara un agente al que no le importara representar a un jugador abiertamente gay, puede que ningún equipo quisiera arriesgarse a provocar malestar en su vestuario. Y Dios sabía que lo habría, porque al parecer los gays deseaban a cualquier hombre que se paseara medio desnudo delante de ellos.