Tres días.
Habían pasado setenta y dos putas horas en las que Zayn me había evitado como a un apestado, esta vez de una forma tan descarada que no dejaba lugar a dudas de lo que estaba haciendo. Apenas estaba en casa; llegaba casi de madrugada y se marchaba al amanecer. En los entrenamientos no actuaba de forma muy diferente con el resto, pero solo se dirigía a mí cuando era estrictamente necesario.
Así que, esa tarde en particular, me cansé de esperar.
Zayn aún seguía en el campo ahora desierto. Incluso el equipo técnico se había largado ya. Solo quedaba él y un aspirante a quarterback novato al que le estaba dando algunas indicaciones. Cualquier cosa con tal de no tropezarse conmigo en el vestuario. O, peor aún, en las duchas.
Bien, era perfecto. Cuanto más se retrasase, mejor. Los demás se largarían y solo quedaríamos él y yo, y el novato.
Me mantuve en la sombra del túnel que conducía hasta los vestuarios. Observando y esperando. Todavía llevaba todo el equipo encima, así que me entretuve jugueteando con el casco. También me dediqué a comerme a Zayn con los ojos. El uniforme le sentaba muy bien, y su culo... Joder, era una locura. No podía apartar los ojos de él.
Ryn, el novato, resopló exhausto después de una carrera. Zayn le dio un golpecito en el hombro cuando se le acercó y le dijo algo. Los dos rieron. Luego, con una nueva palmada de ánimo, echaron a andar en mi dirección.
Retrocedí un poco por el pasillo. No quería que me viera hasta que ya no pudiera encontrar alguna excusa para volver al campo. Lo creía capaz de embaucar al pobre Ryn y someterlo a otra ronda de pases eternos solo para evitarme.
Cuando me descubrió a mitad de camino, su espalda se tensó y sus dedos se apretaron sobre el borde del casco, que llevaba en la mano. Saludé a Ryn con un gesto de la cabeza que él me devolvió. Sabía que Zayn no iba a detenerse por propia iniciativa, así que no me quedó más remedio que decirle:
—Necesito hablar contigo un momento.
Ryn se giró, pero Zayn continuó andando como si no me hubiera oído en absoluto.Nm Y luego Cooper decía que yo era el terco.
—¡Malik! —lo llamé de nuevo.
Prosiguió su camino, ignorándome incluso delante de un perplejo Ryn. El pobre chico no sabía muy bien qué hacer, pero me desentendí de él. No permitiría que Zayn se escaqueara esa vez.
Me adelanté y le corté el paso. Cuando trató de rodearme sin siquiera dignarse mirarme, terminó con la escasa paciencia que me quedaba. Malik era corpulento y quizá un poco más alto, pero yo era algo más ancho y estaba en tan buena forma como cualquier otro miembro del equipo. Podía con él.
Lo agarré y lo estampé contra la pared, presionando con todo mi cuerpo para evitar que se moviera. Le ladré un «largo de aquí» demasiado duro a Ryn, quien, gracias a Dios, se apresuró a perderse por el pasillo sin hacer ninguna pregunta aunque resultó evidente que tenía muchas.
—Suéltame ahora mismo, Payne.
Me reí en su cara a pesar del tono brusco e inflexible que empleó conmigo. Se podía ir a la mierda si pensaba que perdería mi ventaja y lo dejaría largarse. Tal como había dicho Cop, yo era tenaz y perseverante cuando quería algo.
Y ahora quería a Malik.
—No hasta que hables conmigo.
—Tengo cosas que hacer.
—Que te jodan, Malik. Lo único que tienes que hacer es correr lejos de mí como llevas haciendo desde el sábado por la noche. —Aplané las palmas de las manos sobre sus hombreras y apreté mis caderas contra las suyas cuando él me empujó para liberarse.