Zayn.
Obligué a Liam a salir de mi cama y meterse en la ducha. Aunque la idea de ir a por un segundo asalto y ser esta vez yo quien lo follara hasta el olvido—lo cual se suponía que había sido el plan inicial— era realmente tentadora, me dije que ya era hora de que hablásemos. Así que nos duchamos por turnos. No me engañaba a mí mismo: no había manera de estar en ese espacio estrecho con Liam desnudo y mantener las manos lejos de él.
Solo que, cuando salí de la ducha, me lo encontré desmayado sobre el colchón, aún con la toalla en torno a las caderas. No pude evitar sonreír. Lo tapé con una manta y me dije que bien podía darle un pequeño descanso, lo cual resultaba incluso oportuno y me permitiría hacer algunos preparativos para nuestra cita.
Me encontré a Cooper en la planta baja, con unos auriculares puestos y la música tan alta que podía oírla desde el umbral del salón. Cuando me descubrió allí, elevó la vista al techo y movió los labios en silencio como si recitara una plegaria.
—¿Ya habéis terminado? Por Dios, ¿qué mierda hacíais ahí? —Hizo una mueca, horrorizado al comprender lo que había preguntado en realidad—. No, joder, ni se te ocurra decirme una palabra. No quiero saberlo.
Me reí, aunque tenía que estar un poco de acuerdo con él. Me dolía el culo y tenía las caderas llenas de marcas, y me había corrido tan duro que llegué a creer que me desmayaría. Liam me había destrozado por completo, pero había sido de la mejor de las maneras. De un forma que no olvidaría jamás.
No le había mentido a Liam. Más que las consecuencias de mi decisión, me aterrorizaba la idea de que se asustara. Solo esperaba que él se sintiera tan en casa conmigo como yo lo hacía con él.
Que... me amara.
—Vamos a salir. Voy a llevar a Liam a... un sitio —comenté mientras trasteaba en mi teléfono para hacer ciertos arreglos. Cuando levanté la vista, Cooper me estaba mirando muy serio—. ¿Qué?
—No le rompas el corazón, Malik. Anoche, cuando me contó el encuentro con tu padre, estaba destrozado, incluso cuando se había bebido ya medio bar y trataba de aparentar que no le importaba lo que él pudiera pensar sobre su relación.
Inspiré hondo y luché contra la necesidad de llamar a mi padre en ese mismo instante para decirle que se mantuviera lejos de Liam y también de mí. Lo había creído capaz de muchas cosas, pero no había previsto hasta dónde parecía dispuesto a llegar para salirse con la suya. Estaba claro que esperaba obtener un provecho mayor de mi carrera de lo que yo había creído en un principio.
O eso, o se divertía amargándome la vida y tratando de imponer su forma de proceder como la única válida. Seguramente, se tratase de ambas cosas.
—Jamás le haría daño a Liam.
—Bien, porque tengo a todo un equipo de fútbol y una casa llena de hermanos para romperte las piernas si vuelvo a ver a mi amigo tan deprimido por ti. O al menos a un buen número de ellos.
—JT —fue todo lo que dije, pero él pareció comprender.
—Creo que el entrenador va a expulsarlo del equipo. He hablado con varios de los chicos y todos han asegurado que fue él quien provocó la pelea.
—No fue el único. Tenía a varios de respaldo.
Cooper asintió, aunque dudaba que se acordase de mucho.
Yo todavía estaba esperando una charla a solas con el entrenador. Uno de los golpes que se habían dado la noche anterior había salido de mis puños y eso podría traerme pésimas consecuencias. Pero sabía que, de volver a estar en la misma situación, defendería a Liam con todo lo que tenía. Nadie, ni siquiera yo, le haría daño a Liam Payne.