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Liam.

Malik y yo éramos casi de la misma altura, aunque él era algo más estilizado y delgado. En el momento en que sus caderas se asentaron contra mi culo, una ráfaga de calor se extendió desde la zona en todas direcciones. Me sentí aturdido, casi borracho de nuevo, como si el alcohol hubiera regresado de golpe a mi cabeza. Aunque... en realidad toda mi sangre se concentraba ahora mucho más al sur.

Y, como el gilipollas que era esa noche, no se me ocurrió otra cosa que echarme a reír. Mi pecho vibró bajo su brazo y todo mi cuerpo se sacudió carcajada tras carcajada.

—Mira por dónde, si resulta que el chico de oro sabe reírse —murmuró Malik, demasiado cerca de mi oído—. Pensaba que todo lo que hacías era gruñir.

Seguíamos plantados en mitad de la acera y, aunque habíamos dejado atrás la casa de Chad y no había nadie en los alrededores, estaba seguro de que no era una buena idea dejar que Malik me sostuviera de la manera en que lo hacía. Supongo que, de no estar borracho, me habría apartado de él. Pero en ese momento me sentía demasiado bien para ir a ningún lado y no encontré ánimos para preocuparme.

Tampoco él se movió. En todo caso, su brazo se apretó más en torno a mi pecho.

—Estás totalmente borracho, Payne —susurró, y sus labios rozaron la curva de mi oreja.

Mi erección creció aún más si cabe y estuve a punto de gemir. El calor de su aliento revoloteando sobre mi piel me hizo saber que no pensaba retirarse. Lo lógico habría sido preguntarle por qué demonios no me soltaba de una vez, pero no había nada racional en lo que estaba sucediendo. Mis neuronas se habían ido todas de vacaciones.

—Tienes que caminar y meterte en el coche si no quieres que las cosas se pongan intensas —continuó hablándome en susurros. Cuando la parte baja de su cuerpo empujó hacia delante, descubrí que yo no era el único que estaba excitado.

Mierda, tenía una polla dura apretada contra el culo. La polla de Zayn Malik. Y, joder, no parecía precisamente pequeña...

—Camina —ladró entonces, y el tono áspero y autoritario que empleó me erizó la piel.

Con la boca seca, me lamí los labios solo Dios sabe por qué razón, y mi propia polla mostró su entusiasmo palpitando. Me pareció una buena idea bajar la mano para recolocarla, pero cuando eché un vistazo por encima del hombro descubrí que Malik se percataba del movimiento. Resopló y solo entonces se movió. Deslizó el brazo hasta mi cintura y se colocó a mi lado.

—Putos borrachos —farfulló, y su voz sonó mucho más exasperada.

Al menos no había comentado nada sobre el hecho de que ambos estábamos felizmente empalmados.

—¿Qué pasa? ¿El rey nunca se emborracha? —señalé, aún con un rastro de risa empujando cada palabra a través de mis labios a pesar del nudo de nervios que apretaba mi estómago.

Al día siguiente ya me volvería loco por todo aquello. Aunque me dije que, con suerte, no lo recordaría y esa posibilidad me envalentonó, lo cual seguro que era una pésima idea. Otra más.

Pensé que no iba a contestar a mi patético ataque. Alcanzamos su coche, desbloqueó las puertas y me abrió la del pasajero antes de decir:

—Eres adorable, Payne, pero métete en el puto coche. Ya.

Malik emanaba irritación. Y eso solo lo hacía todo mejor. Bien, lo quería tan cabreado como yo lo había estado antes de beberme hasta el agua de los jarrones. Lo quería furioso y jodido.

Me eché a reír al pensar en joderlo... o en que él me jodiera a mí.

—No vas a reírte tanto mañana.

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