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Zayn

—Explícame por qué tú estás sentado aquí y tu novio, mi mejor amigo para más señas, se encuentra sentado solo. Anoche estaba como loco —me reprochó Cop—. Deberías contarle lo que sea que pasara en esa reunión.

—Fui yo quien los encontró montando un espectáculo. Y también el que tuvo que mediar con el grupito de JT. ¿Recuerdas siquiera la mierda que estaban lanzándoos cuando llegué? No, seguro que no. Así que no te pongas exigente conmigo, porque arrastré tu culo y el de Liam por todo el camino de regreso al hotel mientras nuestro coordinador ofensivo juraba que nos mataría a todos de una forma lenta y dolorosa.

Joder. No tenía ganas de hacer aquello. No quería hablar ahora con Cooper y tampoco sabía cómo ir hasta Liam y contarle lo que había hecho. Porque... ¿y si la había cagado? ¿Y si se asustaba y se alejaba? ¿Y si no quería saber nada más de mí?

Me pasé la mano por la cara. Traté de ganar algo de espacio en el asiento estrecho y estirar un poco las piernas. Meyer había dejado de maldecir y ladrarnos, pero sabía que las cosas no iban a quedarse así cuando estuviésemos de vuelta en el campus.

Aprovechando que yo no estaba presente en el bar la noche anterior, JT debía de haberse sentido valiente y los reproches sobre la jugada en la que habían sancionado a Chad no se habían hecho esperar, incluso cuando finalmente habíamos ganado el partido. Era lamentable la cantidad de mierda que aquel tipo había estado soltando por la boca sobre Liam y su relación conmigo cuando entré en el sitio. Y también lo borracho que me había encontrado a Liam. Cooper tampoco estaba mucho mejor.

Tal vez eso los hubiera salvado de participar activamente en la pelea.

—Eres un gilipollas —me espetó Cop—. Tu padre amedentro a Liam anoche después de que te fueras y le dio una pequeña charla sobre lo bueno que eres tú y la mierda que es él.

—¿Qué?

—Ya me has oído. Estaba esperándolo fuera de los vestuarios. —Gruñí un par de tacos en voz baja. ¿Qué demonios? Por eso no había estado en la reunión; era mucho pedir que nos dejara en paz—. Así que digamos que Liam se vino un poco abajo, incluso cuando le hizo frente a tu padre y esperó para derrumbarse hasta perderlo de vista.

—Mierda. ¡Joder!

—Ve ahí detrás y dile algo. Espera —dijo cuando hice amago de levantarme—, ¿firmaste con Foster?

La única respuesta que le di fue una mirada sombría. No me parecía bien hablarlo con él antes de hacerlo con Liam.

—Mantén tu culo pegado a ese asiento, Malik —ladró el coordinador ofensivo cuando me levanté para dirigirme a la parte de atrás del autobús.

El entrenador Meyer, a su lado, me fulminó con una de sus miradas asesinas y decidí que era mejor obedecer.

Miré a Cooper.

—Genial, ahora estamos atrapados aquí durante todo el camino. Juntos.

El muy idiota me sonrió.

—Todo esto es culpa tuya. Por ser un imbécil y evitar a Liam.

Sí, seguramente tenía la culpa por un montón de decisiones estúpidas, solo esperaba que la que había tomado la noche anterior no terminara regresando para morderme el culo, joderme la vida y alejarme de lo único que en realidad importaba.

Como ya había predicho, nada mejoró para el equipo cuando por fin llegamos al campus. Nos metieron en la sala en la que normalmente visionábamos los partidos de nuestros rivales y repasábamos los nuestros y nos leyeron la cartilla de un modo en el que jamás lo habían hecho antes. Todo el equipo técnico estaba presente, pero fue el entrenador Meyer quien pasó no sé cuánto tiempo asegurándose de que comprendiésemos lo decepcionado y absolutamente cabreado que estaba con nosotros. Fue un desfile de reproches que nos hizo ir hundiéndonos poco a poco en los asientos como los niñatos malcriados que éramos. Hubo para todos, dudo que alguien se salvara; si acaso, los pobres novatos que habían estado durmiendo en el hotel o bebiéndose las botellitas del minibar a escondidas mientras el resto la liaba en el local de enfrente. Meyer aseguró que habría sanciones y castigos para más de uno, y me alegré de que en ese punto le lanzara una mirada directa a JT.

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