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Liam.

No tenía ni idea de lo que me estaba pasando. En realidad, no entendía una mierda de nada.

«Esto se está volviendo espeluznante. Y raro. Jodidamente raro», me dije mientras continuaba observando al idiota de Malik.

Zayn Malik era la nueva estrella en ascenso del equipo de fútbol americano universitario en el que yo también jugaba. El maldito quarterback. Arrogante, mordaz y demasiado pagado de sí mismo; su fama lo precedía. Cada vez que alguien lo llamaba por su apellido, lo que ocurría a menudo porque era algo común en el campo y fuera de él, yo estaba convencido de que el tipo debía de pensar que sus vasallos le estaban rindiendo pleitesía o alguna mierda por el estilo.

Se creía el puto rey.

Y por alguna razón yo no podía dejar de mirarlo. Y no tenía nada que ver con que estuviera acomodado en un sillón justo enfrente de mí.

No sabía en qué momento había ocurrido. Llevaba dos semanas con nosotros, después de que lo captaran en una universidad menor y le hicieran una oferta que, al parecer, no había podido rechazar. Malik venía a rellenar el hueco que había dejado nuestro capitán al graduarse y ser fichado para jugar en la NFL. Carter, nuestro anterior quarterback, le había dejado el listón muy alto, pero Malik no estaba dando muestras de que la presión le afectara en absoluto.

Para empeorar la situación, acababa de convertirse también en mi nuevo compañero en el piso que ya compartía con mi mejor amigo, Cooper, y con Grayson, otro de mis amigos.

Y yo seguía observándolo como un puto acosador.

Bajé la vista de su rostro hasta sus piernas fibrosas, lo cual no mejoró en absoluto la extraña emoción que retorcía mi estómago desde que había llegado a la fiesta de Chad, uno de mis compañeros de equipo.

Al menos, Malik estaba demasiado ocupado tonteando con la rubia que prácticamente se le había subido al regazo como para darse cuenta de mis insistentes miradas. El tipo no debía de ser muy perspicaz, porque, a pesar de que la chica no dejaba de restregarse contra su polla, aún no había movido ficha para llevarla arriba. Cualquier otro miembro del equipo probablemente estaría ya jodiéndola de la mejor manera posible. Sinceramente, eso era justo lo que ella parecía creer que ocurriría.

—Tío, tienes cara de estar demasiado sobrio. —Cooper se inclinó para echar un vistazo al interior de mi vaso. Al comprobar que estaba vacío, lo cambió por el suyo—. Bebe. En cuanto empecemos la temporada, no tendrás oportunidad.

—No es como si estuviera planeando emborracharme.

No, claro que no, porque estaba demasiado entretenido diseccionando cada puto centímetro de Malik. Le di un trago al vaso que mi amigo me había pasado y me bebí la mitad de golpe, lo cual resultó una idea de mierda.

—Pero ¡¿qué cojones, Cop?!

Lo que fuera que llevara la bebida bajó por mi garganta como fuego líquido y apenas si pude evitar ponerme a toser como un adolescente con su primer trago.

Cooper sonrió de oreja a oreja y le dio un golpecito al vaso de plástico.

—Lo necesitas. Pareces a punto de ponerte a reventar cristales o bocas, no estoy muy seguro de cuál de los dos.

Le dediqué una mirada asesina antes de darme cuenta de que tenía razón. ¿Por qué demonios me sentía como si en cualquier momento fuera a salirme de mi propia piel? Estaba tenso como el infierno y muy inquieto. Los músculos de la mandíbula me dolían de tanto apretar los dientes.

Mi mirada voló de nuevo hacia el frente, directa al rostro de Malik. Había apartado un poco a la rubia, que no parecía demasiado feliz por eso, y charlaba con Chad. Y mientras oía de fondo cómo Cop me instaba a terminarme la bebida, todo a lo que podía prestar atención era al modo en que los labios del jodido rey del campo se abrían y se cerraban mientras hablaba.

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