Zayn.
La reunión con Foster debería haberme animado un poco. Al menos porque era muy probable que se tradujera en un contrato con los Rams o, como mínimo, en mi ingreso en la NFL con cualquier otro equipo. Pero no fui capaz de reunir ni un ápice de ilusión en todo el día. Apenas acabamos, le dije a mi padre que hablaríamos en los próximos días, porque tenía muy claro que íbamos a hablar y a discutir en qué momento había creído tener derecho a inmiscuirse en mi vida de la forma en que lo había hecho.
Lo de Levy era harina de otro costal.
Después de que yo le estrechara la mano a Foster y le lanzara cuchillos con los ojos a mi padre a modo de despedida, Levy me siguió fuera del bar. No me sentía capaz de decidir si quería gritarle en mitad de la acera o bien no merecía la pena el esfuerzo.
En realidad, yo sabía que no lo merecía, pero seguramente necesitaba desahogar de algún modo toda la frustración que había acumulado contra él en las horas anteriores. O, más bien, en los meses anteriores.
—No vas a formar parte de esto —le espeté en cuanto cruzamos la entrada y salimos a la calle.
—Ya los has oído. Olson & Faulk quieren asegurarse de que no te pillan en cualquier bar gay recibiendo una mamada de consolación. Vamos, sé que lo hice mal contigo, pero...
Lo miré de hito en hito. Joder, qué cara más dura tenía.
—«Mal» ni siquiera se acerca. Me empujaste sin descanso hasta que conseguiste que cediera para que saliésemos juntos del armario y luego me dejaste tirado —ladré levantando la voz más de lo que pretendía—. Tuve suerte de que mi equipo estuviera lleno de tipos tolerantes y no hubiera ningún hijo de puta homofóbico. Y eso ni siquiera me habría importado, ¿sabes? Estaba tan... deslumbrado que habría aguantado por ti. Lo peor de todo fue lo mucho que insististe. Me obligaste y yo ni siquiera estaba preparado. Y luego saliste corriendo como un puto cobarde.
—No fue exactamente así.
—¡No me digas cómo fue! ¡Yo estaba allí!
Mierda, tenía que calmarme. ¿Por qué estaba discutiendo de todas formas? Mi historia con Levy se resumía en un «ni siquiera fue bonito mientras duró porque a él nunca le importé una mierda en realidad». Era un tío egoísta y manipulador, y yo me había colgado de él sin saber dónde me estaba metiendo. Le encantaba la atención y que la gente se partiera la cara por él, y también medrar y conseguir contactos. Pero a la hora de la verdad...
Quizá por eso yo había sido tan reacio a ceder a mi atracción con Liam; en el fondo, y por mucha seguridad que exhibiera, me jodía la mente pensar que él también retrocediese y se desentendiese de mí. Pero Liam no se parecía en nada a Levy. Joder, eran como la noche y el día. No podían ser más diferentes ni aunque lo intentasen.
No había nada de la bondad de Liam en Levy, o de esa sincera naturalidad que dejaba entrever incluso cuando yo lo había presionado y lo había perseguido, a pesar de que era evidente que estaba asustado.
—Desaparece de mi vista, ya tengo un novio de verdad. —Eso le hizo arquear una ceja y un brillo de interés destelló a través del frío de su mirada —. Y aunque no lo tuviera, tú serías mi último recurso. No, olvídalo. No serías ni siquiera eso. No sé qué le has dicho a mi padre ni me importa, pero te aseguro que no voy a volver contigo ni vas a estar involucrado en ningún aspecto de mi vida.
—He llegado a un acuerdo, Zayn.
Me reí. No pude evitarlo. Y mis carcajadas estaban tan cargadas de cinismo que varios transeúntes se giraron en nuestra dirección.
—¿Un acuerdo para qué? ¿Para calentarme la cama? Joder, estás enfermo. Ni siquiera sé qué vi en ti la primera vez. Resulta evidente que no eres más que un montón de mierda.