Finalmente llegamos a casa, mi madre y yo estamos agotadas pero tranquilas, ahora que ella se encuentra mejor. Decidí quedarme un par de días más para asegurarme de que su recuperación sea satisfactoria. Apenas llegamos, la dejo en su habitación y le escribo al señor Lynch. Acordamos encontrarnos este fin de semana.El día de la cita llega y me siento nerviosa. Opto por un atuendo casual con un maquillaje ligero y lentes de contacto, alejándome de mi imagen usual con ropa holgada y cabello recogido. Después de prepararme, me despido de mi mamá y me dirijo a encontrarme con Adam. Al llegar a la cafetería, lo veo sentado en una mesa cerca de la ventana. Sonrío involuntariamente al notar su atuendo formal a pesar de la informalidad del lugar. Me acerco y lo saludo.
-Espero que no haya esperado mucho, señor Lynch.
-No se preocupe, llegué hace poco.
Tome asiento. Responde él.Me siento y empezamos a conversar.
-¿Está todo bien con su madre?, pregunta Adam.
-Sí, ella está más relajada ahora que está en casa. Su recuperación va estupendamente. Gracias por preocuparse. Respondo.
-Me alegra escuchar eso. Y, ¿Cómo ha estado usted con todo esto? Debe ser un alivio verla mejorar. Dice Adam, mostrando una genuina preocupación.
-Ha sido un desafío, pero verla recuperarse me da mucha paz. Además, tener la oportunidad de pasar más tiempo con ella es algo que no tiene precio. Le confieso, mientras juego con la servilleta en mis manos.
Adam asiente con una sonrisa comprensiva.-Eso es lo más importante. Y hablando de tiempo, espero que esta salida sea un buen descanso para ti, a pesar de las circunstancias.
-Definitivamente lo es. A veces olvidamos darnos un respiro. Admito, mirándolo a los ojos.
La conversación fluye naturalmente y, entre risas y anécdotas, el tiempo parece volar mientras bebemos café y comemos postres. Adam comparte historias del trabajo y yo le cuento mis experiencias. La conexión es innegable y, por un momento, todas las preocupaciones parecen desvanecerse.
-Por cierto, tengo algo para usted. Dice Adam, sacando un pequeño paquete de su chaqueta.
Mis ojos se iluminan con curiosidad.
-¿Qué es?. Pregunto.
-Ábrelo y verás. Es un pequeño gesto de agradecimiento por su amistad. Responde él con una sonrisa.
Desenvuelvo el paquete con cuidado y encuentro un hermoso brazalete de plata decorado en el centro con un zafiro rosa.
-Es hermoso, muchas gracias. Digo, sinceramente agradecida.-Me recordó a ti cuando lo vi. Simple pero elegante. Comenta Adam mientras coloca el brazalete con suavidad en mi muñeca.
Nos quedamos charlando un rato más, hasta que la luz del atardecer comienza a teñir el cielo.
-Deberíamos hacer esto más seguido, sugiere Adam mientras nos levantamos de la mesa.-Me encantaría, respondo con una sonrisa, sintiendo que este podría ser el comienzo de algo especial.
Salimos de la cafetería y, con una sonrisa, sugiero: -¿Qué te parece si vamos al nuevo parque de diversiones? Podría ser divertido. Adam parece sorprendido, pero acepta con entusiasmo.Al llegar, la emoción me embarga y, sin pensarlo, tomo de la mano a Adam y lo llevo hacia los carritos chocones.
-¡Nunca tuve la oportunidad de probar esto de niña!. Exclamo. Nos subimos y, en mi torpeza, termino chocando una y otra vez contra el auto de Adam.
Él ríe y dice en tono juguetón: -¿Es esto una especie de venganza por mi actitud pasada? Creí que éramos amigos ahora, señorita Ellis.
Con mis mejillas ardiendo, respondo: -No es eso... es solo que nunca fui buena conduciendo.
Continuamos entre risas y choques hasta que decidimos probar la montaña rusa. A pesar del vértigo, la adrenalina nos hace reír a carcajadas. Después, descansamos un poco de los juegos y buscamos algo de comer, encontramos un puesto de manzanas de caramelo y hamburguesas.
-Esto debería asentarnos. Bromeo mientras le doy una manzana a Adam.
Con la comida en mano, caminamos hacia la noria. -¡La vista desde arriba debe ser increíble!. Comento. Y así es, una vez en la cima, la ciudad se extiende ante nosotros, iluminada bajo un cielo estrellado.
Adam mira hacia el horizonte y luego me mira a mí. -Esto es perfecto. Dice. -Gracias por traerme aquí.Sonrío y, mirando las estrellas, respondo: -Gracias a usted por aceptar venir. Es una noche que no olvidaré.
Después de una noche llena de risas y emociones en la noria, Adam se ofrece a llevarme a casa. Su gesto caballeroso me hace sonreír mientras nos acomodamos en su auto. El camino se llena de recuerdos del día, y no puedo evitar expresar mi gratitud.
-Realmente necesitaba esto, señor Lynch. Ha sido un tiempo difícil, pero esta noche... ha sido perfecta. Digo con una sonrisa que no puedo contener.
Adam me mira con calidez.
-Me alegro de haber podido ayudar, aunque sea un poco. Es importante encontrar momentos de alegría, especialmente en tiempos difíciles. Responde.A medida que nos acercamos a mi casa, una sensación agridulce me invade. No quiero que la noche termine, pero sé que todas las cosas buenas tienen su fin.
-Gracias por una cita maravillosa, señor Lynch. Espero que tenga una excelente noche. Digo mientras el auto se detiene frente a mi hogar.
-Ha sido un placer. Y recuerda, si quieres salir de nuevo, ya sea una cena o cualquier otra cosa, solo dímelo. Haré tiempo. Dice Adam, su voz revela un ligero nerviosismo.
Le sonrío, -Lo recordaré, gracias.
-No hay de qué. Disfruto cada momento que pasamos juntos. Dice él, y con un movimiento suave, acaricia mi mejilla. Su tacto es tierno, y por un instante, el mundo se detiene.
Pero tan rápido como llega, se retira.-Lo siento, no debí.
Murmura, claramente arrepentido.
Todavía aturdida por la cercanía, apenas logro asentir. Nos despedimos y, mientras entro a mi casa, siento cómo mi corazón late con fuerza. No fue más que un roce, pero ha dejado en mí una impresión duradera.(Fin del capítulo 7)
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Duelo de destinos
Storie d'amoreMía, una diligente asistente de una renombrada corporación, ve su serenidad trastocada cuando una urgencia médica amenaza la vida de su madre. La solución yace en una operación de alto costo, un monto que escapa de sus posibilidades. Desesperada, Mí...