Capítulo 38: Corazón ardiente.

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Al entrar al departamento de Sebastián, me impresiona la amplitud y luminosidad de su sala de estar, con sus grandes ventanales. Las paredes están pintadas en tonos cálidos, y un sofá de terciopelo azul marino se encuentra frente a un televisor de pantalla gigante, y una alfombra persa de tonos rojos y dorados cubre el suelo de madera.

Nos sentamos en el sofá, me siento más calmada después del encuentro con Elena. Sebastián amablemente pregunta: -¿Te encuentras mejor ahora?.

-Sí, estoy mucho mejor. Suspiro. -Tu casa es muy agradable. Doy un recorrido con la vista al lugar.

Las paredes están decoradas con cuadros de artistas contemporáneos y fotografías en blanco y negro de viejas estrellas de cine. También hay varias fotos de las películas que ha protagonizado. Un bar bien surtido con botellas de whisky y coctelería completa la elegancia del espacio.

-Gracias, me alegra que te guste mi humilde residencia. Sonríe.

Sonrío al notar sus fotos. -¿Estas son las películas que has hecho?.

-Cariño. ¿No sabes las películas en las que he actuado?. ¿A estas alturas?. Eres una mala novia. Finge sentirse herido.

Sonrío. -Lo siento, prometo averiguar más.

-Me gustas más cuando sonríes. Sebastián acaricia mi mejilla.

Me ruborizo. -Gracias. Me siento nerviosa.

-Mía. Dice Sebastián con una voz dulce.

-¿Sí?.

-En unas semanas podremos terminar nuestra relación públicamente, pero quiero que sepas que si no quieres, no tienes que hacerlo. Después de todo estamos saliendo realmente ahora y también podrás seguir recibiendo tu pago correspondiente por el uso de tu imagen.

Asiento. -Si no es necesario que rompamos públicamente, entonces me gustaría seguir así. Al menos  hasta que sea necesario hacerlo, no quisiera afectar tu imagen de ningún modo.

-Mía, confío en ti. Sé que no harías nada para lastimarme y menos para afectar mi carrera. Toma mis manos entre las suyas.

Sonrío conmovida y asiento. -Por supuesto, nunca querría hacerte daño.

-Mía. ¿Te falta mucho por pagar?. Me refiero a la deuda que tienes. Sebastián pregunta con un tono de preocupación.

-Con la ayuda del trato que hicimos y las horas extras que he estado trabajando, he logrado pagar la mayor parte. Así que estoy más tranquila con ese tema.

-Dime la cantidad. Me aseguraré de que lo recibas.

-¿Eh?. No es necesario Sebastián. Te agradezco, pero no puedo aceptarlo.

-Mía, soy tu novio y si puedo ayudarte, lo haré. Puedes contar conmigo para cualquier cosa.

-Sebastián, no tienes que hacerlo.

-Lo sé, lo hago porque quiero. Te amo y me haría feliz ayudarte.

-¿Me amas?. Apenas estoy procesando sus palabras cuando toma mi teléfono en un descuido.

-Así que este es tu número de cuenta. Muy bien, esto debe ser suficiente. Puedes decirme si necesitas más.
Me regresa mi teléfono y guarda el suyo también.

-Sebastián te dije que no era necesario.

-Déjame apoyarte, cariño. Toma mis manos de nuevo.

-Te agradezco, Sebastián.

-Muy bien, ya no debes preocuparte por eso.

Sonrío. -Sí, eso creo.

-Cariño, si puedo ayudarte con lo que sea. Dime. Todo lo que quiero es hacerte feliz.

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