Capítulo 50: Nuestro romance

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En la bulliciosa oficina, los susurros de romance flotaban como hojas en el viento. Todos conocían la relación entre Mía y Adam, y aunque algunos alzaban las cejas con complicidad, la mayoría los apoyaba. Emily y Mark, dos colegas cercanos, también habían comenzado su propio romance, y sus risueñas conversaciones sobre citas y corazones entrelazados llenaban los pasillos.

Mía, con su cabello oscuro y ojos brillantes, compartía confidencias con sus amigas en la sala de descanso. Las risas y los consejos amorosos se mezclaban con el aroma del café recién hecho. A pesar de que Adam era su jefe, lograban sobrellevar la situación con profesionalismo. Sin embargo, siempre había un nudo de temor en su estómago. La amenaza silenciosa de Charlotte.

A pesar de los riesgos, Mía y Adam continuaban su romance a escondidas. Las noches se convertían en citas furtivas en restaurantes acogedores, donde compartían risas y secretos. Incluso la mamá de Mía, la dulce señora Sarah, había invitado a Adam a cenar a su modesta casa. Las velas parpadeaban en la mesa mientras charlaban sobre sus vidas y anécdotas familiares.

Sebastián, aún formaba parte la vida de Mía. Aunque su relación había cambiado, él la invitaba a sus sesiones de grabación. A veces, Mía se encontraba en un estudio de grabación oscuro, observando a Sebastián declamar líneas apasionadas frente a la cámara. La tensión entre ellos era palpable, pero Mía mantenía su distancia.

-Me alegra que sigamos siendo amigos, dijo Sebastián, su sonrisa cálida y sincera. Se sentó junto a Mía, quien asintió con gratitud. La complicidad entre ellos era palpable, como si el tiempo no hubiera borrado los recuerdos compartidos.

-A mí también, respondió Mía, devolviéndole la sonrisa.

-Adam es un buen tipo, ¿verdad?. Comentó Sebastián, mirando a Mía con una chispa de celos en sus ojos.

-Aunque no puedo evitar sentir un poco de envidia.

-Sí, lo es. Me quiere y me ha demostrado que no dejará que nada afecte nuestra relación.

Sebastián toma la mano de Mía. -A veces desearía poder volver el tiempo atrás. Cambiar algunas decisiones.

-Pero no es posible. Solo podemos seguir adelante. Mía aparta lentamente su mano.

-¿Recuerdas cuando fuimos a la playa?. Preguntó Sebastián, evocando la brisa salada y la arena bajo sus pies.

-Sí, fue divertido. Respondió ella.

-Te veías realmente hermosa en traje de baño.

Mía sonrojada. -No digas esas cosas.

-Te sonrojas con facilidad. Te ves linda. Sebastián sonríe burlándose de Mía.

-Somos amigos ahora…no deberías decir eso. Mía lo reprende.

- Amigos. Esa palabra a veces se siente como un cuchillo en el corazón. Sebastián finge sentirse herido.

Mía sonríe. -Cállate, a veces exageras.

-Más le vale a Adam cuidarte o no dudaré en secuestrarte para mí, muñeca. Sebastián sonríe.

-Espero que bromees. Mía responde seriamente.

-Sí, es broma. ¿O no?. Sebastián se ríe.

-Más te vale que sea broma o te prohibiré ver a mi novia. Dice Adam con firmeza acercándose a ellos.

-Trátala bien o quizás lo cumpla. Responde Sebastián.

-No la dejaré ir de nuevo. Responde Adam con firmeza.

-¡Adam, cariño!. Mía sonríe y se acerca a Adam para abrazarlo.

-Cariño, vine por ti, para ir a nuestra cena. Abrazando a Mía por la cintura.

-Es verdad. Mía revisa su reloj. -El tiempo se pasó volando.

-Vamos, cariño.

-De acuerdo. Voltea hacia Sebastián. -Nos vemos. Sebastián.

-Sí, sí. Lo que sea. Nos vemos después. Responde Sebastián en tono juguetón.

Adam y Mía se dirigen hacia el restaurante que Adam había reservado. El lugar es elegante y romántico, con parejas disfrutando de sus cenas en mesas cercanas. Al sentarse, Adam inicia la conversación.

-Me pareció que este lugar sería adecuado para nuestra celebración de seis meses de relación.

-Confío en ti para estas cosas. Responde Mía sonriendo.

Adam y Mía brindan con el champagne por su noviazgo mientras disfrutan de una deliciosa cena a la luz de las velas.

-Me alegra que todos sepan en la oficina que estamos juntos.

-No me agrada que haya sido gracias al escándalo de Charlotte, Pero al menos todos lo saben y lo aceptan, incluso mi padre.

-¿También lo sabe?. Pregunta Mía curiosa.

-Escuchó los rumores de los empleados y preferí confirmarlos. No estamos haciendo nada malo y mientras sigamos cumpliendo con nuestras responsabilidades laborales, no debería haber problema. Adam explica.

Mía sonríe más relajada. -Pensé que no le gustaría.

-No le agradó escucharlo al inicio. Pero me conoce y sabe que no escogeré a alguien que no sea adecuada, además también sabe que aunque intente impedirlo no le haré caso.

Mía sonríe nerviosa ante la respuesta de Adam. -No debo preocuparme por tu padre entonces.

-No, podría decir que apoya nuestra relación. Por cierto. Adam saca algo de su bolsillo y se lo entrega a Mía. Es un collar precioso que coloca suavemente alrededor del cuello de ella. Mía sonríe y agradece el regalo.

 Mía sonríe y agradece el regalo

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Pero Adam no se detiene ahí. También le entrega un reloj pequeño y elegante, colocando otro en su propia muñeca. -Son relojes a juego para nosotros. Explica. -Tienen chips GPS, así podremos saber la ubicación del otro en todo momento mediante una aplicación.

- Gracias, Pero. ¿Eso era necesario?.  Mía sonríe con leve nerviosismo y sorpresa ante el regalo inusual.

-Me gustaría que podamos estar preparados por si ocurre alguna situación extrema. Pero si te incomoda, no tienes que usarlo.

-No, está bien. Si es por nuestra seguridad. Mia acepta utilizarlo por tranquilidad de Adam y por el bien de ambos.

Al finalizar la cena, se dirigen a casa de Mía. Adam la besa apasionadamente en la entrada, y Mía entra sonrojada, sintiéndose agradecida por tener a alguien como él a su lado.

(Fin del capítulo 50)

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