Después de lo que podría catalogar como los días más maravillosos Adam nos invita a mi madre, a mi hermana y a mí a una sesión de spa. Las tres disfrutamos de una hermosa tarde y finalmente cenaremos en la casa del padre de Adam. Adam insistió en qué nuestras familias deberían convivir.Nos encontramos en el spa disfrutando de los masajes y mascarillas faciales. Nos relajamos y conversamos como buenas amigas.
-Mía es tan afortunada, tiene un novio que la consiente mucho. Menciona mi madre con una sonrisa.
-Lo sé. Invitarnos a este spa. Es un lujo. Ni siquiera yo había logrado ingresar a este lugar por lo exclusivo que es. Admite Elena.
Sonrío al escucharlas. -Me alegra que podamos pasar algo de tiempo de calidad de esta manera.
Seguimos disfrutando de la tarde, nos realizamos manicura y pedicura. Luego vamos de compras y disfrutamos de un almuerzo agradable. Después empezamos a prepararnos para la cena. Adam pasa por nosotras y llegamos juntos a su casa.
Al llegar a la casa de su padre, el señor Richard Lynch, nos recibe con una expresión seria. La formalidad del momento es palpable, y me pregunto qué impresión causaremos en él. Mi madre, siempre sincera, responde con amabilidad a las preguntas del señor Richard. Hablan sobre nuestras vidas, nuestras ocupaciones y, por supuesto, sobre mi relación con Adam.
-Es un placer conocer a la familia de Adam. Dice mi madre, mientras el señor Richard asiente. -Mía es una mujer excepcional. Agrega, mirándome con orgullo. -Trabaja arduamente como empleada de Adam y siempre ha sido una hija dedicada.
El señor Richard, aunque inicialmente reservado, parece interesado en conocer más detalles. -¿En qué área trabajas?, me pregunta. -¿Qué te motiva en tu carrera?.
Le explico sobre mi papel en la empresa como coordinadora de proyectos, al haber sido ascendida hace unos meses, también cómo colaboro con Adam en proyectos importantes y cómo disfruto de los desafíos que enfrento. El señor Richard asiente, y puedo ver que aprecia mi dedicación.
-Adam habla mucho de ti, Comenta.
-Dice que eres una persona valiosa para su equipo. Me siento halagada y agradecida por sus palabras.
La conversación fluye, y poco a poco, la seriedad inicial se disipa.
Compartimos anécdotas, risas y hasta algunos consejos culinarios. El señor Richard, al igual que Adam, tiene un sentido del humor sutil que me hace sentir cómoda.
-Espero que no te sientas intimidada por nuestra familia. Dice, guiñándome un ojo. -Adam es un buen hombre, pero también es un perfeccionista.
-Lo sé. Respondo con una sonrisa. -Pero estoy dispuesta a aprender y crecer junto a él.
La cena transcurre en un ambiente cálido y acogedor. A medida que compartimos historias, me doy cuenta de que esta reunión no solo es importante para Adam, sino también para mí.
Después de disfrutar de una exquisita cena, Adam y yo decidimos dar un paseo por el enorme y hermoso jardín de la mansión. Tomados de la mano, la brisa nocturna acaricia nuestros rostros mientras avanzamos entre las sombras de los árboles. De repente, Adam cubre mis ojos con sus manos grandes y cálidas.
-Tengo una sorpresa para ti. Anuncia con emoción.
Sonrío, sintiendo mi corazón latir más rápido. -¿De verdad? Me has sorprendido mucho últimamente. Le digo, recordando todas las muestras de cariño y detalles que ha tenido conmigo.
-Esta será la más especial de todas. Promete.
Con los ojos vendados, doy unos cuantos pasos, confiando en Adam. Finalmente, se detiene y toma mi mano con ternura. -Muy bien, te quitaré la venda, murmura.
Asiento, sintiendo la anticipación crecer en mi interior. Adam retira lentamente la venda, y la vista que se despliega frente a mí es asombrosa.
En el césped, unas enormes letras luminosas forman las palabras “¿Quieres casarte conmigo?”. Mi corazón da un vuelco, y las lágrimas de alegría llenan mis ojos.
Adam sostiene un ramo de rosas rojas, y apenas puedo articular palabra. Se arrodilla frente a mí, extendiendo una caja de terciopelo que contiene un anillo brillante. Lo observo, emocionada.
-¿Quieres casarte conmigo?. Pregunta Adam con voz temblorosa.
La respuesta brota de mis labios antes de que pueda contenerla. -¡Sí, quiero!, exclamo, sintiendo la felicidad inundarme.
Adam coloca el anillo en mi dedo, y apenas lo hace, se levanta y me abraza con fuerza. Nuestros labios se encuentran en un beso apasionado, sellando este momento único y mágico.
Detrás de nosotros, nuestros familiares aplauden y vitorean. Es un instante que quedará grabado en mi memoria para siempre. No solo es un símbolo de amor entre Adam y yo, sino también un paso hacia la integración de nuestras vidas y la construcción de lazos familiares.
Al final de la velada, el señor Richard, el padre de Adam, me estrecha la mano.-Bienvenida a la familia, Mía. Dice con una sonrisa cálida.
Y así, entre luces brillantes y aplausos, comienza nuestra historia juntos como comprometidos.
(Fin del capítulo 51)
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Duelo de destinos
RomanceMía, una diligente asistente de una renombrada corporación, ve su serenidad trastocada cuando una urgencia médica amenaza la vida de su madre. La solución yace en una operación de alto costo, un monto que escapa de sus posibilidades. Desesperada, Mí...