Ante la pregunta de Sebastián, guardé silencio durante unos segundos, meditando mi respuesta.-Hace un tiempo, hubiera dicho que sí, pero ahora... no lo sé. Ni siquiera había pensado en eso; han pasado tantas cosas últimamente y tengo otras preocupaciones en la cabeza, que realmente no lo sé.
-¿Entonces no estás segura de tus sentimientos?- Preguntó con una voz suave, pero cargada de un peso que no podía ignorar.
-Simplemente no me había detenido a pensarlo. Dejé ir mis sentimientos cuando supe del compromiso y seguí con mi vida, con mi trabajo. No podía quedarme estancada.
Sebastián se paseó por la habitación, cada paso resonaba con determinación. Se detuvo frente a la chimenea, observando las llamas por un instante.
-Lo pondré de otra forma. Dijo Sebastián, volteando hacia mí con una mirada penetrante. -Si Adam estuviera disponible y te dijera lo mismo que hoy, ¿Saldrías con él?. ¿Estarías feliz?
-No saldría con él. Respondí con firmeza.
-¿Por qué no lo harías?. Insistió Sebastián con los brazos cruzados sobre su pecho.
-Porque no fue honesto conmigo antes y fue un cobarde. No sé si podría olvidar eso.
-Pero no es porque no lo quieras. Afirmó, leyendo entre líneas.
Guardé silencio un momento, ligeramente ruborizada.-Todavía te gusta, ya lo suponía. Dijo Sebastián con un tono decepcionado.
-No puedo negar eso. No quería admitirlo, pero sí. Aún lo quiero.
Sebastián dejó escapar un largo suspiro y se dejó caer en uno de los sofás de terciopelo de la habitación, sumido en un silencio que me ponía nerviosa, era como si estuviera pensando en algo profundamente. Se quedó así durante unos segundos hasta que finalmente rompió el silencio y con una voz firme dijo:-Entiendo que estás en una situación complicada, pero recuerda que ahora somos una pareja, y debe ser así para todos, incluyendo familiares y conocidos. Solo te voy a pedir que lo que ocurrió hoy con Adam no se vuelva a repetir. No puedes estar cerca de él; podría malinterpretarse y no podemos arriesgarnos.
Asentí, estando de acuerdo con Sebastián. Comprendía la situación en la que me encontraba y no quería causar problemas ni ocasionarle inconvenientes a causa de mi imprudencia.
-¿Ahora puedo hacerte una pregunta yo a ti?. Pedí con cierta timidez.
-Sí, claro. ¿De qué se trata?.
-Uhm... ¿Por qué me besaste?.
-Lo hice porque... si vamos a fingir, vamos a hacerlo bien. Respondió Sebastián, y una sonrisa fugaz cruzó su rostro, aparentemente restando importancia al asunto.
-Me tomaste por sorpresa. Por favor, no vuelvas a hacer eso. Pedí, sintiendo cómo mi corazón aún latía acelerado por el recuerdo de su cercanía.
-Tienes razón, discúlpame. No volverá a ocurrir, lo prometo. Aseguró, tomando mis manos entre las suyas.
-No quería incomodarte, solo pensé que sería bueno comportarnos como una pareja real y no consideré que un pequeño beso pudiera ser tan significativo para ti.
-Para mí sí lo fue. Al menos deberías haberme avisado; no sabía cómo reaccionar.
-Discúlpame, ya dije que no volverá a ocurrir. Te consultaré antes de cualquier cosa. Aseguró con una mirada sincera.
-Está bien, mientras cumplas tu palabra.
Luego de aquella conversación, salimos de la habitación y nos dirigimos a la salida de la mansión. Sebastián se ofreció a llevarme a casa, acepté el gesto y en el camino conversamos de otros temas. Al llegar, se despidió con un beso en la mejilla.
En mi habitación, me costó conciliar el sueño a pesar de mi cansancio.Recordé lo ocurrido en la fiesta, preguntándome cómo serían mis días a partir de ahora. Mientras mil pensamientos agobiaban mi cabeza, revisé mi teléfono con la esperanza de distraerme.
Pude notar que había varios artículos sobre la rueda de prensa; me alegró ver que nuestra relación había sido bien recibida por los fans de Sebastián. La mayoría de los comentarios eran de apoyo. Sentí que todo había valido la pena y logré dormir sintiendo un enorme alivio.
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Por otro lado, Adam se encontraba en su habitación furioso recordando la conversación con Mía, cómo Sebastián la besó frente a sus ojos, y él no pudo hacer nada más que aguantar en silencio mientras la ira y los celos lo consumían, deseaba estar en el lugar de Sebastián y poder tener a Mía de esa manera.Luego de varios minutos se calmó y decidió que seguiría como antes, siendo la persona fría que siempre había sido y manteniendo su profesionalismo por sobre todas las cosas, no podía decepcionar a su padre, el único familiar que tenía y que siempre lo había apoyado. Se repetía a sí mismo que tenía que cumplir con las expectativas impuestas sobre él, aunque en el fondo la situación ya lo estaba agotando.
(Fin del capítulo 21)
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Duelo de destinos
RomanceMía, una diligente asistente de una renombrada corporación, ve su serenidad trastocada cuando una urgencia médica amenaza la vida de su madre. La solución yace en una operación de alto costo, un monto que escapa de sus posibilidades. Desesperada, Mí...