Adam, con una mirada cargada de amor, toma la mano de Mía y le hace una pregunta crucial: -Me gustaría que nos casemos pronto. Después de todo lo ocurrido, estoy cada vez más convencido de que eres la persona que quiero a mi lado. ¿Estás de acuerdo?.Mía sonríe, sintiendo la misma certeza en su corazón. -Por supuesto, responde. También quiero que nos casemos pronto y olvidarnos de todo lo ocurrido.
El beso que comparten sella su compromiso renovado, y juntos continúan con los preparativos para el gran día. Mía, acompañada de su madre y Elena, se sumerge en la búsqueda del vestido de novia perfecto. El enorme espejo refleja su figura mientras prueban diferentes opciones.
Su madre, con ternura, comenta. -Cariño, ese vestido te queda precioso. Pero Elena, siempre directa, opina.
-Me parece un poco sencillo. Deberías usar algo más extravagante. Mía, en medio de las opiniones, contempla su imagen y se pregunta qué elección será la adecuada.
Elena, decidida a hacer brillar a Mía en su día especial, sugiere un vestido con más brillos y un escote pronunciado. -Pruébate este. Te quedaría estupendo, le dice.
Mía acepta, y al verse en el espejo, una sonrisa ilumina su rostro. -Me gusta cómo me queda, confiesa.
La señora Sarah, orgullosa y emocionada, no puede evitar decir. -Cariño, te ves hermosa.
Elena, satisfecha con su elección, añade. Sabía que ese te quedaría bien. Sin embargo, la curiosidad la lleva a preguntar. -Por cierto, ¿por qué Adam no está aquí?.
Su madre responde con sabiduría. -No debería venir. Sabes que es de mala suerte que el novio vea a la novia con el vestido puesto.
Mía, aunque comprende la tradición, confiesa. -Me sentí mal por pedirle que no nos acompañe.
Juntas, madre e hijas comparten un momento especial, eligiendo no solo el vestido de novia para Mía, sino también los atuendos para su madre y Elena. La complicidad y la emoción llenan la habitación.
La noche envuelve a Mía y Adam mientras comparten una cena íntima en la casa de Adam.
Las velas parpadean, creando un ambiente cálido y acogedor. Mía, con una sonrisa tímida, comparte los detalles de su día de compras con su madre y hermana. Describe el vestido que eligió para la boda, y Adam no puede evitar cerrar los ojos e imaginarla con él puesto. La tela suave acariciando su piel y los pliegues que realzan su figura. Antes de dejarse llevar por su imaginación, Adam cambia el tema de la conversación.
-Tenemos que escoger nuestra casa también, comenta Adam, su voz llena de anticipación.
Mía, sorprendida, responde. -Pensé que viviríamos aquí. Adam se acerca a ella, rodeándola con sus brazos.
-Este lugar está bien para mí, dice, -Pero no para una pareja casada y menos si queremos tener hijos en algún momento. Necesitamos un lugar más grande.
La pregunta flota en el aire, cargada de significado. -¿Quieres tener hijos?.
-Por supuesto, si eso es lo que quieres. Si no quieres, entenderé. Responde Adam.
Mía, con el corazón latiendo rápido, asiente tímidamente. -Claro, me encantaría formar una familia contigo, confiesa. En ese instante, sus labios se encuentran en un beso apasionado.
-¿Sabes que te amo?. Pregunta Adam con una sonrisa.
-Lo sé y yo te amo a ti. Responde Mía mientras abraza a Adam.
Después de confesarse su amor mutuamente, Mía y Adam encuentran consuelo en la cercanía del otro.
Comparten más tiempo juntos, viendo una película en el acogedor sillón de la sala de Adam. La cercanía de sus cuerpos y los roces de sus manos crean un momento íntimo y significativo. En ese instante, el mundo exterior se desvanece, y solo existe el presente compartido entre dos corazones enamorados.
(Fin del capítulo 54)
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Duelo de destinos
RomanceMía, una diligente asistente de una renombrada corporación, ve su serenidad trastocada cuando una urgencia médica amenaza la vida de su madre. La solución yace en una operación de alto costo, un monto que escapa de sus posibilidades. Desesperada, Mí...