Capítulo 54: Promesa renovada

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Adam, con una mirada cargada de amor, toma la mano de Mía y le hace una pregunta crucial: -Me gustaría que nos casemos pronto. Después de todo lo ocurrido, estoy cada vez más convencido de que eres la persona que quiero a mi lado. ¿Estás de acuerdo?.

Mía sonríe, sintiendo la misma certeza en su corazón. -Por supuesto, responde. También quiero que nos casemos pronto y olvidarnos de todo lo ocurrido.

El beso que comparten sella su compromiso renovado, y juntos continúan con los preparativos para el gran día. Mía, acompañada de su madre y Elena, se sumerge en la búsqueda del vestido de novia perfecto. El enorme espejo refleja su figura mientras prueban diferentes opciones.

Su madre, con ternura, comenta. -Cariño, ese vestido te queda precioso. Pero Elena, siempre directa, opina.

-Me parece un poco sencillo. Deberías usar algo más extravagante. Mía, en medio de las opiniones, contempla su imagen y se pregunta qué elección será la adecuada.

Elena, decidida a hacer brillar a Mía en su día especial, sugiere un vestido con más brillos y un escote pronunciado. -Pruébate este. Te quedaría estupendo, le dice.

Mía acepta, y al verse en el espejo, una sonrisa ilumina su rostro. -Me gusta cómo me queda, confiesa.

La señora Sarah, orgullosa y emocionada, no puede evitar decir. -Cariño, te ves hermosa.

Elena, satisfecha con su elección, añade. Sabía que ese te quedaría bien. Sin embargo, la curiosidad la lleva a preguntar. -Por cierto, ¿por qué Adam no está aquí?.

Su madre responde con sabiduría. -No debería venir. Sabes que es de mala suerte que el novio vea a la novia con el vestido puesto.

Mía, aunque comprende la tradición, confiesa. -Me sentí mal por pedirle que no nos acompañe.

Juntas, madre e hijas comparten un momento especial, eligiendo no solo el vestido de novia para Mía, sino también los atuendos para su madre y Elena. La complicidad y la emoción llenan la habitación.

La noche envuelve a Mía y Adam mientras comparten una cena íntima en la casa de Adam.

Las velas parpadean, creando un ambiente cálido y acogedor. Mía, con una sonrisa tímida, comparte los detalles de su día de compras con su madre y hermana. Describe el vestido que eligió para la boda, y Adam no puede evitar cerrar los ojos e imaginarla con él puesto. La tela suave acariciando su piel y los pliegues que realzan su figura. Antes de dejarse llevar por su imaginación, Adam cambia el tema de la conversación.

-Tenemos que escoger nuestra casa también, comenta Adam, su voz llena de anticipación.

Mía, sorprendida, responde. -Pensé que viviríamos aquí. Adam se acerca a ella, rodeándola con sus brazos.

-Este lugar está bien para mí, dice, -Pero no para una pareja casada y menos si queremos tener hijos en algún momento. Necesitamos un lugar más grande.

La pregunta flota en el aire, cargada de significado. -¿Quieres tener hijos?.

-Por supuesto, si eso es lo que quieres. Si no quieres, entenderé. Responde Adam.

Mía, con el corazón latiendo rápido, asiente tímidamente. -Claro, me encantaría formar una familia contigo, confiesa. En ese instante, sus labios se encuentran en un beso apasionado.

-¿Sabes que te amo?. Pregunta Adam con una sonrisa.

-Lo sé y yo te amo a ti. Responde Mía mientras abraza a Adam.

Después de confesarse su amor mutuamente, Mía y Adam encuentran consuelo en la cercanía del otro.

Después de confesarse su amor mutuamente, Mía y Adam encuentran consuelo en la cercanía del otro

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Comparten más tiempo juntos, viendo una película en el acogedor sillón de la sala de Adam. La cercanía de sus cuerpos y los roces de sus manos crean un momento íntimo y significativo. En ese instante, el mundo exterior se desvanece, y solo existe el presente compartido entre dos corazones enamorados.

(Fin del capítulo 54)

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