Mía ha estado viviendo en un estado de constante espera en el hospital, su vida girando en torno a las paredes blancas y los monitores parpadeantes. Solo la rutina del trabajo la saca brevemente de ese mundo de incertidumbre.Cada día, Mía se sumerge en la sala de espera, rodeada de familiares y amigos que han sido su apoyo en estos momentos difíciles. Su madre, con ojos preocupados pero llenos de amor, le trae café caliente y palabras de aliento. Elena, su hermana, le sostiene la mano con firmeza, sus amigos del trabajo también han visitado a Adam y Mía ofreciendo su ayuda y apoyo en lo que sea necesario. Y Sebastián, sonríe con ternura, recordándole que no está sola.
Pero es el señor Richard Lynch, el padre de Adam, quien se convierte en un visitante habitual. Siempre aparece en el umbral de la habitación de Adam, su figura imponente y su mirada cansada. Mía lo saluda con respeto, agradecida por su presencia constante.
-Buenas tardes, señor Lynch. Dice Mía, su voz suave pero llena de gratitud.
El señor Richard le devuelve el saludo con un asentimiento. -¿Hay alguna novedad con Adam?. Pregunta, sus ojos buscando respuestas en el rostro de Mía.
-El doctor me ha dicho que se está recuperando internamente, pero todavía no despierta, responde Mía con tristeza. -Dijo que si escucha una voz familiar, podría despertar pronto.
El señor Richard suspira, su mirada fija en el cuerpo inmóvil de su hijo.
-Ha pasado más de una semana. ¿Por qué aún no despierta?.
Mía se muerde el labio inferior, luchando contra las lágrimas. -No lo sé. Pero seguiré estando aquí a su lado siempre que pueda y hablaré para él. El doctor recomendó que lo hiciera.
El señor Richard asiente, su expresión sombría. -Antes de que me olvide, tengo que compartir unas noticias que no son agradables, pero pensé que debías saberlo como prometida de mi hijo.
Mía asiente, sintiendo un nudo en la garganta. -Por supuesto, me gustaría saber.
-Nos habían dicho que Adam sufrió un accidente automovilístico, comienza el señor Richard. -Sin embargo, una investigación más exhaustiva demostró que Adam no sufrió un accidente. Alguien lo provocó. Cortaron sus frenos, por eso Adam terminó así.
Mía siente que el mundo se tambalea. -¿Quién pudo haber hecho algo tan terrible?.
-Me dispuse a investigar eso y descubrí que todo fue plan de Charlotte. Revela el señor Richard.
-Envió a alguien para realizar el trabajo sucio por ella. Ese tipo quedará un tiempo en prisión, y Charlotte está siendo buscada por las autoridades ahora mismo. Lo que le hizo a mi hijo no tiene perdón.
Mía aprieta los puños, su corazón lleno de ira y miedo. -Dios mío. Esa mujer es peligrosa. Sabía que no era buena, pero intentar acabar con la vida de Adam. Es demasiado.
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Duelo de destinos
Roman d'amourMía, una diligente asistente de una renombrada corporación, ve su serenidad trastocada cuando una urgencia médica amenaza la vida de su madre. La solución yace en una operación de alto costo, un monto que escapa de sus posibilidades. Desesperada, Mí...