Capítulo 46: La última carta

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El aire estaba cargado de tensión cuando Elena interceptó a Charlotte en el estacionamiento de la empresa. La sonrisa de Elena no logró disipar la hostilidad que emanaba de la mujer frente a ella.

-Hola. Saludó Elena, intentando mantener la calma. -Un gusto verte.

Pero Charlotte no estaba dispuesta a jugar. Su arrogancia se manifestó en cada palabra. -Te dije que no quería verte. ¿Qué rayos haces aquí?.
Elena no se dejó intimidar. -¿No puedo saludar a una amiga?.

-No somos amigas, Elena. Vete antes de que llame a seguridad. Espetó Charlotte, su voz cortante.

Sin embargo, Elena no se rindió.
-Espera. Creo que deberías escucharme.

Charlotte bufó. -No tengo nada de qué hablar contigo.

La amenaza salió de los labios de Elena como un último recurso desesperado. -Charlotte, si no me das más dinero, voy a confesar lo que hiciste. Todo el plan en contra de Mía.

La sonrisa de Charlotte no se desvaneció. -¿De qué hablas? Hasta donde sé, tú fuiste con tu hermana a ese club, y ella se fue con ese hombre. Además, él se entregó, y no ha mencionado a más culpables. El caso ya está cerrado.

Pero Elena sabía la verdad. -Tú y yo sabemos que no es así.

Charlotte se burló. -Si me quieres culpar, supongo que debes tener pruebas. ¿Las tienes?.

Elena guardó silencio, atrapada entre la espada y la pared.

-Eso creí, dijo Charlotte con desdén.

-No puedes culparme de nada. Si me acusas de algo que no hice, te demandaré por difamación. Veamos a quién le cree la ley. Con rapidez, Charlotte arrebató el teléfono de Elena, donde había estado grabando su conversación.

-No soy tonta, Elena. No me provoques. Tanto tú como tu hermana estúpida la pasarán mal.
Con la partida de Charlotte, Elena quedó frustrada y desamparada. Pero no estaba sola. Adam, Sebastián y Mía se acercaron a ella.

-Debió sospechar que haríamos algo así. Comentó Sebastián.

-No será fácil hacer que confiese. Añadió Adam.

Mía suspiró con resignación. -Gracias por intentarlo. Tomó la mano de Elena.

-Me hubiera gustado hacer más, lo lamento.

Los cuatro se alejaron, llevando consigo la carga de la decepción y la incertidumbre. Por petición de Mía, decidieron dejar atrás lo sucedido. Sin embargo, ahora todos eran conscientes de la astucia y peligro que Charlotte albergaba.

Mía cultivó una relación de amistad con Adam y Sebastián, agradecida por su apoyo durante esos momentos difíciles. Además, comenzó a reconstruir su relación familiar.
Elena, antes una figura distante, ahora se comportaba como una verdadera hermana. Juntas compartían momentos, disfrutando de la compañía mutua.

El tiempo siguió su curso, y cada uno continuó con sus vidas. Para Mía, todo parecía estar en orden. La felicidad se abría paso en su corazón gracias a amigos que se preocupaban por ella y una familia unida. Decidió dejar atrás las sombras del pasado y permitirse disfrutar de la dicha que merecía.

(Fin del capítulo 46)

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