Capítulo 40: Conspiración

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Regreso a casa junto a Sebastián.

-Gracias por traerme, me siento más confiada.

-Puedo quedarme contigo cuando hables con tu madre si quieres.

Niego con la cabeza. -Es suficiente con haberme traído a casa.

Sebastián toma mi mano suavemente. -Bien, si eso es lo que quieres. Si necesitas algo, puedes avisarme.

Asiento. -Está bien, gracias.

Nos despedimos en la entrada de mi casa, ingreso y veo a mi madre en la sala.

-Mía. ¿Qué sucedió? ¿Por qué te fuiste de esa manera anoche?.

-No me sentía bien. Fue demasiado ver a Elena anoche. Suspiro frustrada.

-¿Qué quería ella?.

-Elena, quería saber cómo nos encontramos y también me pidió que me mudara con ella.

-¿Qué? ¿Cómo que mudarte con ella?.

-Dijo que me extrañaba, que recuperemos el tiempo perdido madre e hija.

-¿Te irás con ella?. Le pregunto a mi madre temiendo su respuesta.
Ella asiente lentamente. -Lo he pensado, y quiero pasar tiempo con tu hermana. Tengo esta segunda oportunidad de vivir y no quiero sentir que la he desperdiciado. Sabes cuánto he extrañado a Elena, también es mi hija.

-Mamá. Intento controlarme para no romper en llanto. -La has extrañado, puedo entender eso.

-Mía, te quiero mucho. Mi mamá toma mis manos. -Gracias por entenderme.

-Si es lo que quieres, no me opondré.

Mientras conversamos nos vemos interrumpidas por el sonido del timbre. Al abrir la puerta me encuentro con Elena. -¿Le contaste las buenas noticias, mamá?. Elena se acerca a mi madre y la abraza con cariño. Mi madre asiente, y su mirada se cruza con la mía. No puedo evitar sentirme incómoda con esta situación.

-Estábamos conversando acerca de eso. Explica su madre.

-Veo que no te agradó la noticia, Mía. Elena sonríe.

Aunque intento mantener la compostura, la tristeza sigue pesando en mi corazón. -Me acaba de decir.

-Quizás te hubieras enterado anoche si no te hubieras ido a dormir con tu novio. Parece que te enfocas más en coquetear que en mamá.

-¿De qué hablas?. Me siento indignada. -No he estado coqueteando con nadie. Y no lo digas de esa forma, me fui anoche porque me sentía mal. Además, ¿con qué derecho puedes reprocharme algo cuando desapareciste de nuestras vidas?, ¿dónde estabas cuando mamá se enfermó?.

-Me tienes cansada con lo mismo. ¿Volví, verdad?. Ahora me haré responsable de mamá, deja de quejarte.

-¡Eres una descarada!. Pierdo la compostura.

-¡Mía, basta!. Mamá grita intentando detener nuestra discusión. -Deja de pelear. Son hermanas. Hazlo por mí, si respetas mi decisión entonces, no tienen que hablar más del asunto. Olviden el pasado. Mía, tienes que llevarte bien con tu hermana, eres la mayor.

-Mía, ¿no te cansas?. Siempre haciéndote la víctima. Creyéndose mejor que los demás. La mejor estudiante, la mejor hija. ¡La perfecta Mía!. Grita con molestia.
Elena siempre ha tenido resentimiento hacia Mía, desde pequeñas se ha sentido inferior a ella, en el fondo le ha tenido celos y envidia.

-Nunca me he creído nada, y lo sabes.

-Mía. Hazle caso a mamá. Elena sonríe. -Dedícate a otras cosas más productivas en lugar de discutir conmigo.

-Voy a empezar a empacar mis pertenencias. Me mudaré con Elena, pronto. No quiero ser más molestia para ti, Mía.

-No, mamá. No has sido una molestia.

-Aunque digas eso, sé que has tenido días difíciles por mi culpa. Me iré un tiempo con Elena y tú dedícate a ti misma, a cuidarte.

La madre de Mía la abraza. -Deja de discutir con tu hermana, sabes que eso no me hace bien. Las quiero a ambas.

-Lo sé, mamá.

Elena ayuda a su madre a empacar, cuando han terminado se van a cenar juntas mientras que Mía intenta relajarse en su habitación, de alguna forma se siente herida. Pero respetará la decisión de su madre.

Al día siguiente Elena y la señora Sarah se van juntas muy temprano. Mía se despide de su madre con tristeza. Mientras se marchan Elena le da una sonrisa arrogante a Mía.
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Elena se encamina hacia las imponentes puertas de OmniCorp International. El edificio, con su fachada de vidrio y acero, parece un monumento a la ambición y el poder. Elena se siente pequeña frente a su grandeza, pero también emocionada por lo que está a punto de suceder.

Dentro, la sala de reuniones está bañada en luz natural. Los ejecutivos de OmniCorp la reciben con sonrisas y apretones de mano. Su mánager, el señor Miller, le muestra el contrato de modelaje. Elena escanea las letras minúsculas y firma con determinación.

Cuando está a punto de retirarse, un tropiezo la hace tambalear. Una voz femenina, llena de indignación, la reprende. -¡Fíjate por dónde vas!, dice. Elena se disculpa, levanta la mirada y se encuentra con Charlotte Bailey. La misma mujer con la que se cruzó en la joyería un día antes. La misma que la miró con desprecio y desdén.

-Otra vez nos encontramos, dice Elena, intentando mantener la calma.

-Sé que esta es la empresa de tu familia, pero no esperaba realmente encontrarte en mi camino. Sonríe, aunque sus ojos no reflejan la misma alegría.

Charlotte la mira con desdén. -Sí, qué disgusto, responde. Se dispone a seguir su camino, pero Elena no está dispuesta a dejarlo así.

-Espera. Dice, deteniéndola. -¿Por qué la prisa?. Charlotte la mira con curiosidad, como si no pudiera creer que Elena esté hablando con ella.

-No tengo ganas de hablar contigo, responde Charlotte con frialdad.

-Pero podría proponerte algo interesante, insiste Elena. Charlotte arquea una ceja. -¿Tú? ¿Qué podrías proponerme? No me hagas reír.

Elena se inclina hacia ella, su voz apenas un susurro. -Podría ayudarte a vengarte de mi querida hermana, Mía. Charlotte la mira con sorpresa.

-¿Cómo sé que no mientes? Eres su hermana. ¿Eres capaz de traicionarla?.

Elena sonríe con malicia. -No me arriesgaría a mentirle a alguien tan poderosa como tú. Y sí, sería capaz de eso por el precio adecuado. Además, no tenemos una muy buena relación que digamos. Siempre se ha encargado de arruinar mi vida.

Charlotte la estudia durante un momento

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Charlotte la estudia durante un momento. -Entiendo, dice finalmente.

-¿No estás enojada? ¿Alguien tan insignificante como Mía con tu hermano? Además, dijiste que ella se había metido con tu prometido. Creo que deberías hacer algo. Propone Elena.

Charlotte asiente. -Vamos a mi oficina.

Elena sonríe y sigue a Charlotte, sabiendo que está a punto de adentrarse en un juego peligroso. Las dos mujeres, unidas por la sed de venganza y la ambición, se dirigen hacia la oficina de Charlotte. El destino de Mía está en juego, y Charlotte y Elena están dispuestas a todo para asegurarse de que caiga.

(Fin del capítulo 40)

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