El restaurante elegante era un lugar impresionante, con paredes revestidas de madera oscura y techos altos que parecían tocar el cielo. Las luces tenues y las velas creaban un ambiente íntimo y acogedor, perfecto para una cena romántica. Las mesas estaban cubiertas con manteles blancos y delicados, y los platos y cubiertos brillaban con un resplandor plateado.Mía se sentía nerviosa, su vestido de seda ceñido al cuerpo, los tacones resonando en el suelo de mármol.
Adam, su jefe, la esperaba en la mesa junto a la ventana con vista al jardín. El brillo de la luna se reflejaba en sus ojos, y Mía no pudo evitar notar lo guapo que se veía con su traje oscuro.
En una de las mesas, Mía y Adam se sentaron frente a frente, rodeados de la elegancia del restaurante. Mía se veía hermosa con su vestido rojo y sus ojos brillantes, y Adam no podía evitar mirarla con admiración.
Adam se levantó cuando ella se acercó. -Mía, estás deslumbrante, dijo, su voz ronca. -Gracias por aceptar cenar conmigo.
Ella sonrió, sintiendo el calor subir a sus mejillas. -No podía decir que no a una cena en este lugar tan elegante. Además era mi premio después de todo.
-Aún así, no tenías que venir conmigo necesariamente. Responde Adam.
Mía sonríe. -Gracias por el vestido y los zapatos, no había venido preparada para una ocasión como esta.
-No te preocupes, me alegra que te haya quedado bien.
La cena comenzó con una botella de vino tinto y unos aperitivos deliciosos, que fueron servidos por un mesero atento y amable. Adam jugueteó con la copa antes de hablar.
-Mía. Dice Adam pensativo.
-¿Qué pasa, señor? Preguntó, tratando de mantener la calma.
-¿Ha sido un buen retiro de integración para ti?. Pregunta Adam sin poder mencionar el tema que le interesaba realmente.
-Sí. Responde Mía de forma animada.
-He logrado compartir más tiempo con mis compañeros y obtenido nuevas experiencias. Este año ha sido agradable.
Pronto llegó el plato principal servido por el mesero: un exquisito filete de ternera acompañado de verduras frescas y una salsa suave y cremosa. Mía y Adam disfrutaron de la comida, saboreando cada bocado.
-¡Está delicioso!. Mía no había probado un plato similar antes y esto se sumaba a las nuevas experiencias obtenidas en este retiro.
-Me alegra que te guste, es mi plato favorito.
-Entiendo la razón. Mía sonríe disfrutando de la comida.
Después de la cena, llegó el postre: una tarta de chocolate y un helado cremoso. Mía y Adam se miraron a los ojos y sonrieron, disfrutando del momento y de la compañía mutua.
-Mía, hay algo que necesito decirte. Sus ojos se encontraron con los de ella, y Mía sintió un nudo en el estómago.
-¿De qué se trata?. Preguntó Mia nerviosa.
Adam toma suavemente la mano de Mía. -Te has de imaginar de lo que se trata, quería decir esto de manera adecuada, como te lo mereces. Adam toma un largo suspiro. -He intentado luchar contra mis sentimientos, pero persisten en mí. Mía estoy enamorado de ti.
El corazón de Mía dio un vuelco. No esperaba esas palabras. -Adam…
Adam continúa con su declaración.-He sido cobarde al no cancelar mi compromiso antes y al no decirte mis sentimientos. Pero ahora no puedo seguir así. Charlotte fue mi pasado, pero tú eres mi presente y mi futuro.
Sé que merezco tu rencor y desprecio, pero eso no cambiará lo que siento.
Mía miró a su alrededor, sintiendo la presión de las paredes del restaurante. -Adam, yo no puedo…
-¿Por qué?. Preguntó él, desesperado. ¿Por qué no podemos intentarlo?.
- Porque no puedo perdonar lo que hiciste. Además estoy con Sebastián.
-Ambos sabemos que eso es falso.
-Asumiendo que fuera así. Sigo con él ante los demás, y terminaste tu compromiso con Charlotte hace poco, no es tan fácil como aceptar tus sentimientos. Esto podría resultar mal para mí. Explica Mía con mirada preocupada.
-Mía, por favor dame la oportunidad de demostrarte que merezco tu amor y de ser la persona que mereces a tu lado.
Mía niega con la cabeza. -Lo siento, no puedo aceptar sus sentimientos. Además, quiero a Sebastián ahora. Era una mentira, pero necesitaba alejar a Adam de una vez por todas.
-¿Lo quieres ahora?. Preguntó Adam desconcertado.
Mía asiente confirmando sus palabras. -Lo he conocido mejor y es una persona maravillosa, amable y cariñoso. He empezado a tener sentimientos por él. Esa es razón suficiente para que te olvides de mí.
-Puedo entender eso. Si es así, no te molestaré más. Gracias por escucharme, Mía. Dijo. -Aunque no puedo evitar desear que las cosas fueran diferentes. Su tono estaba lleno de decepción.
-También me hubiera gustado eso.
La cena terminó en un silencio incómodo, las velas ardiendo como testigos mudos de un amor no correspondido. Mía sabía que había tomado la decisión correcta, pero su corazón latía con fuerza mientras Adam la miraba con una mezcla de tristeza y esperanza.
Mía salió primero del restaurante, sintiendo la urgencia de escapar de esa situación incómoda. Sus pasos resonaron en el pasillo mientras se dirigía a su habitación. Se dejó caer en la cama, sintiendo el colchón ceder bajo su peso. Había mentido a Adam, pero ¿era realmente una mentira? Intentaba olvidarlo, se repetía a sí misma que debía despreciarlo por lo que hizo, pero su corazón se rebelaba.
Las palabras de rechazo habían sido como un puñal en su pecho. Aunque no podía identificar sus sentimientos con claridad, sabía que no había olvidado por completo a Adam.
Mía cerró los ojos, tratando de encontrar respuestas en la oscuridad de su habitación. Pero solo encontró más preguntas. ¿Había tomado la decisión correcta al rechazar a Adam? ¿O estaba condenándose a una vida de mentiras y medias verdades?.
(Fin del capítulo 33)
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Duelo de destinos
RomanceMía, una diligente asistente de una renombrada corporación, ve su serenidad trastocada cuando una urgencia médica amenaza la vida de su madre. La solución yace en una operación de alto costo, un monto que escapa de sus posibilidades. Desesperada, Mí...