El dolor me envuelve al despertar lentamente. Esta vez, Charlotte no está a mi alcance. Con dificultad, me incorporo, luchando por mantenerme despierta. La energía escasea mientras intento liberar mis muñecas atadas. A pesar de varios minutos de esfuerzo, las ataduras persisten, y la desesperación me embarga. Las lágrimas brotan al pensar en el futuro que me depara a manos de Charlotte.Anhelo ver a Adam de nuevo, pero la incertidumbre se cierne sobre mí.
-¡Regresé!. ¿Me extrañaste?.
-Charlotte. Déjame ir, por favor.
-Te dije que no. No tengo pensado dejarte ir. Responde fríamente mientras se acerca a mí. -Acabaré contigo. Querida Mía.
-¿Qué vas a hacerme?.
-Es una sorpresa. Pero ya que estás impaciente. ¡Tarán!. Charlotte me muestra una pequeña navaja.
-No me hagas daño. Supliqué , sintiendo la fría hoja presionando mi mejilla.
-¿Estás asustada?. Se burló Charlotte. ¡Qué divertida!. Suplica por tu vida y quizás te perdone.
-Charlotte. Mi respiración se acelera mientras consigo en esta ocasión aflojar mi atadura liberando mis manos. -¡Jamás haré eso!. Exclamé con valentía.
-¿Qué dijiste?. Te quitaré ese valor a golpes. La navaja se hundió más en mí piel, provocando una línea de sangre. Charlotte apartó la hoja y me abofeteó.
-Nunca haré lo que quieres. Preferiría morir, pero nunca dejaría de luchar.
Mía se lanzó contra Charlotte, forcejeando con todas sus fuerzas. La navaja voló lejos, y ambas mujeres rodaron por el suelo.
-Suéltame, maldita rata.
-No, Charlotte. Estoy cansada de ti.
El forcejeo continuaba, y la tensión en la habitación era palpable. Los golpes se intercambiaban, y la pequeña navaja brillaba amenazante en la mano de Charlotte. Pero entonces, un sonido inesperado resonó desde el exterior. La puerta fue derribada con una fuerza impresionante, y la habitación se llenó de figuras vestidas de negro.
Eran los agentes de las Unidades de Operaciones Especiales. A pesar de estar rodeada por ellos Charlotte no se rendía, me tomó por el cabello y presionó la navaja en mi cuello.
Mientras los hombres intentaban persuadirla ella me seguía sosteniendo con fuerza. Escucho una voz familiar. -¡Charlotte!, deja a Mía en paz. ¿No te cansas de causar daño?.
-Adam. Todo esto se hubiera evitando si te casabas conmigo. Reclama Charlotte sin soltarme.
-Charlotte, un día te quise, pero ya no. Ahora la quiero a ella. Por favor, acéptalo.
-No, Adam. Me desharé de ella. Así nunca estarán juntos. Charlotte sigue presionándome contra ella.
-Charlotte. No empeores tu situación. Grita Sebastián manteniendo una distancia prudente.
-Sebastián. ¿También vienes a defender a esta zorra?. Grita Charlotte.
-Charlotte, no. Vine por ti, eres mi hermana. ¡Ríndete! O las cosas solo serán peores para ti.
-Sebastián. Estás mintiendo, te conozco.
-No, Charlotte. En verdad me preocupo por ti. Somos familia.
-¿De verdad?. Charlotte afloja su agarre un momento, aprovecho para darle una mordida en la mano y me alejo. Los agentes rápidamente neutralizan a Charlotte con gran destreza.
Mía se encontró libre, respirando agitadamente mientras observaba cómo los agentes reducían a Charlotte. Fue desarmada y esposada, su mirada llena de furia impotente. Mía se apoyó contra la pared, sintiendo la adrenalina aún corriendo por sus venas.
Uno de los agentes se acercó a ella, preocupado. -¿Estás bien, señorita?.
Mía asintió, agradecida. -Sí, gracias.
Adam y Sebastián se apresuraron hacia Mía. Adam la rodeó con fuerza, aliviado de verla a salvo.-Mía, estaba tan preocupado. Susurró.
Ella le sonrió y respondió. -Gracias por encontrarme.
-Fue gracias al reloj que te di.
-¿De verdad?. Preguntó, asombrada.
La mención del reloj que Adam le había dado hizo que Mía mirara su muñeca. El reloj, ahora averiado, había sido su conexión durante su desaparición.Sebastián, se unió al abrazo. -Cuando me comentaron tu desaparición, supuse que sería plan de Charlotte. Dijo con preocupación. -Lamento que hayas tenido que pasar por todo eso.
Mía asintió, agradecida por su apoyo.
Mientras Charlotte era escoltada fuera de la habitación, Mía sintió una mezcla de alivio y agotamiento.
-Quizás debería ir a hablar con ella. Sugirió Sebastián, y se alejó para confrontar a la mujer que había causado tanto daño, pero que después de todo, era su hermana.
Adam volvió a abrazar a Mía, sus ojos llenos de emoción. -No sé qué hubiera hecho si te perdía. Admitió.
Ella le acarició la mejilla con ternura.
-No pienses en eso. Ahora estoy bien.
-¿Charlotte, te hizo mucho daño?. Pregunta Adam preocupado.
La pregunta de Adam sobre el daño infligido por Charlotte hizo que Mía asintiera. -Me golpeó durante horas. Confesó. -Pero estaré bien.
Adam acarició su rostro manchado de suciedad y sangre, notando el moretón en su mejilla. -Haré que pague por lo que te hizo, Prometió con determinación. -Por todo lo que nos ha hecho.
Finalmente, los agentes se llevaron a Charlotte, y Mía se dejó caer exhausta en los brazos de Adam. Su cuerpo, antes tenso y alerta, ahora se relajó.
Habían sobrevivido juntos a la tormenta, y su amor se fortaleció aún más en ese momento de vulnerabilidad compartida.
(Fin del capítulo 56)
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Duelo de destinos
RomanceMía, una diligente asistente de una renombrada corporación, ve su serenidad trastocada cuando una urgencia médica amenaza la vida de su madre. La solución yace en una operación de alto costo, un monto que escapa de sus posibilidades. Desesperada, Mí...