Capítulo 56: Confrontación final

9 2 0
                                    


El dolor me envuelve al despertar lentamente. Esta vez, Charlotte no está a mi alcance. Con dificultad, me incorporo, luchando por mantenerme despierta. La energía escasea mientras intento liberar mis muñecas atadas. A pesar de varios minutos de esfuerzo, las ataduras persisten, y la desesperación me embarga. Las lágrimas brotan al pensar en el futuro que me depara a manos de Charlotte.

 Las lágrimas brotan al pensar en el futuro que me depara a manos de Charlotte

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Anhelo ver a Adam de nuevo, pero la incertidumbre se cierne sobre mí.

-¡Regresé!. ¿Me extrañaste?.

-Charlotte. Déjame ir, por favor.

-Te dije que no. No tengo pensado dejarte ir. Responde fríamente mientras se acerca a mí. -Acabaré contigo. Querida Mía.

-¿Qué vas a hacerme?.

-Es una sorpresa. Pero ya que estás impaciente. ¡Tarán!. Charlotte me muestra una pequeña navaja.

-No me hagas daño

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-No me hagas daño. Supliqué , sintiendo la fría hoja presionando mi mejilla.

-¿Estás asustada?. Se burló Charlotte. ¡Qué divertida!. Suplica por tu vida y quizás te perdone.

-Charlotte. Mi respiración se acelera mientras consigo en esta ocasión aflojar mi atadura liberando mis manos. -¡Jamás haré eso!. Exclamé con valentía.

-¿Qué dijiste?. Te quitaré ese valor a golpes. La navaja se hundió más en mí piel, provocando una línea de sangre. Charlotte apartó la hoja y me abofeteó.

-Nunca haré lo que quieres. Preferiría morir, pero nunca dejaría de luchar.

Mía se lanzó contra Charlotte, forcejeando con todas sus fuerzas. La navaja voló lejos, y ambas mujeres rodaron por el suelo.

-Suéltame, maldita rata.

-No, Charlotte. Estoy cansada de ti.

El forcejeo continuaba, y la tensión en la habitación era palpable. Los golpes se intercambiaban, y la pequeña navaja brillaba amenazante en la mano de Charlotte. Pero entonces, un sonido inesperado resonó desde el exterior. La puerta fue derribada con una fuerza impresionante, y la habitación se llenó de figuras vestidas de negro.

Eran los agentes de las Unidades de Operaciones Especiales. A pesar de estar rodeada por ellos Charlotte no se rendía, me tomó por el cabello y presionó la navaja en mi cuello.

Mientras los hombres intentaban persuadirla ella me seguía sosteniendo con fuerza. Escucho una voz familiar. -¡Charlotte!, deja a Mía en paz. ¿No te cansas de causar daño?.

-Adam. Todo esto se hubiera evitando si te casabas conmigo. Reclama Charlotte sin soltarme.

-Charlotte, un día te quise, pero ya no. Ahora la quiero a ella. Por favor, acéptalo.

-No, Adam. Me desharé de ella. Así nunca estarán juntos. Charlotte sigue presionándome contra ella.

-Charlotte. No empeores tu situación. Grita Sebastián manteniendo una distancia prudente.

-Sebastián. ¿También vienes a defender a esta zorra?. Grita Charlotte.

-Charlotte, no. Vine por ti, eres mi hermana. ¡Ríndete! O las cosas solo serán peores para ti.

-Sebastián. Estás mintiendo, te conozco.

-No, Charlotte. En verdad me preocupo por ti. Somos familia.

-¿De verdad?. Charlotte afloja su agarre un momento, aprovecho para darle una mordida en la mano y me alejo. Los agentes rápidamente neutralizan a Charlotte con gran destreza.

Mía se encontró libre, respirando agitadamente mientras observaba cómo los agentes reducían a Charlotte. Fue desarmada y esposada, su mirada llena de furia impotente. Mía se apoyó contra la pared, sintiendo la adrenalina aún corriendo por sus venas.

Uno de los agentes se acercó a ella, preocupado. -¿Estás bien, señorita?.
Mía asintió, agradecida. -Sí, gracias.
Adam y Sebastián se apresuraron hacia Mía. Adam la rodeó con fuerza, aliviado de verla a salvo.

-Mía, estaba tan preocupado. Susurró.

Ella le sonrió y respondió. -Gracias por encontrarme.

-Fue gracias al reloj que te di.

-¿De verdad?. Preguntó, asombrada.
La mención del reloj que Adam le había dado hizo que Mía mirara su muñeca. El reloj, ahora averiado, había sido su conexión durante su desaparición.

Sebastián, se unió al abrazo. -Cuando me comentaron tu desaparición, supuse que sería plan de Charlotte. Dijo con preocupación. -Lamento que hayas tenido que pasar por todo eso.

Mía asintió, agradecida por su apoyo.

Mientras Charlotte era escoltada fuera de la habitación, Mía sintió una mezcla de alivio y agotamiento.

-Quizás debería ir a hablar con ella. Sugirió Sebastián, y se alejó para confrontar a la mujer que había causado tanto daño, pero que después de todo, era su hermana.

Adam volvió a abrazar a Mía, sus ojos llenos de emoción. -No sé qué hubiera hecho si te perdía. Admitió.

Ella le acarició la mejilla con ternura.

-No pienses en eso. Ahora estoy bien.

-¿Charlotte, te hizo mucho daño?. Pregunta Adam preocupado.

La pregunta de Adam sobre el daño infligido por Charlotte hizo que Mía asintiera. -Me golpeó durante horas. Confesó. -Pero estaré bien.

Adam acarició su rostro manchado de suciedad y sangre, notando el moretón en su mejilla. -Haré que pague por lo que te hizo, Prometió con determinación. -Por todo lo que nos ha hecho.

Finalmente, los agentes se llevaron a Charlotte, y Mía se dejó caer exhausta en los brazos de Adam. Su cuerpo, antes tenso y alerta, ahora se relajó.

Habían sobrevivido juntos a la tormenta, y su amor se fortaleció aún más en ese momento de vulnerabilidad compartida.

(Fin del capítulo 56)

Duelo de destinos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora