Capítulo 16: Un paraíso escondido parte 2

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Después del pequeño altercado, Sebastián propuso que sería agradable comer algo, así que nos dirigimos a un restaurante local que ofrecía platos típicos del mar.

El ambiente del lugar era acogedor, y mientras disfrutábamos de un suculento plato de mariscos, retomamos nuestra animada conversación, recuperando el buen humor que nos caracteriza. Después de la cena, continuamos paseando por la playa, deleitándonos con la brisa marina.

-¿Sigues teniendo energía?. Preguntó Sebastián. -Porque pensé que podríamos quedarnos hasta la noche, si te apetece. Hay varios clubes nocturnos cercanos. Y me encanta bailar.

-Supongo que tendrás que enseñarme, ya que no sé bailar. Respondí, sonriendo.

-Será un placer, muñeca. Dijo Sebastián, extendiéndome la mano.
En el auto, buscamos un club cercano y pronto llegamos a uno. Al entrar, nos envolvió el ambiente vibrante de gente bailando y disfrutando de sus bebidas.

Encontramos una mesa y Sebastián pidió unos cócteles para ambos. Nos sumergimos en una agradable conversación, rodeados de jóvenes llenos de energía y diversión.

Cuando comenzó a sonar una canción animada, Sebastián se levantó y me extendió la mano. -¿Bailamos?. Preguntó.

Acepté y me uní a él en la pista, siguiendo sus pasos con facilidad. Después de disfrutar de la música y el baile, me excusé para ir al baño. Al regresar, encontré a Sebastián rodeado de un grupo de chicas. Después de unos instantes, me acerqué, esperando captar su atención.

-Lo siento, chicas, pero ya estoy acompañado. Dijo Sebastián con una sonrisa.

Las chicas se alejaron con miradas de desdén hacia mí.

-¿Eran tus fans?. Pregunté.

-Algunas sí. Otras solo se acercaron por curiosidad. Son educadas, pero preferiría haberlas encontrado en otro momento. Hoy quería relajarme contigo. Respondió Sebastián.

-¿No deberías estar acostumbrado a estas cosas?. Pregunté, sonriendo.

-Lo estoy, pero a veces hasta los actores necesitamos un respiro, muñeca -Dijo Sebastián.

-Entiendo, debe ser agotador ser tan famoso. Respondí, riendo.

-Y guapo, no olvides eso. Pero nunca rechazaría a mis fans. Añadió Sebastián.

-¡Qué humilde! -Exclamé mientras dejé escapar una sonrisa.

-Te lo agradecería si no supiera que estás burlándote de mí.

-Solo un poco.

Continuamos charlando y disfrutando de unos cócteles más hasta que la fatiga comenzó a hacerse presente.

Sebastián propuso dar un último paseo por la playa antes de partir.

Salimos del club y caminamos por la arena, disfrutando de la brisa nocturna y una conversación ligera, una bienvenida distracción de la tensión en el trabajo y la presencia de Adam y su prometida.

Salimos del club y caminamos por la arena, disfrutando de la brisa nocturna y una conversación ligera, una bienvenida distracción de la tensión en el trabajo y la presencia de Adam y su prometida

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Mientras caminábamos, dejé escapar un suspiro profundo.

-Parece que tienes mucho en mente. Si quieres, puedes contarme lo que te preocupa. Guardaré el secreto y quizás pueda darte algún consejo. Ofreció Sebastián.

-Prefiero hablar de ello en otro momento. Respondí, sonriendo.

-Gracias por ofrecerte, Sebastián. Aprecio tu preocupación.
Continuamos nuestro paseo en silencio hasta que nos sentimos lo suficientemente despejados para emprender el viaje de regreso.

Al llegar a mi casa, me despedí de Sebastián con un ademán con mis manos, pero él me sorprendió con un abrazo cálido y reconfortante.
Al entrar, mi madre me recibió con una sonrisa pícara.

-¿Ese es tu nuevo amigo?. Preguntó.

-Sí, es Sebastián. Respondí.

-Es guapo. Espera…creo que lo he visto antes. Dijo mi madre, pensativa.

-Es actor. Tal vez lo viste en alguna película. Expliqué.

-¡Qué emoción! Sabía que lo había visto. La próxima vez, debería tomarme una foto con él; mis amigas morirían de envidia. Sugirió mi madre.

-Claro, se lo diré la próxima vez que venga. Prometí.

Con esa promesa, me retiré a mi habitación, sintiendo aún la arena entre mis dedos. Me dirigí directamente al baño y dejé que el agua caliente de la ducha lavara las salpicaduras del día. Después, me envolví en la suavidad de mi pijama y, con movimientos mecánicos, cepillé mi cabello mientras revisaba mi teléfono.

Un mensaje de Sebastián captó mi atención. Había enviado las fotos de nuestra escapada en la playa. Además, noté que había comenzado a seguirme en mis redes sociales y había compartido algunas de nuestras fotos.

En varias de ellas aparecíamos juntos, lo que me inquietó ligeramente. Sin embargo, me convencí de que si él decidió publicarlas, era porque no comprometían su imagen pública. Con ese pensamiento tranquilizador, me dejé caer en la cama y el sueño me reclamó casi instantáneamente.

(Fin del capítulo 16)

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