Mía, con el corazón dividido entre la tristeza y la esperanza, se encuentra ante una encrucijada dolorosa. La salud de su madre requiere atención constante: exámenes, medicamentos y cuidados posteriores a la operación.Aunque Mía sabe que Elena, puede proporcionarle los mejores cuidados y un estilo de vida más saludable, la promesa de visitarla no alivia la sensación agridulce que pesa en su pecho. La perspectiva de perder a la persona que más quiere es abrumadora. Sin embargo, la certeza de que Elena asumirá la responsabilidad de cuidar a su madre le brinda un consuelo frágil.
La soledad la abraza al regresar a casa, pero los mensajes de Sebastián, aunque virtuales debido a sus ocupaciones laborales, la mantienen conectada. La rutina diaria se vuelve más llevadera con la compañía de sus amigos y su novio. Además, ha logrado reunirse con su madre, un encuentro lleno de emociones y recuerdos compartidos.
Esta noche extrañamente recibe un mensaje de Elena. “¿Podemos vernos?, quiero hablar contigo, hermana”.
Mía accede y se encuentran al día siguiente en una cafetería cerca del trabajo de Mía.
-Hermana. Dice Elena con una sonrisa.
-No tengo mucho tiempo, ¿puedes ser concreta?.
-Por supuesto, hermanita. Iré al grano. Elena toma mi mano lo cual me sorprende.
-Sé que actué mal en el pasado, les fallé a mamá y a ti. Y me arrepiento. ¿Podrías perdonarme?.
-¿De verdad, estás arrepentida?. Pregunto confundida.
-Por supuesto. Por eso me llevé a mamá conmigo, como sabes puedo brindarle la atención médica que merece, recibirá sus controles y exámenes médicos en los mejores hospitales, no le faltará nada.
Asiento. -Lo sé y eso es lo que me deja tranquila.
-Entonces, reconciliémonos. Soy tu hermanita. Puedo llegar a ser inmadura a veces, pero quiero a mi familia.
Acepto su perdón pensando en el bienestar de mi madre. -Bien, creeré en tu arrepentimiento sincero, y te perdono. No te preocupes. Le dedico una leve sonrisa.
-Gracias, Mía. Me alegra que me hayas disculpado. Recuperemos el tiempo perdido. Es más como muestra de mi arrepentimiento sincero te traje una regalo.
-No tienes que darme nada.
-Acéptalo, es una muestra de mi buena voluntad.
Acepto su regalo. -Gracias, Charlotte.
-Usa eso esta noche.
Abro el obsequio y es un vestido corto. -¿Debería usar esto? ¿No es un poco atrevido?.
-¡Es perfecto para ti, tienes que mostrar un poco más!. No creo que Sebastián se ponga celoso. Vamos a celebrar esta noche nuestra reconciliación en un club.
Asiento poco convencida. -De acuerdo. Me siento intrigada y nerviosa, pero también agradecida por el esfuerzo de Elena.
La noche se despliega como un abanico de emociones, susurros y promesas. Elena, con su cabello oscuro y ojos brillantes, me recoge en su auto. El vestido que me regaló, un lienzo de seda y encaje, se adhiere a mi piel, más atrevido de lo que suelo usar. Pero no quiero herir sus sentimientos; después de todo, es un gesto de reconciliación. Le comento a Sebastián que saldré con mi hermana. Se alegra por mí y nos desea suerte.
El club al que llegamos es un mundo aparte: luces tenues, risas flotando en el aire y la música vibrando en nuestros huesos. Elena, con su confianza innata, nos guía hacia la entrada. Las miradas se posan en nosotras, y me pregunto si todos pueden sentir la tensión entre las dos hermanas.
Pedimos cócteles exóticos y nos sumergimos en la pista de baile. Elena me habla de su vida en París, de las pasarelas y las noches interminables. Cierro los ojos y la imagino, deslizándose como un cisne entre las luces de la ciudad.
-¿Y los chicos?, le pregunto, curiosa.
-¿Hay alguno especial?.
Elena ríe. -Oh, sí. Algunos eran encantadores. Los hombres extranjeros son tan diferentes a los locales. Comenta con una sonrisa traviesa.
Bailamos hasta que el mundo se desdibuja. Los cócteles se mezclan con risas y anécdotas. Pero entonces, como si alguien hubiera girado el dial de la realidad, todo se vuelve borroso.
Despierto en una habitación desconocida, la luz filtrándose por las cortinas. Mi piel se eriza al notar que estoy desnuda bajo las sábanas. ¿Qué sucedió anoche? El misterio se cierne sobre mí, y mi corazón late con temor.
(Fin del capítulo 41)
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Duelo de destinos
RomanceMía, una diligente asistente de una renombrada corporación, ve su serenidad trastocada cuando una urgencia médica amenaza la vida de su madre. La solución yace en una operación de alto costo, un monto que escapa de sus posibilidades. Desesperada, Mí...