Compartía un almuerzo con Sebastián. Mis amigas, comprensivas, nos habían dado espacio e intimidad para conversar tranquilamente. Disfrutaba de la deliciosa comida mientras Sebastián me relataba su experiencia en la búsqueda del tesoro. Parecía que Cristal y él se habían llevado bien, y me alegraba saber que habían compartido una agradable experiencia.-Cristal era amable, me pidió un par de fotos, logramos encontrar todas las piezas, pero al parecer no fuimos tan rápidos.
-El tercer lugar no está mal. Bromeo.
-No te burles de mí. Sonríe. -Si hubiera estado contigo tendríamos el primer puesto. Suspira.
-Me hace feliz haber obtenido el premio. Confesé. -Generalmente nunca gano nada.
-Si querías eso me lo hubieras pedido. Señaló
-¿Qué?. Pregunté intrigada.
-No es gran cosa y no tendrías que esforzarte para conseguirlo.
-Es mejor si me lo gano. Explico.
-Te gusta complicarte la vida. Responde Sebastián.
Le respondí con una sonrisa mientras seguimos comiendo.
Después del almuerzo, tuvimos tiempo para descansar antes de la última actividad programada para el día: la carrera de relevos. Nos dirigimos a la pista de atletismo del complejo, donde los participantes se inscribían mientras los demás serían el público.
Decidí participar y recibí mi uniforme junto con Fiorela y Emily, quienes también se habían inscrito. Fuimos a los vestuarios para cambiarnos. Regresamos a la pista, estiramos y calentamos. Sebastián se acercó para desearnos suerte y me dio un beso en la mejilla, mientras las chicas me sonreían.
La carrera comenzó, y las participantes nos posicionamos. Estaba nerviosa pero emocionada. Mi compañera se acercó y me pasó la batuta. Comencé a correr tan rápido como pude, pero en un momento de distracción, tropecé. Intenté levantarme y seguir, pero ya era tarde. El otro equipo nos alcanzaba.
Entregué la batuta a Fiorela, quien con determinación corrió hasta alcanzar a nuestra contrincante del equipo contrario. Estaban en igualdad de posición hasta que la otra compañera nos ganó por muy poco.
Las demás compañeras no dijeron nada, pero me sentía culpable por nuestra derrota.
Me alejé y me senté en las gradas, donde mis amigas y Sebastián se acercaron. Sebastián me ofreció una toalla y una botella de agua, mientras Fiorela y Emily preguntaban si me encontraba bien. Sebastián revisó mi rodilla raspada y me llevó a la enfermería del complejo. En el camino, el señor Lynch se acercó preocupado.
-Mía. ¿Te encuentras bien?. ¿Te acompaño a la enfermería?. Preguntó
-Adam, la llevaré yo. Dice Sebastián con ligera irritación en su tono.
-Estoy bien, iré con Sebastián. Gracias. Respondí.
-Pero quiero llevarla. Insistió Adam.
-Este no es tu asunto, Adam. Zanjó Sebastián.
Llegamos a la enfermería, donde la doctora limpió la pequeña herida y la cubrió con un vendaje. Me sentía mucho mejor. Agradecimos a la doctora y salimos. Le agradecí a Sebastián por llevarme y fuimos juntos hasta mi habitación. Nos despedimos, y yo me di una ducha con cuidado de no mojar la herida.
Sebastián camina por el complejo buscando a Adam, pero no lo encuentra. Finalmente lo ve regresando al edificio de dormitorios.
-¡Adam!. Grita Sebastián para llamar la atención de Adam.
-¿Qué quieres, Sebastián?. Respondió Adam.
-¿Qué es lo que pretendes con Mía?, sabes que es mi novia. Últimamente estás actuando diferente alrededor de ella.
-Mía no es tu novia. Afirmó Adam.
-¿Por qué dices eso?.
-Porque es la verdad, tu adorable novia, no es más que una farsa. Siendo así nada me impide intentar algo con ella. Soy libre de buscarla ahora que mi compromiso con Charlotte se disolvió.
-No sabes de lo que hablas, Mía es mi novia, lo dijimos ante todos.
-Sé que es una farsa.
-¿Cómo puedes asegurarlo?.
-Porque lo supe de una buena fuente.
-Pues tu fuente te mintió.
-No creo que Mía sea una mentirosa.
-¿Ella te lo dijo?. Pregunta Sebastián confundido.
-Sí, ella lo hizo.
-Mía, no debió saber lo que decía. Dijo nervioso. -Somos pareja. Debiste escuchar mal.
-Insiste en tu mentira, pero yo sé la verdad y no voy a renunciar a ella. Adam guarda silencio durante unos segundos. -Me confesaré adecuadamente esta noche así que no te entrometas.
-Va a rechazarte.
-¿Cómo puedes estar tan seguro?.
-Porque ella no quiere a un cobarde como tú.
-¡No me llames cobarde!. Adam agarra de la camisa a Sebastián, mientras algunos empleados de la empresa los observaban y murmuraban entre ellos. -Si no fuera porque hay gente te daría tu merecido.
-¿Tienes miedo de arruinar tu imagen o simplemente eres el cobarde de siempre?. Si tanto quieres enfrentarte a mí propongo un duelo de esgrima. Solíamos ser bastante buenos en eso. Propone Sebastián. -Así podrás darme mi merecido como dices, Pero si yo gano, tienes que cederme tu puesto en la cena de esta noche con Mía.
Adam sonríe amargamente. -Si yo gano, no te interpondrás entre nosotros esta noche.
-¡Acepto!. Dice Sebastián extendiendo su mano.
Ambos estrechan su mano sellando el trato.
(Fin del capítulo 31)
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Duelo de destinos
RomansMía, una diligente asistente de una renombrada corporación, ve su serenidad trastocada cuando una urgencia médica amenaza la vida de su madre. La solución yace en una operación de alto costo, un monto que escapa de sus posibilidades. Desesperada, Mí...