El insistente zumbido de mi teléfono me arranca de los brazos de Morfeo antes de lo que el amanecer permite. “¿Qué es todo esto?” exclamo, con la voz aún ronca por el sueño, mientras mis ojos se abren de par en par ante la avalancha de llamadas perdidas y mensajes de mis amigas del trabajo.Las preguntas sobre Sebastián se amontonan en la pantalla, y los enlaces a reportajes que nos declaran pareja inundan mi bandeja de entrada. Incluso hay mensajes de números desconocidos, todos clamando por una entrevista.
La llamada de Sebastián irrumpe entre el caos, y sin dudarlo, respondo.
-¡Buenos días!. Su voz es un cálido rayo de sol en la fresca mañana.
-¿Cómo puedes estar tan tranquilo?. Mi pregunta es un susurro tembloroso.
-Ya veo que te has enterado. Dice con una calma que me resulta enigmática.
-Por eso quería hablar contigo. ¿Podemos vernos en una hora? Te esperaré en la cafetería que está a la vuelta de tu casa.
-Está bien, nos vemos allí. Accedo, aunque mi corazón late con fuerza.
Colgamos y rápidamente me preparo para el encuentro. A pesar de la duda que me corroe, me encamino hacia el lugar acordado.Al llegar, lo encuentro allí, sereno como el mar en calma después de una tormenta, con una taza de café humeante entre sus manos y un aura de paz que contrasta con el tumulto de emociones que me embarga.
-Hola, muñeca. Me saluda con una sonrisa. -Es la primera vez que desayunaremos juntos.
-Sebastián, este no es momento para bromas. Mi voz es firme.
Él capta la seriedad de mi tono y su semblante cambia, adoptando una expresión grave.
-No es que no me preocupe. Intento mantener la calma. Pero la verdad es que no hay mucho que podamos hacer. Los programas de chismes siempre encontrarán algo de qué hablar, y eventualmente me emparejarán con alguien más. Estos rumores son efímeros. Guarda silencio un instante. -Y en este momento, tenemos dos opciones.
-¿Cuáles serían?. Indago con curiosidad.
-Podemos optar por el silencio y esperar a que el tiempo borre todo esto. Pero eso significaría tener a los medios acechándote constantemente, podrían llegar a invadir tu privacidad.
-¿Y la otra opción?. Mi voz es apenas un hilo, tensa por la anticipación.
-“Confirmar los rumores”, dar unas cuantas entrevistas y, con suerte, nos dejarán en paz.
-No entiendo el alboroto por unas simples fotos. Mi confusión es un laberinto sin salida.
-¿No has leído todos los artículos?.
-¿A qué te refieres?
-Un paparazzi nos siguió hasta la playa. Capturó el momento en que te abracé para protegerte de esos idiotas, y las cenas que compartimos. Esas imágenes fueron suficientes para avivar la llama de los rumores.
-Pero tú siempre has salido con amigos, incluso mujeres. ¿Por qué ahora es diferente?
-Sí, pero nunca con tanta intensidad. Quizás porque no soy visto con actrices o modelos, sino contigo, alguien ajeno a ese mundo. Eso, sumado a las fotos, ha despertado su curiosidad.
-Entonces, ¿no pararán hasta que hablemos?. Pregunto con temor.
-Así parece. Sería mejor afrontarlo, a permitir que fabriquen historias aún peores. Negarlo no es una opción viable.
-Entonces, ¿sugieres que aceptemos lo que dicen?.
-Sería lo más prudente. Los periodistas nos darían un respiro y mis seguidores apoyarían la relación, de hecho ya lo hacen basándome en los comentarios de los artículos. Podemos mantener la farsa por un tiempo y luego anunciar nuestra amistosa separación.
Respiro hondo, intentando asimilar su plan. -Parece que lo has pensado todo.
-Lo discutí con mi mánager. No estaba contento, pero consideramos lo mejor para ambos. Incluso sugirió que podríamos sacarle provecho a esta situación, mostrándome como un novio atento y a nosotros como la pareja ideal. Muchas celebridades han ganado fama gracias a su relación amorosa.
-¿Y tú qué piensas de todo esto?. Pregunto, sintiendo cómo la confusión se enreda en mi mente, es demasiado para procesar en un solo momento.
-Comprendo tus reservas, pero piénsalo: ganarías notoriedad, podríamos colaborar profesionalmente y serías bien recompensada por tu tiempo. Solo necesitamos dar unas entrevistas, posar como una pareja encantadora y quizás filmar algunos anuncios. Si estás de acuerdo, habrá un contrato. Nos reuniremos con mi mánager y mi abogado para discutir los detalles.
La habitación comienza a girar con toda la información, y la voz de Sebastián se convierte en un murmullo lejano mientras intento mantenerme anclada a la realidad.
Sebastián hace una pausa, su mirada se suaviza y toma mi mano entre las suyas.-Comprendo cómo te sientes en este momento. Sus ojos se llenan de una empatía genuina. -Lamento haberte involucrado en todo esto. Sé que no estás acostumbrada a ser el centro de atención de esta manera tan repentina, pero con el tiempo, podrás verlo como una oportunidad única.
El sonido de su teléfono interrumpe el silencio que se había asentado entre nosotros.-Debe ser Charlotte. Murmura con una nota de resignación antes de apagar el dispositivo. -Escucha, no me desagrada la idea de que finjamos ser novios. Me caes bien, y la verdad, no me importaría. Pero no quiero que te sientas presionada a aceptar.
-¿Podría tener unos días para pensarlo?. Interrumpo a Sebastián.
-Claro, tómate tu tiempo. Responde con una sonrisa tranquilizadora.
-Pero, por favor, no tardes demasiado.
Asiento, aún sumida en mis pensamientos, y me alejo de la cafetería. Al llegar a casa, mi madre me espera con una mirada inquisitiva, mientras acerca el teléfono a mi rostro con varios artículos hablando de Sebastián y de mí en las principales búsquedas.
-¿Qué es todo esto, hija?. Pregunta, su voz teñida de preocupación.
Con un suspiro, le aseguro que no son más que rumores y me retiro a la soledad de mi habitación.
Una vez allí, con algo de temor y con calma reviso los artículos, En algunos de ellos, me encuentro con fotos de nuestra estancia en la playa.
También leo los comentarios y me sorprende ver que la mayoría son de apoyo hacia nosotros. Algunos dicen que tenemos buena química y me felicitan por mi apariencia. Sin embargo, también hay algunos comentarios negativos que me califican de fea y poca cosa.
La tarde se desvanece mientras reflexiono sobre la propuesta de Sebastián.Finalmente, cuando la noche cae y la casa se sumerge en el silencio, tomo el teléfono y marco su número para darle mi respuesta.
(Fin del capítulo 17)
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Duelo de destinos
RomanceMía, una diligente asistente de una renombrada corporación, ve su serenidad trastocada cuando una urgencia médica amenaza la vida de su madre. La solución yace en una operación de alto costo, un monto que escapa de sus posibilidades. Desesperada, Mí...