Hoy es la fiesta de baby shower para el bebé de Emily y Mark, están rodeados de sus amigos y familiares más cercanos. La tarde fue maravillosa y dulce, compartiendo la alegría de los futuros padres.Adam me abrazó por la cintura y con una dulce sonrisa, preguntó: -¿No crees que nosotros deberíamos ser los siguientes?.
Mi respuesta fue nerviosa pero sincera: -Me gustaría esperar un poco más.
Él asintió comprensivamente. -Está bien, cariño.
Juntos participamos en los juegos y nos divertimos junto a Emily y Mark, celebrando este momento especial en sus vidas.
La normalidad se instaló en nuestra vida, aunque con pequeñas excepciones. Adam y yo compartimos una hermosa casa adornada con fotografías de nuestra boda y luna de miel. A pesar de trabajar juntos, mantenemos nuestro profesionalismo en el ámbito laboral. Visitamos a mi madre y compartimos cenas con ella y Elena, quienes viven juntas. En ocasiones, también nos encontramos con Sebastián allí. También visitamos al padre de Adam que siempre nos recibe cálidamente.
Emily decidió tomarse un tiempo fuera del trabajo, y la extrañamos en la oficina. Sin embargo, esperamos su pronto regreso. La visito con frecuencia en su hogar, y nuestras conversaciones son siempre amenas. Su bebé es adorable, y cuando lo sostengo en mis brazos, siento florecer una nueva emoción en mí.
Mientras cenábamos, compartí con Adam los detalles de mi visita a Emily.
-Hoy visité a Emily, le dije.
Adam mostró interés. -¿En serio? ¿Cómo está?, preguntó.-Se encuentra bien, respondí con una sonrisa. -Su bebé está creciendo mucho. Es muy lindo.
Adam notó mi emoción. -Pareces bastante emocionada, comentó.
-¿De verdad?, reflexioné en voz alta.
-Quizás me esté sintiendo preparada para que demos ese paso juntos.
La ilusión brilló en los ojos de Adam.-¿Lo dices en serio?, preguntó.
Asentí con una sonrisa y, sin perder más tiempo, Adam me abrazó y me cargó hasta la habitación.Unos meses después Adam y yo estamos esperando nuestro primer hijo, mi vientre crece mucho y mi sensibilidad ha incrementado. He dejado el trabajo para poder disfrutar del embarazo junto a mi esposo.
Adam está emocionado por la llegada del bebé, hemos decorado su habitación con colores neutros.
Mi madre nos visita seguido y trae regalos para el bebé y para mí. -Gracias, mamá. Le agradezco sinceramente en una de sus visitas.
-Cariño, espero que todo vaya bien con tu embarazo y parto. Si quieres que me quede contigo, dime. Tengo que cuidarte. Pronto tendrás a tu bebé y estos últimos meses debes descansar.
Me siento agradecida por su preocupación y sonrío. -No te preocupes por eso, estoy descansando mucho últimamente. Adam no me permite mover un dedo. Ha contratado criadas para la casa y para cuidar de mí.
Mi mamá suspira aliviada. -Me alegra escuchar eso, pero todavía necesitas a alguien que te cuide con cariño.
-Por supuesto, me encantaría tenerte a mi lado durante estos días. Tomo la mano de mi mamá.
En el cálido refugio de nuestro hogar, mi madre se ha convertido en un pilar fundamental. Su presencia, aunque a veces abrumadora, es un recordatorio constante de la familia que estamos construyendo.
Entre ella y Adam, me rodean con cuidado y ternura, como si fueran guardianes celosos de mi bienestar. Aunque a veces me impiden hacer las cosas más simples, sé que lo hacen con amor y preocupación genuina.
El día del parto llega. Adam sostiene mi mano con firmeza, sus ojos reflejando la mezcla de ansiedad y emoción que siento. Cada contracción es un recordatorio de la vida que está a punto de nacer. El dolor se entrelaza con la maravilla, y en ese instante, sé que estamos creando algo sagrado.
Finalmente sostengo a nuestro pequeño en brazos. Su piel suave y sus ojos curiosos me roban el aliento. Es un momento mágico. En su fragilidad, encuentro una nueva clase de amor, uno que trasciende el tiempo y el espacio, que se anida en lo más profundo de mi ser. Adam y yo miramos a nuestro hijo con asombro.
-Nuestro bebé se parece a ti. Digo observando a Adam mientras cargo al bebé.
-Tiene tus ojos. Sonríe Adam mientras acaricia al bebé.
-¿Cómo lo llamaremos?.
-Me gusta el nombre Dante.
Sonreímos y nos damos un beso.
Le damos todo el amor y la atención que pudiera necesitar. Mi madre y su abuelo lo consienten de todas las formas posibles conforme va creciendo. En cada gesto, en cada caricia, vemos reflejado el amor que nos une como familia.Nuestros amigos nos visitan y saludan al bebé, Elena y Sebastián también nos visitan y traen regalos para el bebé.
La felicidad nos envuelve. A pesar de los desafíos y las noches sin dormir, somos un equipo. Adam y yo nos sostenemos mutuamente, compartiendo cada instante mientras aprendemos a ser padres. Nuestro pequeño Dante es el hilo que nos une, la melodía que llena nuestra casa de alegría.
Así, entre pañales y canciones de cuna, construimos nuestro propio cuento de hadas. No es perfecto ni exento de dificultades, pero es nuestro. Y en cada sonrisa de Dante, en cada abrazo compartido, encontramos la fuerza para enfrentar cualquier obstáculo que la vida nos presente.
✨FIN✨
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Duelo de destinos
RomanceMía, una diligente asistente de una renombrada corporación, ve su serenidad trastocada cuando una urgencia médica amenaza la vida de su madre. La solución yace en una operación de alto costo, un monto que escapa de sus posibilidades. Desesperada, Mí...