Capítulo 18: Contrato y Confrontación

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Motivada principalmente por el reconocimiento económico que mencionó Sebastián, he decidido aceptar su propuesta. No quiero sentirme atada a la empresa durante varios años debido a mi deuda, y tampoco creo poder soportar más visitas de Charlotte durante todo ese tiempo.

Al día siguiente, mis amigos me reciben en el trabajo entre aplausos. Sus sonrisas iluminan la sala mientras me bombardean con preguntas sobre los rumores que circulan. Con una sonrisa apenada, les respondo que no puedo revelar nada y me disculpo.

Durante mi hora de almuerzo, me reúno con Sebastián, su mánager y su abogado en un restaurante cercano. En una mesa apartada, el abogado y el mánager desgranan los detalles del contrato, subrayando que la naturaleza de nuestra relación y la existencia del contrato deben permanecer en secreto.

Después de la reunión, Sebastián me acompaña de vuelta al trabajo. En el camino, nos cruzamos con Adam, cuya mirada curiosa se entremezcla con un visible malestar. Sebastián lo saluda con cortesía y continuamos nuestro camino hasta mi puesto de trabajo. Antes de despedirse, Sebastián promete escribirme más tarde para discutir cómo vamos a presentar nuestra “relación” ante los medios.

Esa noche, tras una larga conversación con Sebastián, noto que el señor Lynch me ha enviado un mensaje, solicitando hablar conmigo. Sin embargo, decido ignorarlo y me acuesto a dormir, dejando su petición al aire.

Al día siguiente, me sumerjo en el trabajo, esquivando las preguntas insistentes de mis amigos con un simple “Pronto lo sabrán, solo tengan paciencia”.

Por la tarde, Charlotte hace acto de presencia, dirigiéndose a la oficina del señor Lynch. Antes de entrar, se detiene frente a mi escritorio y me examina de arriba abajo con desdén.

-Sabía que ese rostro común me resultaba familiar. Así que decidiste seducir a mi hermano. Él puede ser un idiota, pero yo veo claramente tus intenciones. No conseguirás lo que buscas; primero tendrás que pasar sobre mi cadáver. Dice cruzándose de brazos y esbozando una sonrisa burlona. -Disfruta tus cinco minutos de fama.

Sus palabras me toman por sorpresa y encienden una chispa de indignación en mí. Decido no quedarme callada y replico con firmeza: -Estoy segura de que serán más de cinco minutos, pero gracias, los aprovecharé al máximo. Sebastián es encantador, y dudo que se aleje de mí tan fácilmente. Después de todo, algo debió haber visto en mí para fijarse en alguien como yo.

-¿Qué acabas de decir, estúpida?. Es una lástima que esa actitud te dure tan poco. Mi hermano te abandonará en cuanto se aburra de ti. Espeta Charlotte con desprecio.

-Hasta que eso suceda, disfrutaré de los beneficios. Respondo con una sonrisa desafiante.

-Te crees muy astuta, ¿verdad?. Dice ella, su voz cargada de sarcasmo.

-Tú misma lo has dicho, me dejará pronto, así que debería sacar algo de provecho también. Replico, perdiendo la compostura.

-¡Cállate!. Grita Charlotte, levantando la mano para abofetearme. Cierro los ojos, anticipando el golpe, pero tras unos segundos, al abrirlos, veo que el señor Lynch sujeta con firmeza la muñeca de Charlotte, impidiendo su ataque.

-¿Qué crees que estás haciendo, Charlotte?. Grita Adam, interponiéndose entre Charlotte y yo con firmeza.

-¡Ella es una insolente!. Exclama Charlotte, con el rostro encendido por la ira.

 Exclama Charlotte, con el rostro encendido por la ira

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