Mía se encontraba en su lugar de trabajo, finalmente libre de las horas extras que habían agotado su energía. Ese día, al término de su jornada, se despidió de sus compañeros y se dirigía hacia la salida cuando Adam la detuvo con una solicitud inesperada.La puerta de su oficina se cerró tras ellos, y la conversación comenzó.
-La próxima semana tengo otro viaje de negocios en el extranjero, anunció Adam, su mirada llena de esperanza.
-Mi asistente está de licencia por maternidad y no regresará hasta dentro de unas semanas. Eres una de las empleadas más competentes que conozco, así que me gustaría que ocupes su puesto y me acompañes durante el viaje como mi asistente. ¿Estás de acuerdo?.
Mía asimiló rápidamente sus palabras y asintió. -Sí, claro. Me parece bien. Estoy segura de que seré capaz de llevar a cabo esa labor, señor.
La sonrisa de Adam fue su respuesta, y Mía salió de la oficina con una mezcla de emoción y nervios.
El día del viaje llegó, y ambos aterrizaron en París. Para Mía, era la primera vez en un país extranjero, y la ciudad la recibió con su encanto inconfundible.
En el hotel, se acomodaron en habitaciones cercanas. Mía se recostó en la cama, observando la vista desde la ventana. Las luces de París parpadeaban como estrellas en la noche. La emoción y la incertidumbre se mezclaban en su interior mientras se preparaba para una noche de sueño reparador.
La alarma sonó temprano al día siguiente, y Mía se levantó con determinación. Revisó su teléfono y encontró mensajes de su madre, de Elena, de sus amigos del trabajo y, por supuesto, de Sebastián. Este último le pedía que tuviera cuidado con Adam. Su tono sonaba como un amigo preocupado, y Mía no pudo evitar pensar que quizás había un toque de celos en sus palabras.
El agotamiento había dejado su huella en ambos durante ese día. Las reuniones interminables y las capacitaciones según el cronograma establecido habían consumido su energía. Al final de la jornada, Mía se retiró a su habitación, mientras Adam, en la contigua, se encontraba sumido en sus pensamientos.
Estaban tan cerca, pero él se resistía a intentar algo hasta que la reunión del día siguiente fuera un éxito.
Esa tarde, Adam lideró una junta crucial con inversores de gran importancia. El futuro de la empresa y el suyo pendía de un hilo en esa sala, y él lo sabía. Ahora que conocía la verdadera naturaleza de Charlotte, su deseo de casarse con ella se desvanecía. En su corazón, sin embargo, persistía un anhelo más profundo. El amor de Mía.Durante la reunión, Adam se desenvolvió con calma y confianza.
Cada palabra, cada cifra presentada, estaba cargada de significado. Los inversores escrutaban, evaluaban y sopesaban. El pulso de la empresa latía en esa sala, y Adam luchaba por mantener la compostura.Mía, ajena a los pensamientos de su jefe, seguía con atención la presentación. La tensión en el ambiente era palpable.
Adam continúa con confianza.
-Señores. Permítanme presentarles los resultados financieros del último trimestre. Nuestra empresa ha experimentado un crecimiento del 15% en ingresos, y nuestras proyecciones para el próximo año son aún más prometedoras.
El inversor Leroy comenta. -Adam, ¿cómo podemos estar seguros de que estos números no son solo una ilusión? La competencia en nuestro sector es feroz.
Adam responde manteniendo la serenidad. -Entiendo su preocupación. Pero permítanme mostrarles nuestra estrategia de expansión internacional. Hemos asegurado alianzas clave en mercados emergentes, lo que nos brinda una ventaja competitiva significativa.
El inversor Moreau pregunta. -¿Y qué hay de la situación con Charlotte? Su relación personal podría afectar la estabilidad de la empresa.
-Charlotte ya no está involucrada con la empresa. Hemos tomado medidas para garantizar que su influencia sea mínima. Nuestro enfoque está en el crecimiento sostenible y la innovación. Adam responde decidido.
Inversor Dubois interviene. -¿Algún proyecto específico en mente? Algo que nos diferencie de la competencia.
Adam explica con una sonrisa. -Sí, estamos desarrollando una plataforma de inteligencia artificial revolucionaria. Creemos que cambiará la forma en que las empresas interactúan con los datos y tomarán decisiones informadas.
La junta se desarrolló sin contratiempos. Los inversores, finalmente, estamparon sus firmas en los documentos, otorgando un alivio palpable a Adam y a Mía. Pero ella desconocía las verdaderas razones detrás de la emoción de su jefe.
(Fin del capítulo 47)
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Duelo de destinos
RomanceMía, una diligente asistente de una renombrada corporación, ve su serenidad trastocada cuando una urgencia médica amenaza la vida de su madre. La solución yace en una operación de alto costo, un monto que escapa de sus posibilidades. Desesperada, Mí...